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Boletín Spondylus

Roberto Giraldo: --La asociatividad es un mecanismo que dinamiza los sectores económicos--


Publicado: 18-05-2011

Por Marcia Almeida
Docente del Área de Gestión

Transcripción
Andrea Calderón
Estudiante de la Maestría de Estudios de la Cultura

 

Roberto Giraldo, Director del Grupo Modelos Asociativos y Líneas de Competitividad de la Universidad Antonio Nariño de Colombia, visitó el país para participar en el conversatorio "Asociatividad empresarial para la competitividad. Experiencia entre Ecuador y Colombia" que se realizó en la Andina.

Durante su estadía se definieron los detalles para un acuerdo de cooperación académica en temas de emprendimiento y asociatividad entre la Universidad Antonio Nariño y la Universidad Andina Simón Bolívar. Aprovechamos su presencia para obtener sus criterios sobre el tema de la asociativa empresarial.

¿Cómo está ayudando actualmente el gobierno colombiano al tema de la asociatividad empresarial?
El gobierno nacional desde el 2000 ha impulsado el tema de la asociatividad empresarial en Colombia generando una política pública, que ha llevado el país a una estabilidad económica, una política pública nacional, regional y local. Esto permite y facilita apuestas productivas y el desarrollo de 16 sectores económicos promisorios y que el país necesita entonces impulsar.

Creemos desde el gobierno nacional, regional, los locales, los empresarios y el Ministerio de Comercio Industria y Turismo que la asociatividad es el mecanismo para que se dinamicen esos sectores económicos y que se genere alta competitividad en Colombia, de caras a mercados internacionales.

¿Cuáles serían los factores críticos de éxito, que les han ayudado a los sectores como el agroindustrial, para que éste sector haya emprendido el proceso de asociatividad y lo hayan hecho de manera exitosa?
Hoy contamos en el departamento de Cundinamarca, en Colombia, con una serie de cadenas productivas en diferentes sectores, en el marco del proyecto ciudad región capital hoy 2004-2014 que ha continuado satisfactoriamente.

Ese proyecto que es una política regional que involucra todo el departamento de Cundinamarca y Bogotá, nos lleva entonces a que uno de los sectores promisorios es la agroindustria, con alto valor agregado. Y es la asociatividad la que permite, entonces, que los empresarios puedan empezar a dinamizar sus negocios y beneficiarse desde el inicio de los proyectos.

Uno de los factores es que, primero, existe la política departamental; segundo, que Bogotá le ha apostado al desarrollo también regional; tercero, que de alguna u otra forma el gobierno nacional ha generado políticas y mecanismos de financiación, de apalancamiento de emprendimiento, de capacitación a través del Sena, vinculándose también universidades, apostándole desde la investigación y el desarrollo, generando iniciativas de planes de negocios, de proyectos muy pertinentes, los empresarios también con sus capacidades, sus inversiones y sus contrapartidas han estado apostándole al proyecto. Y eso es un mecanismo en donde todos colaboramos, todos nos apoyamos y es una apuesta de todos.

¿En ésta apuesta cómo participan en realidad los empresarios?
Hasta hace poco, los empresarios estaban vinculándose con proyectos a todas las iniciativas asociativas, con contrapartidas en especie. Ahora es fundamental que el empresariado colombiano también genere contrapartidas en dinero líquido. Eso a más de uno lo ha imposibilitado continuar, pero otros le han decidido apostar porque han visto los beneficios de caminar por la ruta de la competitividad en compañía de otros complementándose.

Entonces tenemos recursos del gobierno nacional, regional y local, que son contrapartidas o son recursos no reembolsables, recursos blandos. Hay un sistema de crédito para la pequeña, mediana y microempresa en Colombia a través de las entidades financieras con bancos de segundo piso como Finagro, que le está apostando a la asociatividad en el sector agroindustrial y el mismo Banco Agrario. Tenemos alternativas también de recursos internacionales, a través de oficinas de cooperación internacional, de Universidades que le están apostando a diferentes sectores y los empresarios con su compromiso, responsabilidad y acción de gestión empresarial, son los que dinamizan todas las figuras.
 
¿Cuáles son los paradigmas que han tenido que enfrentar? Y ¿qué opinas que pasa en Latinoamérica?
Muchos paradigmas se logran visionar dentro de las figuras asociativas. Uno de ellos es que el empresariado colombiano necesita de mayor formación y formalización. Y dentro de ese proceso pues necesitamos apostarle al largo plazo a relaciones que nos permitan proyectarnos como países, como regiones y como empresarios a más de 10, 20, 30 años. Es un pensamiento estratégico que hace falta en nuestra actitud latinoamericana.
 
Otra de las cosas es que debemos impulsar nuevos mecanismos y esquemas propios. Estamos importando modelos y enfoques desde otros países en donde sus contextos les han permitido salir adelante, pero tal vez en nuestros países no funcione igual y eso lo estamos adoptando como moda y eso nos ha llevado a grandes problemas, a exigir un desarrollo endógeno más allá de un desarrollo exógeno. También necesitamos hacer reconversión industrial, necesitamos aplicar ciencia, tecnología e innovación, a partir de la investigación, aplicación de estrategias tecnológicas pertinentes con el sector empresarial y ahí es donde juega un papel importante la universidad.

En Colombia hemos impulsado la triada, al igual que en el Ecuador, Universidad, empresa, Estado. Eso permite entonces unas dinámicas importantes en donde los empresarios son empresarios; la academia la universidad genera investigación, y el Estado facilita, soporta, regula, apoya a partir de la política pública.

¿Cómo pueden contribuir las universidades para integrarse articularse a la asociatividad empresarial?
Es formar, orientar, facilitar. Cuando las universidades entran a reemplazar esos papeles de los empresarios o del estado ya están entrando en otras dinámicas y en otras dimensiones. La universidad está hecha para investigar, para generar transferencia de tecnología, para generar nuevo conocimiento, para formar, para orientar la gestión y para impactar también con proyectos la política pública. Las universidades tenemos esa dinámica. Entrar a ser órganos de control o de soporte; generar políticas públicas eso le corresponde al Estado, o asumir papeles de empresario pues eso ya es otra dinámica. Y articularnos bien sea desde la investigación para generar consultoría o hacer alianzas con empresas consultoras que nos faciliten esa dinámica.

¿Cómo vincular a la universidad a las micro y pequeñas empresas?
La micro, mediana y pequeña empresa es la realidad de nuestros países latinoamericanos. Si observamos en México, en Chile y en España han sido el motor dinamizador de las economías y gracias a ellas han logrado todo su desarrollo. Son empresarios que necesitan formalización y necesitan también formación, formalización mucho más allá de la legalidad y formación como gestores empresariales, como empresarios en el ámbito nacional e internacional, que impacten que tengan responsabilidad social y empresarial, eso es fundamental.

Es decir las universidades tenemos la responsabilidad de apoyarlos en esos mecanismos de desarrollo y el papel de nosotros de facilitación y de formación es fundamental para esos empresarios que no pueden seguir estando aislados sino integrarlos en modelos asociativos.

¿Cuáles son las perspectivas de la alianza firmada por la Universidad Antonio Nariño y la Universidad Andina de Ecuador?
Estoy plenamente convencido que la alianza que hemos suscrito es plenamente satisfactoria para ambos países y para la región. Porque nos va a servir para multiplicarla en todos los países del área andina, somos dos líderes que, desde Quito y Bogotá, estamos apostándole a nuevos mecanismos de competitividad.

La escuela de posgrados de la UASB, genera una dinámica con connotaciones nacionales e internacionales fundamental, la Universidad Antonio Nariño le esta apostando al desarrollo empresarial y comunitario a nivel nacional y eso nos complementa porque podemos entonces iniciar una línea de investigación en asociatividad binacional con unas connotaciones grandísimas para todo el empresariado, dos porque podemos generar proyectos comunes y grupos de investigación que permitan entonces un nuevo conocimiento en ese sentido pero a partir de nuestras realidades, porque podemos invitar a los empresarios para que nos acompañen en nuevas figuras de competitividad y de internacionalización.