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Se presentó La utopía del oprimido, el nuevo libro de Ramiro Ávila Santamaría

18 de abril, 2019

La presentación del nuevo libro de Ramiro Ávila Santamaría, el martes 16 de abril, atrajo a varias comunidades, en palabras del mismo autor: acudieron estudiantes universitarios de pregrado y posgrado; funcionarios de entidades en donde Ávila ha laborado, amistades, familiares…

La diversidad no solo estuvo en el público, sino también en los invitados para hablar sobre La Utopía del oprimido. Los derechos de la pachamama (naturaleza) y el sumak kawsay (buen vivir) en el pensamiento crítico, el derecho y la literatura. Un novelista, un cientista social, una jurista y una defensora de la naturaleza fueron los invitados para esta tarea.

Con las palabras de César Montaño Galarza, rector de la Universidad Andina Simón Bolívar, el público comprendió esta diversidad: “este libro tiene entradas desde la literatura, desde la filosofía, desde la sociología. Una invitación para que encontremos nuevos puntos de reflexión”.

En su intervención, el rector César Montaño Galarza dijo que “este libro es como un hijo de la resistencia”, dirigiéndose a Ramiro Ávila, quien se sonrió y asintió.

En su estilo diáfano y cercano, Ramiro Ávila confesó que estaba nervioso, pero también contento. Para él, la presentación del libro también significaba un “acto de múltiples homenajes”. Los primeros –dijo- son las personas que él invitó para presentar el libro: “Les he pedido que sean muy críticos, porque de eso se trata la academia”.

Cada invitado tenía el encargo de hablar de uno de los aspectos de esta obra de análisis jurídico –que como su contraportada expone- es un recorrido que se inicia “en el pensamiento kichwa, en la Sinfonía inconclusa de Schubert y con personajes como Don Quijote o Pedro Páramo, para abrir el análisis jurídico al arte y a conceptos críticos surgidos desde América Latina, con Bolívar Echeverría y Aníbal Quijano, entre otros”.

“El hombre sin corbata que prefiere ir en bicicleta o caminar” es la imagen que construyó Leonardo Valencia para hablar de Ramiro Ávila. Sobre el libro dijo que “habla de utopías, pero con los pies en la tierra”. Resaltó la amplia lectura de Ramiro Ávila; su mención de un gran espectro de autores como Alejo Carpentier, José Saramago, Paul Auster, entre otros. “Recurre ampliamente a la literatura. La literatura, como lo dice él mismo, contribuye a una comprensión holística de la utopía. Permite entender lo que el lector no ha vivido”, señaló Valencia.

Así mismo, se refirió al diálogo que establece Ramiro Ávila entre el pensamiento europeo y el andino, el sentipensar. En su intervención Valencia también resaltó el hecho de que Ramiro Ávila, en su libro, “activa una categoría: los derechos estéticos”.

La lectura jurídica vino desde la voz de Daniela Salazar, vicepresidenta de la Corte Constitucional. Para Salazar, “este libro es distinto al resto, que rompe esquemas. Es único por la profundidad de la reflexión; profundamente crítico al derecho hegemónico actual. Él siempre está inconforme con el derecho hegemónico”.

Para Salazar, uno de los puntos a resaltar en el libro de Ramiro Ávila es que “propone acercarnos a otras disciplinas”. Además, muestra caminos distintos dentro del Derecho. En palabras de Salazar, “página tras página uno siente qué equivocado que ha estado del Derecho”. Por ello, dice la jurista, este libro es una invitación a “perder el miedo a la utopía”.

Otro de los planteamientos que compartió Salazar fue que “Ramiro también se toma muy en serio el tema de la exclusión de las minorías y de las mayorías”.

El profesor Pablo Ospina, del Área de Estudios Sociales y Globales, fue el siguiente en intervenir. Relató cómo las lecturas de Erik Wright cautivaron a Ramiro Ávila, al punto que Ospina reconoce sus huellas a lo largo del libro.

Ospina enfocó su atención en autores del pensamiento latinoamericano e internacional que aterrizan en La utopía del oprimido: “en el libro de Ramiro pasean con generosa y ecuménica benevolencia tanto pensadores marxistas medianamente ortodoxos, como David Harvey o Bolívar Echeverría, con los íconos del pensamiento decolonial, como nuestra colega Catherine Walsh, Walter Mignolo. Y esos autores no esconden sus discrepancias ni ahorran sus críticas específicas. Ramiro los abraza a todos”.

La última invitada en hablar fue Esperanza Martínez, miembro de Acción Ecológica. “Gracias por darnos esa oportunidad de sentarnos a hablar de la utopía, en este momento en donde la brújula parece estar descompuesta”, fueron sus primeras palabras. Martínez aterriza las lecturas que se han dado del libro, a la interpretación de los derechos de la naturaleza desde lo escrito en las leyes, a lo vivencial en la cotidianidad del país.

“Ramiro ubica estos conceptos como parte de búsqueda de estos paradigmas. De alguna manera están recogidos en la academia, en la poesía, en la música. También nos plantea que aparte de estar escritos, están inscritos en el espacio comunal”.

Mientras Esperanza Martínez continúa con su intervención, las miradas de los asistentes miran con alegría y gratitud a Julio César Trujillo, quien llega para juntarse a la mesa principal. Martínez dice que “la visión de pachamama y sumak kawsay, él lo reivindica como un ejercicio de mestizaje. Plantea que en la pachamama se funde esta noción de sujeto, que es propiamente occidental, propiamente del mundo del derecho, con toda la idea del mundo andino. Y nos plantea cómo en la visión del sumak kawsay, se juntan algunos teóricos que han reflexionado sobre la idea de la relacionalidad, la reciprocidad, la corresponsabilidad. Pero él incorpora, la afectividad, la espiritualidad. Es decir, hace un ejercicio en donde él toma temas que han sido desarrollados por la academia, con aquellos temas  propios del mundo indígena”.

Llegó el turno del autor. Con camiseta estampada con un Quijote, contó que terminó de escribir el libro en 2016, año en que se recordaban 400 años de la muerte de Miguel de Cervantes. “El libro comienza con el Quijote cuando decide salir a pelear. Y acaba con el Quijote convirtiéndose en Quijano, recuperando la razón; llegar a la familia, estar con la sobrina, el cura. La locura del Quijote no era otra que mirar la injusticia”.

Ramiro Ávila cautiva al público y muestra cómo la literatura tiene la capacidad de dibujar imágenes de las realidades sociales y las concepciones. Es momento, dijo Ávila, de hablar de los homenajes que ha querido hacer mediante este libro. El primero es a los pueblos tagaeris y taromenanis. Refiriéndose a ellos, dice: “muchas de estas personas que huyen de este mundo, lo conocieron y huyeron de nuestro mundo”. El autor escribió una dedicatoria para ellos en el libro: “A los pueblos indígenas woarani, tagaeri y taromenani, que resisten cotidianamente y viven su utopía andina”.

Otro homenaje, que está contenido en el título del libro es a Paulo Freire y su Pedagogía del oprimido, libro que ha sido de cabecera, según confiesa Ávila.

Su pasión por los autores, como Freire o Roig pudiera extenderse en una charla amena. Sin embargo, dedicó sus siguientes palabras a los agradecimientos. “Aquí están muchas comunidades mías. Y estoy agradecido”. Hizo especial mención a Enrique Ayala Mora, Jaime Breilh y César Montaño Galarza. Buscó entre el público a quienes han guiado su camino académico: Santiago Andrade, Ernesto Albán Gómez, Julio César Trujillo… La familia, los estudiantes, los administrativos de la Universidad. Todos fueron reconocidos. Y también Piedadcita, su profesora del jardín de infantes: “mis primeras letras”, fue su frase, a la par de un caluroso aplauso de los presentes.

Al finalizar, Ramiro Ávila compartió su sentir: “el libro fue escrito con muchísima pasión, dedicación. Es el único libro que he editado varias veces. Espero que les haya motivado leer”.

STR