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El paraninfo acogió a académicos, autoridades de Salud y colectivos entorno al semáforo nutricional

22 de marzo, 2019

“Derecho a la alimentación sana y segura”, “información para decidir” fueron algunos de los carteles que mostraban los asistentes al Foro público “Semáforo Nutricional”, realizado el pasado martes 19 de marzo en el paraninfo de la Universidad Andina Simón Bolívar.

Este espacio acogió a organizaciones sociales, autoridades del sector gubernamental de la Salud, asociaciones de consumidores y agroproductores y a científicos. Se dieron cita ante “indicios” de que la industria estaría buscando retirar el semáforo de las etiquetas, según señaló Mónica Izurieta Guevara, profesora del Área de Salud de la Universidad Andina.

El viceministro de Salud, Carlos Durán, corroboró esta tesis: “Hay que ser francos, hay intereses industriales que ven complicado el ejercicio de política pública de transparentar la información al consumidor”.  Ante esto, el funcionario señala que el semáforo ha sido un logro que necesita “una defensa y lucha constante”.

Jaime Breilh Paz y Miño, director del CILAB Salud y del Programa Andina EcoSaludable de la Universidad Andina, fue enfático: “esta no es una reunión simplemente para referirnos a información académica; es una reunión de lucha por la vida, de defensa por la vida. Para que se sostenga tiene que tener una plataforma de una ciudadanía consciente, organizada”.

Como epidemiólogo crítico, el exrector Jaime Breilh se refirió a la problemática como efecto de la dieta neoliberal “que ha transmutado el alimento en mercancía, codicia, para que se venda a bajo costo”.

La resistencia de la industria no solo es en Ecuador, según señaló Reinaldo Páez, presidente de la Academia Ecuatoriana de Medina: “en Inglaterra, en el 2006 ya pusieron el semáforo en los alimentos y, desde luego, ya hubo protestas de agroindustriales que querían frenar la información que se daba al público”.

Con voz preocupada relató cómo en su consulta atiende a niños con problemas cardiovasculares, “Nos asusta a los que atendemos este tipo de especialidad, son enfermedades de todos los días, y no un caso. Son muchos casos. Son esas enfermedades crueles: al taparse las arterias, causan infarto cerebral”.

Por ello, este médico radiólogo se une al llamado de “educar a la infancia cómo deben comer, qué debe comer, qué no deben comer”. Para mostrar cuán nocivo resulta tomar bebidas que no tienen azúcar, pero sí edulcorantes, citó un estudio publicado el 12 de marzo, “en la que dice que quien toma dos botellas de edulcorante al día entra en tremendo riesgo de llegar a un infarto cerebral o a una pérdida de memoria”.

Ante la epidemia de obesidad y sobrepeso, Breilh señala la necesidad de fortalecer herramientas como el semáforo nutricional: “hay que alertarle al consumidor que sepa que está mirando en la etiqueta una apreciación académica y científicamente fundada y respaldada por la autoridad nacional y que le está orientando de cómo comer bien”.

Cifras, estudios, testimonios, informes técnicos. Todos alertan de la necesidad del cambio de hábitos alimenticios. ¿Cuánto ayuda el uso del semáforo en las etiquetas? De acuerdo con un estudio de Santiago Terán, solo el 9% de los compradores estudiados hacen caso de las indicaciones del semáforo, a pesar de que el 66% comprende el mensaje.

Estos datos advierten de que se requieren ajustes a esta herramienta. Y las autoridades lo admiten. La ministra de Salud, Verónica Espinosa, afirmó que se deben “de evaluar las políticas y cuáles son las oportunidades de mejora. Pero no por eso se pude sacrificar lo ganado”.

La Ministra realizó un recorrido al tema, desde los aspectos de la Salud hasta los costos para el Estado. Para Espinosa, es necesario mirar este tema también desde la situación socioeconómica: “¿cuál es la realidad de personas con menos acceso a la educación, a conocer qué implica alimento nutritivo?”

Las cifras dan cuenta de la realidad: en el Ecuador, 1 de cada 4 niños menores de 5 años presenta talla baja para su edad. Tres de cada 10 niños entre 5 y 11 años tienen sobrepeso u obesidad. Por otro lado, 6 de cada 10 adultos entre 20 y 59 años presentan sobrepeso u obesidad, proporción que se mantiene en personas mayores de 60 años. Esto se resume en una cifra: 8,6 millones personas en Ecuador tienen sobrepeso u obesidad.

Esta situación le cuesta al Estado ecuatoriano 1 746 millones de dólares al año, lo que representa el 1,7 % del PIB. Esta fue la alarma que llevó a la búsqueda de políticas que permitan mejorar las condiciones de alimentación de la población, señala Espinosa. De esta manera se originó el semáforo, “con un sistema gráfico y fácilmente comprensible, incluso para quienes no pueden leer”.

El uso de esta herramienta ha evidenciado “algunos cambios de comportamiento hacia decisiones saludables. Las personas prestan más atención”. Sin embargo, también “ha aumentado los productos con edulcorantes y la producción de snacks salados”, señaló la ministra Espinosa.

Otra de las panelistas, Gina Watson, representante Organización Panamericana en Ecuador, hace un llamado a que la población se apropie de este tema: “si la población no se apropia de esto, en poco tiempo, veremos un escenario muy gris, que las generaciones de nuestros nietos no lleguen a la edad de sus progenitores”.

La población debe defender las medidas que protegen su salud, porque –agrega- hay mucha presión por la industria”. Asimismo, “las escuelas y los colegios tienen papel fundamental en eso. Y es una discusión que hay que llevar a la mesa de los hogares”.

En búsqueda de la defensa de herramientas como el semáforo nutricional, el Ministerio de Salud se unió a la academia: Universidad Andina Simón Bolívar, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –Flacso-, Academia Nacional de Medicina y el Comité Nacional de Bioética.

Entre los estudios que se mencionaron durante el encuentro, estuvo el realizado por el consorcio EKOMER, en la que se incluyen instituciones como la Universidad de Montreal, Universidad de Toronto, el Instituto de investigación en Cambrige, la Universidad Católica y la Flacso. Myriam Paredes, presentó los principales resultados de una investigación realizada a 5 000 familias en Ecuador, en Quito, Ibarra y Riobamba. Entre las conclusiones, señala Paredes que la no utilización del semáforo está asociada a una mayor frecuencia de consumo de bebidas azucaradas.

Los hábitos alimenticios surgen desde la infancia temprana. Betzabé Tello, profesora de la Universidad Católica y miembro del Comité Nacional de Bioética, describió cómo los niños se encuentran en una situación de vulnerabilidad, de acuerdo a sus etapas de vida.

El estilo de vida lleva a las madres a reintegrarse prontamente a su vida laboral, luego de haber dado a luz. Acuden a los sucedáneos de lecha materna. Por otro lado, a los seis meses de vida, los lactantes ya tienen en sus manos dispositivos de pantalla para distraerse mientras comen, cortando un proceso de experimentación de niños en su relacionamiento con los alimentos. Tello explica cómo el niño, primeramente, tiene una atención a la pantalla y no al alimento. Además, un alimento artificial. El problema que se da –explica- es porque “las conexiones en el cerebro están ligadas al desarrollo”.

Una de las asistentes al foro, Rocío Caicedo, especialista en nutrición y lactancia, explicó que “las madres en período de lactancia deberían saber que las leches de fórmula también tienen azúcares añadidos, que no constan en la etiqueta, o aparecen en idiomas extranjeros”.  Caicedo señala que “un niño tiene necesidad de la leche que tiene el azúcar natural, y les damos un azúcar sintética. Y se retardan respuestas inmunológicas en los bebés”.

A ello se suma el neuromarketing que aprovecha que el infante, en sus primeros años de vida no siempre distingue realidad de fantasía, y por ello “puede llegar a creer firmemente en la publicidad. Las carencias educativas y de opciones saludables producen un ambiente obesogénico”, agrega Betzabé Tello.

El foro despertó el interés social. Mientras los ponentes presentaban sus argumentos en favor del fortalecimiento del semáforo en las etiquetas de alimentos y bebidas procesadas, las redes sociales fueron un escenario paralelo: con imágenes con mensajes en favor del semáforo y de un consumo informado; comentarios y cifras, el hashtag #DefensaEtiquetadoSemaforo se volvió tendencia de la noche.

Asistentes al foro también pidieron el micrófono para manifestar su apoyo, y la intención de elaborar un manifiesto que permita fortalecer las acciones en favor de un consumo informado. Entre ellos, Marcelo Aizaga, coordinador de la campaña Qué Rico Es y convocante de organizaciones sociales,  de consumidores; Paulina Murillo, representante de usuarios y consumidores, en la Defensoría del Pueblo; Johnny Jiménez, dinamizador de economía social y solidaria; Diana Cabascango, del Movimiento agroecológico del Ecuador.

La chef y nutricionista Michelle O’Fried fue otra de las asistentes. Advierte de que además de tomar conciencia de un consumo individual, las personas también “tenemos pensar en tomar las decisiones en relación al efecto al ambiente”.

Este tema seguirá siendo tratado en diferentes actividades organizadas desde la Universidad Andina a través del Área de Salud y su Programa Andina EcoSaludable, y de uno de los laboratorios de última generación: Centro de Investigación y Laboratorios de Evaluación de Impactos en la Salud Colectiva, CILAB Salud.

STR