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Boletín Spondylus

Repensar el Derecho desde el arte


Por: Eddy De la Guerra

Edición del video: Fernando Andrade

Fotografía: Hugo Pavón

Edición del texto: Sofía Tinajero Romero

 

La Red Iberoamericana de Cine y Derecho organiza el 30 Congreso Internacional de Cine y Derecho, en la Universidad Andina Simón Bolívar. Uno de sus ponentes es Manuel Fernández, docente del Tecnológico de Monterrey, autor de la conferencia “Verdad y Big Fish: una perspectiva de la realidad del Derecho”.

A propósito de su visita, Eddy De la Guerra, docente del Área de Derecho y Directora General Académica, entrevista a Fernández sobre la enseñanza del Derecho a través del arte.

 

Qué gusto tenerte aquí, en el campus de esta universidad, qué bueno poder contar contigo. Nosotros tenemos una excelente relación con las universidades mexicanas. Tenemos un vínculo muy cercano con colegas, amigas y amigos de México. Así que estamos pues muy contentos de tenerte aquí, con ocasión de este importante congreso.

¿En qué momento te diste cuenta que debías pertenecer a la Red Iberoamericana de Cine y Derecho, y por qué te parece importante que existan este tipo de redes que van más allá de estas típicas asociaciones de temas específicos?

Es una pregunta complicada, porque no sé si identifiqué un cuándo. Uno de los fundadores de la Red Iberoamericana de Cine y Derecho es José Ramón Narváez, fue mi maestro. Y yo notaba a lo largo de mi proceso como estudiante, después como maestrante, y finalmente en mi proceso como profesor, que siempre que hay un tema de vinculación de cine y Derecho, se trata de lo mismo. Películas de abogados, películas de juicios, películas de procesos políticos, y raramente se sale de esa casilla.

Entonces, uno se pregunta, ¿no hay Derecho más allá de estas películas? Y la respuesta me parece muy obvia; me parece que sí. Yo creo que el Derecho como fenómeno social tiene mucho que ver con hechos generales a partir de los cuales se abstraen principios específicos.

Yo creo que cuando viene y se materializa esta Red Iberoamericana de Cine y Derecho, que se atreve a explorar aspectos de la cultura popular, que van más allá del filme de abogado, que va más allá del filme engorroso –si quieres- de lo que es el Derecho, nace mi interés por incorporarme.

A partir de ahí, obviamente se ha hecho una invitación muy grande a que sea también un proceso de integración latinoamericana, y qué mejor lugar para un proceso de integración latinoamericana que esta universidad que, a título personal, me encanta. Es una universidad que es puntera en el desarrollo de discursos de política pública, de avances en el Derecho. Es una universidad que critica y propone, que es algo que urge en América Latina.

Somos un bloque que repite, que toma las ideas europeas, que toma las ideas de Estados Unidos, pero que poco propone. Y creo que conformar este ejercicio tan bello, tan honesto es la razón por la que me incorporé a este proyecto, desde hace unos seis años.

Yo también soy parte de la Red ya varios años. Tuve mi primera participación en un congreso que se organizó en Medellín, en 2017. Ahí conocí precisamente a José Ramón Narváez, a Edith Chávez Huanca que son las personas que luego me vincularon a más y más actividades.

Y una de las cosas que me fascinó de la Red es que nunca se encasilló exclusivamente en el cine. Muchos de los congresos que se han organizado han tocado temas como, por ejemplo, los videojuegos.

Entonces, tomando en cuenta que la Red es amplia y que no trabaja solamente la relación cine y Derecho, te planteo una pregunta basada en mi experiencia como docente. En mi criterio, la docencia del Derecho puede ser o un ejercicio terriblemente aburrido donde tú lees normas, analizas normas, cuestionas también la norma; puedes llegar a ser crítico, pero sigue siendo terriblemente aburrido.

O puede ser una enseñanza desde la pedagogía de la imaginación. Y eso se puede hacer a través de las artes: cine, música, teatro, fotografía, muralismo, entre otras. Es decir, el cielo es el límite cuando hablamos de arte.

Entonces, tomando en cuenta esta experiencia mía pedagógica, además del cine, ¿qué expresiones artísticas te gustaría a ti utilizar o ya estás utilizando cada vez que estás en contacto docente con tus estudiantes?

Yo creo que el arte es completamente reconocido en materia pedagógica. No hay forma más importante de educar y sensibilizar. Y hago mucho énfasis en la palabra de la sensibilización, porque justo el arte es una expresión que nos mueve en el área emotiva. Y es un área que no se toca, porque normalmente las academias de Derecho, al menos en la experiencia mexicana y de algunos países que he visitado, están concentradas en el híper racionalismo. Y vemos que es un juego muy falso, porque en el fondo, además existen personas que son profundamente emocionales. Somos nosotros, los iberoamericanos.

En ese sentido, me gusta mucho explicar a través de la novela, a través de los videojuegos. De hecho, en el evento de videojuegos estuve a nada de tener una voz; se me complicó el haber llegado ahí, porque era servidor público en ese entonces, pero efectivamente yo disfruto mucho de todas las propuestas.

Estamos en un doble matiz: además de ser abogados, somos educadores. Y la pedagogía hoy tiene que estar concentrada en una generación que tiene un estándar de atención muy pequeño, que tiene que conocer todo en un tik tok, en un youtube, en un reel de Instagram. Entonces, estas informaciones dosificadas y estos contenidos te obligan a tener un valor agregado en el proceso de enseñanza, donde pueda salir más allá de la cátedra discursiva, como perfectamente bien ejemplificas: leer leyes.

Porque, además, ¿quién hace las leyes? Realmente no las hacen los abogados; las hacen los políticos. Y muy probablemente esas leyes especialmente, en los procesos latinoamericanos cambien.

Entonces, es un ejercicio muy vacío si nosotros no enseñamos la esencia del Derecho, que es la jurisprudencia. La jurisprudencia entendida como facultad de discernir en casos legales. Y creo que es una gran pregunta, porque en lo que más me apoyo yo probablemente hoy por hoy sí son el cómic, la novela y los videojuegos, porque además soy fanático.

Nosotros hemos utilizado todas esas experiencias. La Universidad Andina Simón Bolívar ha sido siempre pionera, no solamente en sus programas de especialización, maestrías y doctorados, sino también en la educación continua.

En el ámbito, precisamente, de mirar de manera distinta la enseñanza del Derecho, hemos tenido algunas experiencias muy interesantes, como por ejemplo fueron nuestros cursos Miradas estéticas de la Justicia y el Derecho. Y hemos organizado algunas exposiciones sobre cómic andino, y tenemos una publicación que se llama Cómic andino, Justicia y sociedad, donde la Universidad convocó a un conjunto de artistas, tanto gráficos como tinturistas, a participar en la creación de historietas. Contamos con una excelente colección de historietas cortas e historietas largas que nos narran muy esencialmente la versión latinoamericana, la versión andina de lo que sería un héroe. Un héroe que Latinoamérica necesita.

Hay una historieta que está dedicada a Simón Bolívar, como un héroe –como lo que es-, pero desde el manga. Y existen también otras creaciones que se vieron en esta obra de súper héroes que podrían teóricamente en algún momento aparecer en nuestra sociedad. Héroes, personas –como ustedes, como yo- que en algún momento realizan una buena acción y ganan ese reconocimiento de la sociedad.

Dicho esto, ¿qué es un héroe? ¿Quién puede ser un héroe o una heroína?

Yo creo que es fundamental entender que el héroe, por definición, es aquel que realiza un acto heroico. Y eso es en donde me quiero concentrar. ¿Qué es el acto heroico? Es ir más allá de lo que exigen las circunstancias. Es un ejercicio de autosacrificio en pro del beneficio de otras personas. Esto hace que potencialmente todas y todos podamos ser heroínas o héroes, y ¿por qué? Porque a final de cuentas, el héroe normalmente lo tenemos encasillado en un relato donde tiene características esenciales, que lo separan de la media. Especialmente, el héroe clásico, el héroe griego, o incluso el héroe del cómic nace con un poder añadido.

Pero voy a hablar de uno muy particular. No muy gustado además por el fandom del cómic. Hablamos del Capitán América. En estricto sentido, es una persona con habilidades excepcionales pero que nunca llegan a estar al nivel de otros héroes con los que se rodea. Y, sin embargo, toma roles de liderazgo. ¿Qué es lo que le distinguen? Lo distingue un código moral que, además, es muy interesante porque de cara a un Estados Unidos que tiene una crisis identitaria muy patente, se ha mantenido a lo largo de los años prácticamente inmutable. Y es un código que está basado en la protección del débil, que está basado en la búsqueda de la justicia, incluso más allá de la ley. Está basado también en el tomar decisiones que nadie quisiera tomar. Potencialmente, eso habla que cualquier abogado o cualquier abogada podría estar situado en la posición de ser heroico.

Y es que es eso. Los héroes no nacen a través de la mordida de la araña, no nacen a través del laboratorio. El héroe nace a través de acciones concretas; el crear una política pública que beneficia a las mujeres; el apoyar a los pueblos originarios; el apoyar incluso al desarrollo económico del empresario, porque se habla poco de eso.

Normalmente, situamos al heroísmo en cosas muy extremas, pero hay heroísmo cuando nosotros salimos a ayudar en una crisis. En México pasa mucho. Yo vi nacer héroes de personas que sin tener ninguna necesidad estaban ayudando a rescatar a las personas en el sismo del 2019. Ahí están los héroes.

Los héroes están en los quirófanos, están en las aulas, están en todos lados.

Y esa es precisamente la esencia, es la génesis de lo que queremos hacer con estos encuentros que se denominan Cine y Derecho, porque pertenecen a la Red Iberoamericana de Cine y Derecho, que ahora lo ha querido compartir con nosotros, con la Universidad Andina, pero que en realidad quieren hablar de justicia. Y quieren hablar de las personas que son las dueñas de la justicia.

La justicia está en manos de las personas comunes y corrientes, en las personas con las que nos cruzamos todos los días en las calles. Y la justicia también está en las manos de los ciudadanos honestos, los que trabajan cada día, los que pagan sus impuestos y tienen derecho a recibir sus servicios. Ahí están los verdaderos héroes.

Entonces, cuando trabajamos estos temas de las miradas estéticas de la justicia, y lo decimos así “de la justicia”, y no “del Derecho”, en realidad lo que estamos tratando como universidad es apuntar a que debemos dejar de repetir el Derecho y dejar de enseñar el Derecho a través de la repetición de las normas.

Tenemos que empezar a enseñar sobre justicia. Y la justicia no es estrictamente lo que está normado, lo que está regulado. Son los sentires, son los saberes, son los sentipensares. Son sociedades equilibradas, son sociedades donde las personas solucionan los problemas de manera amigable. Donde siempre se busca una solución pacífica de las controversias, donde las personas que comenten errores tienen la obligación de disculparse, y las personas que han recibido una ofensa también tienen derecho a una reparación, pero asimismo tienen el derecho a superar los hechos como sociedad.

Entonces, cuando nosotros trabajamos estos temas en la Universidad Andina Simón Bolívar, no lo hacemos por novelería, no lo hacemos por tener una nota diferenciadora con otra universidad. Lo hacemos porque sabemos que el concepto de justicia es igual que el cómic, igual que la Biblia, igual que el Derecho: es sujeto a interpretación. Y esa interpretación viene de los sentires.

Entonces, con esto, quiero pedirte un mensaje para todas aquellas personas que se han inscrito en nuestro congreso internacional de Cine y Derecho, y a aquellas personas que ven esta entrevista, puedan interesarse.

Un mensaje que les darías sobre la relación que existe entre el Derecho y no solo el cine, sino todas las miradas estéticas.

Pues, a todas y todos los que nos ven, especialmente, estudiantes que son quienes están en los procesos formativos, que se atrevan a repesar. Que se atrevan a repensar todo lo que les he ensañado, porque al final del día, el repensamiento nos permite crear. Nosotros vivimos en un perpetuo ejercicio de dialéctica, donde las nuevas propuestas nunca van a llegar si todo se mantiene igual.

Obviamente, repensar el Derecho puede ser un ejercicio muy duro de libros. Pero también puede ser un ejercicio divertido. Y creo que es a lo que nosotros hemos apuntado con este esfuerzo de la Red Iberoamericana; entender que podemos disfrutar este proceso de pensamiento. Entender que a través de cómo sentimos, de cómo pensamos, de cómo interpretamos la realidad, podemos llegar a tener un proceso muy ameno de lo que puede ser aprender a ser abogadas y abogados.

Además, lo digo en el término más lato; es una profesión que da para todo. Da para el servicio público, da para la defensa, da para la carrera judicial. Y en todos ellos, el elemento común que podemos encontrar es siempre este: el de la creatividad. El de la proposición, el de encontrar soluciones a los problemas. Y el reto de que los problemas sigan complejizándose, y sigan aportando a construir una jurisprudencia se hace muy divertido, cuando nosotros encontramos otros lugares, y otras respuestas, especialmente en nuestra cultura popular, que es tan rica, que es tan vasta, y que da para todo. Da para reconocer, y para entender quiénes somos y cómo nos pensamos las personas que estudiamos Derecho.

Muchísimas gracias, querido Manuel, por esta entrevista. Esta es la primera de múltiples actividades que vamos a tener en el marco del Congreso Iberoamericano de Cine y Derecho.