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Una forma adicional de construir la historia

8 de septiembre, 2015

                                                    Por Germán Rodas Chaves
Tomado de Diario La Hora - sección: artes


El objetivo de aproximarse a las leyes del desarrollo de la medicina y a su dependencia con las diferentes estructuras de la sociedad en periodos específicos de nuestra historia, es una forma particular y complementaria de construir la historia ecuatoriana. 

En esta perspectiva, el Taller de Historia de la Salud en el Ecuador de la Universidad Andina Simón Bolívar desarrolla su actividad y, en este entorno, puso en circulación dos libros: ‘El proceso Juliano. Pensamiento utopía y militares solidarios’, de Jaime Breilh Paz y Miño y ‘Ricardo Paredes, el médico que se formó bajo la huella de la Revolución Juliana’ de quien escribe este artículo.

En efecto, el mencionado Taller incursionó, en los dos últimos años, en el estudio de la Revolución Juliana (1925- 1931) y su influencia en la salud colectiva. La actividad referida ha propiciado, de esta manera, la sistematización de los aportes con los cuales la ‘Juliana’ contribuyó en el país y ha favorecido el debate sobre la participación de los sujetos sociales e individuales que hicieron posible aquel proceso histórico en el Ecuador de la segunda década del siglo XX.

A propósito de las publicaciones indicadas, es importante reflexionar sobre el rol de la historia de la salud como instrumento auxiliar o complementario para aprehender nuestra historia, tanto más que las bases epistemológicas para construir la historia de la salud han experimentado un proceso de modificación, supeditados a la propia evolución del pensamiento.

A mediados del siglo XlX la historia de la medicina –no la historia de la salud– se preocupó en recuperar los asertos de la práctica médica en determinados momentos del devenir humano y en callar sobre sus errores bajo la premisa de que “no debían ser contados”. Posteriormente, surgió una escuela preocupada en divulgar los orígenes de la enfermedad en la antigüedad, a fin de exponer lo que se ha denominado “el arte de curar”.

Luego se avanzó a una etapa en la que el objetivo de la historia de la medicina se circunscribió a relatar la historia de las enfermedades y a identificar los métodos y tratamientos para enfrentarlas, en cuyo contexto se propició, además, el recuento de los personajes que habían intervenido en la antinomia salud-enfermedad.


En la actualidad, la preocupación de quienes trabajamos, adicionalmente, en la historia de la salud se halla alrededor de estudiar los periodos de la historia nacional y de reconocer su influencia, también, en la salud colectiva. Todo esto porque al género humano no se le puede excluir de su hábitat o de su vida social, al identificar las particularidades de un momento estructural determinado o en relación a la incidencia de la ciencia médica y de sus determinantes sociales en un periodo específico.

Jaime Breilh Paz y Miño ha promovido desde hace muchos años, desde el campo de la epidemiología, la importancia de la salud colectiva, objetivo que hoy constituye uno de los importantes retos del Taller de Historia de la Salud, espacio académico multidisciplinario fundado hace cerca de tres lustros por Plutarco Naranjo y Rodrigo Fierro y que hoy se ha dinamizado, además, por la interacción con la Academia Nacional de Historia del Ecuador.

Ser el responsable de esta actividad, hoy es un empeño de este, su amigo, queridos lectores, y comprenderán que, al mismo tiempo –y por ello lo comparto– una responsabilidad que me nutre no solo la vida académica, sino ese rincón del alma al que el hermano mayor de América, José Martí, llamaba “el mundo de la subjetividad humana”.