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Estados Unidos | Estudiante de Estudios Latinoamericanos ganó concurso de fotografía

13 de septiembre, 2021

Sergio A. Poveda, graduado de la Maestría en Estudios Latinoamericanos, ganó el Premio de Fotografía Hispanic Culture Review 2021, con la serie fotográfica "Quito enjaulado".

El concurso fue organizado por la George Mason University, Estados Unidos. Además, su trabajo ocupa la portada de la vigésima séptima edición de Hispanic Culture Review. En esta serie –de 30 imágenes- documenta los impactos de la Covid-19.

Desde 1994, la George Mason University lanza esta iniciativa para incentivar la reflexión visual, literaria y académica sobre problemas globales. El certamen entrega un reconocimiento económico más la publicación –digital e impresa– de las obras premiadas.

Según los jueces, “Quito enjaulado” registra historias de gente y perros callejeros con espontaneidad, también da una mirada metafórica del Estado y la libertad. Las composiciones en blanco y negro se concatenan evocando un carácter dramático y misterioso, combinando detalles de varios géneros de la vasta fotografía editorial.

Anualmente, miles de artistas visuales, investigadores, poetas y escritores de todo el mundo envían sus trabajos a este certamen cultural. Las obras premiadas por la revista digital del concurso están disponibles aquí.

 

A propósito de este premio, presentamos una entrevista con Sergio Poveda.

Tú has combinado el periodismo con las relaciones internacionales. ¿Cómo fue este proceso?

Cuando tenía 18 años, estaba estudiando comunicación y jugaba mucho fútbol, en divisiones inferiores. Obtuve becas para estudiar en Estados Unidos, gracias al fútbol. Acabé comunicación y me fui. Ahí estudié relaciones internacionales, en una ciudad que se llama San Charles, en Missouri.  Ahí me enamoré más de la lectura y de ahí empecé a descubrir la fotografía. Llegué con mi portafolio de cuando trabajé en El Telégrafo, y me integré enseguida el periódico de la Universidad, por casi dos años. En Estados Unidos viví desde el 2009 hasta el 2016.

En 2015 empecé a investigar y empecé con la muerte de un chico afroestadounidense, al que un policía le mató.

Escribí una crónica con la que gané un premio de periodismo y me integré al diario USA Today. Luego, busqué otra forma de contar esa historia; hice un ensayo fotográfico, y con ese ensayo gané un premio internacional de fotografía.

¿Cómo llegaste a la Universidad Andina Simón Bolívar?

Inicialmente, me inscribí en Relaciones Internacionales. Justo la primera semana en la que íbamos a empezar clases, alguien me contó de Estudios Latinoamericanos, y me llamó la atención. Empecé a ver algunas materias de Relaciones internacionales, en la primera semana. Y ahí me di cuenta que no era lo que yo buscaba, porque yo quería una línea más investigativa. El coordinador del programa, Esteban Nicholls, me permitió ingresar a Estudios Latinoamericanos.

Es una línea de investigación bien exigente, y realmente sí me gustó, por el nivel de exigencia, por la gran preparación de los profesores.  Así empecé.

¿Sobre qué trabajaste tu tesis?

En el tiempo en que me inscribí, mi plan era hacer un documental con el material que yo tenía de Ferguson, que es donde asesinaron a este chico estadounidense; que murió por un abuso policial. Pero no me permitían en Estudios Latinoamericanos presentar un documental como tesis. No existía esa opción.

Entonces, busqué otro tema. Hice un análisis de una novela que se llama 2666, de Roberto Bolaño, que está inspirada de cierta manera en los feminicidios de Ciudad Juárez, que colinda con Estados Unidos. Pero está inspirada, nada más, es una novela que habla de una ciudad ficticia, que se ubica en otro lugar que Ciudad Juárez, donde acontecen estos feminicidios desde 1993 hasta 1997; son más de una centena de asesinatos contra mujeres.

Yo indagué cómo el Estado, la frontera y los feminicidios estaban conectados. Para poder entender eso, empleé un concepto que se llama la red hegemónica de poder, que son unas tremendas coaliciones, que normalmente se forman cuando durante los momentos fundacionales de un Estado -cuando hay una constituyente, en una revolución-. En éstas participa gente muy poderosa que tiene posiciones estratégicas en el gobierno.

No es un análisis literario el que hice, sino político.

En tu trabajo fotográfico, también te enfocaste en el tema político

Cuando uno tiene una formación académica en Ciencias Sociales, tiende a fijarse más en las coyunturas, en ese choque de fuerzas sociales que dan curso a la vida cotidiana. Y con las Relaciones Internacionales y mucho más con los Estudios Latinoamericanos, las lecturas normalmente me hacían pensar visualmente; y esto cómo se puede representar, cómo se puede mostrar.

Entonces, al salir a la calle me di cuenta que mi ojo estaba listo, como un radar. Uno va identificando esas representaciones en la realidad.

Fotografía “Perro ruco”. En la pandemia, varios perros callejeros murieron envenenados en algunas ciudades ecuatorianas; otros, hambrientos y enfermos, sobrervivieron en los los espacios urbanos con su instinto salvaje.

En esta serie con la que has ganado el premio, ¿qué es lo que tú buscabas específicamente?

A partir del auge de la pandemia, empecé a hacer mucha fotografía documental, que es lo que más me gusta. Y sobre todo, una de las vertientes de la fotografía, que es la fotografía urbana, o street art, le dicen.

Con la pandemia, empecé a hacer bastante fotografía de calle. Me interesaba mucho qué es lo que ocurre con las personas, con los migrantes o con los vendedores ambulantes. Cuáles son sus historias, qué hacen para vivir.

Y en ese momento, yo escribía una crónica de perros callejeros. Les seguía los perros y les hacía fotografías. Y también iba viendo a las personas que viven del día a día, como se dice.

Cuando ya reuní un buen número de fotografías, empecé a identificar patrones y conexiones. Una de las mayores conexiones era el instinto por sobrevivir. Me fijé que los perros en la calle -en Ambato al menos- entraban a los terrenos baldíos a cazar ratas. Como que retornaban a su mundo silvestre. Son bien inteligentes.

En el caso, de los vendedores ambulantes, había muchas madres venezolanas que salían con bebés a vender caramelos; personas invidentes que tocaban el acordeón para sobrevivir. Empecé a encontrar esa conexión del instinto por sobrevivir; tienes que hacer lo que puedas para sostenerte.

Pese a que se puede utilizar ese instinto por la supervivencia, no siempre es suficiente. A veces, a los vendedores ambulantes nadie les va a comprar ni un caramelo. O los perros no encontrarán qué comer. Personas como animales tienen que recurrir a los desperdicios. Y ese es el reflejo del Estado.

En tu serie, utilizas el blanco y negro.  ¿Qué significación le das tú al uso del blanco y negro?

Esta tonalidad normalmente la adhiere un carácter dramático a las imágenes. En general, durante la pandemia hemos dejado de lado algunas prácticas, que normalmente nos dan vida; dan color a nuestras circunstancias.

Por medio del blanco y negro, quería hacer esa alusión a las prácticas que hemos dejado de lado y que otorgan energía a nuestra existencia. Elegí las fotografías que tenían una conexión temática, y que mostraban esas circunstancias de adversidad y esa lucha por la supervivencia en la calle. Sobre todo, eran imágenes que tenían como un tono melancólico.

Por ejemplo, la fotografía de la jaula es realmente un fotomontaje. Es una fotografía primero de una jaula, y tiene una parte de Quito; ahí se puede ver el edificio del MAGAP. Combiné ambas imágenes para hacer una metáfora simple de lo que es el encierro. Que, pese a la cuarentena que nos obliga a dejar de lado ciertas actividades y estar con familiares, pese a todo ello, hay un sistema incluso más de enajenante; un sistema que nos mantiene encerrados. Esa creencia que el Estado puede dar solución a todos los problemas. Esa es la idea, el concepto que quería mostrar.

¿Qué supone para ti haber ganado este concurso y que además estás en la portada del Hispanic Culture Review?

Fue una gran sorpresa, porque yo envié este trabajo en días en que me asaltaron, en Quito. Me interceptó una motocicleta, de la que se bajaron dos sujetos armados. Me asusté y me querían robar el celular, y no lo encontraba por los nervios. Al final encontré el celular, creo que me salvó la vida.

Me desanimé, ya no quise enviar la serie fotográfica. Me falta editar algunas cositas. Me comuniqué con la revista, les dije que sí podían recibir mi trabajo después, porque no me sentía cómodo en ese momento.

Me anunciaron que fui finalista. Esta revista tiene muchos lectores. Reciben trabajos de personas de diferentes partes del mundo, miles; tiene muy buena acogida internacional, y ese hecho de poder tener un feedback, es lo que más me interesa para seguir mejorando el trabajo fotográfico.

Luego ya me anunciaron que obtuve el primer lugar en fotografía. Obviamente, me sorprendí. Me dijeron que había coherencia y cohesión en las imágenes, y eso me gustó, porque es lo que más cuesta desarrollar.

Fotografía "Her dad recovered from Covid”. Pese a las reglas de la cuarentena, la gente pasaba en los parques, como en el caso de Sandra y David. Una llamada telefónica del padre hospitalizado alegró a la joven: “Me salvé”.

¿En qué sentido la maestría te aporto en este trabajo?

 Yo creo que hay muchas fuentes que intervienen o me ayudan a realizar el trabajo fotográfico, desde fuentes visuales que yo normalmente consumo, que es el trabajo de Graciela Iturbide o Saul Leiter. Visualmente, es lo que más me impacta y trato de emular.

Pero también hay bastantes referencias literarias. La literatura también me proporciona ideas o puntos de vista sobre cómo capturar ciertas escenas. Y a un nivel conceptual, la maestría me ayuda a entender el Estado y también la investigación de la tesis me ha ayudado a hacerme más preguntas sobre el Estado.

Fotografía “Recyclers”. María y Pedro Gavilánez reciclan plásticos y los venden a un centro de acopio en Ambato. Esa tarde descansaban a la espera de un pago para comprar víveres.

El poeta gringo Charles Wright decía que un poema es el reflejo del alma. Yo considero, en cambio, que una imagen también puede ser el reflejo del alma o de tu estado mental.  En mi cabeza estaban dando vueltas cosas sobre el Estado, estos trabajos fotográficos, películas, problemas y situaciones personales. Y todo eso yo lo identificaba en la calle, en escenas y trataba de capturar.

La maestría me ha otorgado bastantes preguntas y me ha contagiado bastante el bichito por la investigación, por escribir. Las preguntas que me ha ocasionado la maestría en Estudios Latinoamericanos me hacen pensar visualmente. O más bien, trato de buscar cómo esas preguntas se pueden abordar de forma visual.

En esta serie capturo las cosas que estaban pasando en mi cabeza, en un nivel conceptual, emocional. Alguna vez, un profesor que se llama Pablo Ospina me dijo, Sergio, si quieres dedicarte a la investigación, yo te sugiero que vayas por el lado visual. No sé cómo, pero él se dio cuenta –tal vez, por mis trabajos- que había cierto ángulo visual en mi producción. Él me decía “tienes que enfocarte también en un tema”. Entonces, eso yo he procurado tratar de enfocarme en el Estado.

Quiero adentrarme en el tema fotográfico. Ahora, estoy en un curso en el Instituto de fotografía de Nueva York. Quiero aprender más de esto, pero para darle un énfasis más político.

O sea, la fotografía como un lenguaje para un discurso político

La fotografía como la documentación política de la vida. Así le estoy viendo.

 

STR