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Alumni | Winston Morales, exestudiante de Literatura, suma galardones y traducciones de su poesía

19 de abril, 2023

La Dulce Aniquirona, libro de poemas escrito por Winston Morales Chavarro, exestudiante de la Maestría en Estudios de la Cultura mención Literatura Hispanoamericana de la Universidad Andina Simón Bolívar, fue traducido al mandarín.

El libro fue recientemente publicado en la editorial taiwanesa Showwe Information Co. Ltd. La traducción estuvo a cargo del destacado poeta taiwanés Kuei-shien Lee, quien ha sido nominado en diferentes ocasiones al Premio Nobel de Literatura.

Desde muy joven, Winston Morales Chavarro estuvo relacionado con la literatura. En su infancia leyó infinidad de comics, poemas y se enamoró del arte. Comenzó a escribir para él, en el privado de su habitación. Conforme fue pasando el tiempo, materializó su amor por la poesía en sus estudios superiores.

Además, es periodista y docente a tiempo completo de la Universidad de Cartagena. Ha sido ganador de varios premios literarios en Colombia, México, España, Rumania y Brasil. El más reciente fue el Gran Premio Internacional de Poesía Curtea de Argeș, en Rumania, en el 2018.

A propósito de la reciente traducción al mandarín, de su libro La Dulce Aniquirona, presentamos una entrevista con el autor.

Si tú te dedicas al periodismo, ¿cómo surgió tu interés por la poesía?

Yo comencé con la lectura desde muy temprana edad. Antes de conocer los géneros literarios, primero que todo, fue a través de los cómics.

Mi papá, que ya falleció, era muy adicto a los cómics; compraba alrededor de 7, 8, 9 revistas por semana. Entonces, yo era muy feliz leyéndolas y releyéndolas.

Yo creo que las revistas que más me marcaron fueron Kalimán, Arandú y El Santo, El enmascarado de plata, porque en ellas encontraba unos postulados muy interesantes alrededor de la filosofía de vida. Por ejemplo, en el caso de Kalimán, alrededor de la filosofía, del budismo zen y del misticismo.

Para mí empezaron a ser muy seductoras desde que estaba muy pequeño y ya después mi madre empezó a comprarme todo lo que tenía que ver con las grandes aventuras. Había una colección donde venían el Corsario negro; La isla del tesoro, Veinte mil leguas de viaje a submarino; El último de los mohicanos; Tarzán de los monos. Entonces, de ahí mi cercanía con Ian Fleming, Joseph Conrad, Emilio Salgari, Julio Verne, con todos estos escritores que se aventuraban a estas novelas un tanto épicas, porque eran de aventuras, luchas, bates del mar, Moby Dick.

Yo me acerqué más a la narrativa que a la poesía. Ya después, yo me acerqué más a la poesía y empecé a leerla, pero yo fui un gran lector de narrativa de novelas.

¿Cómo empezó la lectura con la poesía?

Estaba muy pequeño cuando tuve una aproximación a un poema en una cartilla. Yo creo que estaba como en tercero. Yo me acuerdo que tampoco sabía lo que era la poesía, pero entonces, el sonido de las palabras, el ritmo es total; sentía la musicalidad. A mí siempre me gustó la música, siempre me ha gustado. De hecho, yo creo que yo soy un músico frustrado, y a lo mejor por esa musicalidad del verso, de las palabras, de las oraciones fue que empecé a sentirme muy seducido por la poesía y también por la profundidad, desde el punto de vista y desde el plano metafísico y existencial.

Hablando de música, ¿qué música es la que más te gusta?

He tenido varios momentos. Crecí escuchando baladas. Mi mamá y mi tía ponían mucha música de Leonardo Fabio, Palito Ortega, Enrique Guzmán, Fausto, Óscar Golden, de Colombia, Leo Dan, Miguel Gallardo, José José; todos estos grandes músicos y compositores españoles y mexicanos.

Después, hubo una conexión fuerte con el rock, desde que estaba muy pequeño, tanto con el anglosajón como con el español. De hecho, tuve una banda de rock en español, por allá a mediados de los años 80. Cantábamos, tocábamos y ya después me acerqué al blues, al jazz, a la bossa nova, pero sin perder el gusto por lo otro.

Las baladas de las que hablas tenían unas letras bastante profundas, en algunos casos.

Sí, la mayoría de los casos son composiciones. Por ejemplo, en el caso de Miguel Ríos de España, él es todo un poeta. De hecho, mucha gente lo incluye en antologías de poesía, porque realmente es un poeta. Sin lugar a dudas, esas letras, esas canciones lo nutrían a uno por la estética, por la belleza, por el lenguaje, por la capacidad creativa de esos cantantes, de esos músicos.

En esas épocas, yo era muy romántico, muy ensoñador y muy exaltado frente a esas expresiones emotivas.

Desde ahí, también surgió tu interés por escribir poesía.

Sí, yo empecé a escribir poesía en los años 80; y a declamar también. Al leer en los encuentros culturales del colegio, por ejemplo. A sentir cierto interés por ir a esos lugares donde había algún poeta leyendo o recitando. Incluso antes de escribir, yo tenía mucho interés por ese tipo de expresiones.

¿Cuáles han sido tus referentes en la poesía?

Empecé a leer a dos grandes escritores cuando estaba muy joven: a Edgar Allan Poe y al mexicano Amado Nervo. Después me acerqué a la vanguardia latinoamericana. Pero antes de eso, ya yo me había acercado a los románticos alemanes, ingleses.

Había una colección de literatura que yo tenía. Era un libro que venía con unas revistas, una entrega semanal. En Ecuador, eso era muy común que vinieran con el diario Hoy los premios nobel de literatura; lo recuerdo mucho.

Yo compré alguno de esos títulos en Ecuador. Entonces, ahí fue cuando me acerqué a todos esos poetas simbólicos, románticos, prerrománticos, franceses, alemanes, ingleses: William Blake, por ejemplo, Teófilo Gautier, Gerald de Nerval, todos estos escritores. Yo leí primero esa poesía más que la literatura latinoamericana, aunque también había leído a José Asunción Silva, José Ignacio Rivera, Carlos Castro Saavedra, Porfirio Barba Jacob, León de Grey. Yo tenía una profunda admiración por Novalis, Hölderlin, por todos estos grandes poetas de Alemania y de Inglaterra.

A la par, también te dedicaste a escribir, porque tienes una larga lista de galardones.

Yo empecé a escribir de manera pública, porque antes lo hacía de manera privada. Había algo como de vergüenza; para mí escribir era un acto de mucha intimidad y un poco vergonzoso. Era como exponerse, como mostrar las carnes, y yo prefería mantenerme escondido. De hecho, mi madre me criticaba, porque pasaba mucho tiempo encerrado leyendo.

Entonces yo empecé a mostrarme afuera, a partir del año 1995, cuando gané una mención de honor, porque expuse mi trabajo en un concurso. Y a partir ese año, yo tenía claridad sobre lo que quería. Yo había soñado con La Dulce Aniquirona pero yo no la asociaba a lo literario, a lo poético, sino que yo desde pequeño tuve un vínculo muy fuerte con lo oculto, lo esotérico, lo místico, lo mágico.

En el 96, gané un concurso; en el 97 gané otro; en el 99; en el 2000 empecé ya a ganarme premios nacionales y eso para mí fue muy importante, porque era una forma de validar lo que venía haciendo de manera secreta. Yo publiqué mi primer libro en 1998, justamente después de unos premios regionales. Ya de ahí hacia adelante, fue inevitable, fue como una represa que perdió el muro de contención y se desbordó la represa y se desbordó el río.

Es en este proceso que tú te vinculaste a la Universidad Andina como estudiante.

Sí, afortunadamente supe por voz de otro poeta que había hecho la maestría -seguramente una publicación que él puso en Facebook- y empecé a averiguar lo de la Andina. Yo había terminado la universidad un año atrás y había mandado la documentación como postulante. Un día, caminando por la calle, recibí la llamada de Fernando Balseca. Me dijo que querían hacerme una entrevista y que había ganado la beca. Eso fue en el año 2002 o 2003.

Después, cuando terminé la maestría, tuve también la suerte de ganarme la beca para hacer la tesis. Fue una experiencia maravillosa estudiar en la Andina. Yo creo que, sin lugar a dudas, le marca la vida a cualquier persona que se tome muy en serio la literatura. Yo, por supuesto, me lo tomé muy en serio y la vida mía fue muy importante después de haber obtenido el título, porque me abre las puertas en lo laboral y en lo académico.

¿Qué herramientas te proporcionó la maestría para tu producción literaria?

Yo creo que hay un cambio de paradigma muy fuerte. Uno llega, seguramente, con muchos prejuicios, muy inocente sobre los estudios culturales. A partir de toda esa cantidad de lecturas, de esas conversaciones y esos debates que se arman en los cursos con los profesores y los estudiantes, se descubren otras maneras de mirar el mundo.

Ese cambio de paradigma, ante todo, es lo más significativo, además de las herramientas que adquirí a partir de la maestría. Para la tesis escribí sobre cuatro poetas andinos; uno de ellos, ecuatoriano, que es César Dávila Andrade; Jaime Sáenz, de Bolivia; José Antonio Ramos Sucre, de Venezuela; y Carlos Obregón, de Colombia. Entonces, es muy interesante, porque es un estudio sobre estos cuatro poetas que son todos ellos suicidas, por un lado, y, por otro lado, son muy cercanos al esoterismo o a lo oculto.

En tu reciente libro, tú le hablas al personaje y, además, te inspira. ¿Cómo surge este personaje de Aniquirona?

Realmente la que me hablaba era ella, porque se aparecía en mis sueños a partir del año 1990. Es un nombre auténticamente onírico; muchos de los términos que hay en el libro son absolutamente oníricos.

De regreso a Schuaima es mi segundo libro y es el lugar donde vive la Dulce Aniquirona. Entonces, Aniquirona es un personaje auténticamente onírico, un personaje soñado por mí, a partir de 1990, cuando yo estaba estudiando en Bogotá.

Y ¿cómo se apareció?

Yo estaba durmiendo y soñaba con ella. Me dictaba versos, me hablaba; nunca se mostró ella misma. Vi su espalda, su dorso, pero nunca vi su rostro, nunca vi su cara. Si me llevó a este lugar que se llama Schuaima, donde había muchos ríos, dos lunas; una menguante y una creciente.

En el segundo libro, yo describo ese mundo: los árboles, las piedras, los pájaros, los ríos, las nubes; todo eso lo describo, porque el mundo en el que vivimos está cada vez más alejado de lo natural, de lo bucólico. A veces me da la impresión de que nos hemos desarraigado de la Tierra, de los elementales.

De tu libro se han realizado varias traducciones ¿cómo surgieron?

Cuando gané el Premio Internacional de la Universidad de la Sabana, el decano de la Facultad de Filosofía, que es polaco, se interesó, y me puso en contacto con unas académicas de la Universidad de Cracovia. Yo, por mi parte, escribí al departamento de Filología de la Universidad de Poznań, que está muy cerca de Varsovia. Y una profesora de la Universidad de Poznań me llamó. Ella, además, ha sido traductora de poetas catalanes al polaco y de poetas polacos al español, entre ellos el Premio Nobel, Czesław Miłosz.

A ella le gustó mucho Aniquirona, y la tradujo. El primer libro se publicó con la editorial de los talleres de la Universidad de Poznań. Después, en el año 2019 la editorial Anagrama hizo la segunda edición del mismo libro, con la misma traducción de Bárbara.

He tenido la suerte de leer y de presentar el libro en la mayoría de universidades polacas, por lo menos de las ciudades más prestigiosas y más grandes, sobre todo, Varsovia, Cracovia, Szczecin, Zielona Góra, Poznań. En todas esas ciudades polacas se ha presentado el libro y se ha leído la Dulce Aniquirona, tanto en español, como en polaco.

Así mismo surgió el resto de traducciones…

Sí, la traducción al italiano está por salir en una editorial italiana. La de mandarín se acaba de publicar. La traducción al francés ya es más vieja. Al alemán también ya tiene más años, y la traducción al inglés fue como en el año 2018. Bueno van seis idiomas. Hay otros libros míos que se han publicado en inglés y que se ha traducido al rumano.

Y ¿cómo fue el contacto para que sea la traducción al mandarín?

En el 2018 estuve en Taiwán y estuve en contacto con el poeta Kuei-shien Lee. Anteriormente, él me tradujo A dónde van los días transcurridos, para el festival de poesía. Después, tradujo La Dulce Aniquirona. La diferencia está en que La Dulce Aniquirona se tradujo con una editorial taiwanesa, mientras que A dónde van los días transcurridos se publicó en Amazon.

Actualmente, ¿tienes otro proyecto literario?

Sí, yo también escribo narrativa. En estos días sale una novela publicada por la editorial de la Universidad Surcolombiana. Es una novela que escribí hace un par de años pero que recién ahora se publica; se llama Tras los hilos de Ariadna. Y hay un libro de poesía que también lo va a publicar la Universidad de Cartagena. Los dos libros ganaron convocatorias de las respectivas editoriales.

STR /STM