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Boletín Spondylus

Comunicación audiovisual y violencia de género


Publicado: 20-05-2020

Por: Gonzalo Ordóñez

Transcripción: Jazmín Lozada

Edición: Sofía Tinajero Romero

 

Rigliana Portugal, presidenta de la Asociación boliviana de Investigadores de la Comunicación, y docente de la Universidad Mayor de San Andrés, estuvo invitada por el Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar. Durante su estancia académica, Gonzalo Ordóñez, profesor de esta Área, le entrevistó acerca de la competencia audiovisual en mujeres bolivianas, tema de su investigación doctoral. Ella realiza sus estudios doctorales en Comunicación, en un programa interuniversitario de la Universidad de Huelva, Sevilla, Málaga y Cádiz.

Me llamó la atención que en Bolivia, cada tres días muere una mujer víctima del feminicidio, y que las víctimas son mujeres de entre 30 y 59 años. Y otro dato que me pareció impresionante fue que el 60% se encargaban de los gastos de los hijos y eran el sustento del hogar, y el 30% se encargaban de cuidar a sus padres y hermanos. Son datos muy fuertes, y creo que cruzan de forma muy similar también con el Ecuador, así que me parece muy interesante. ¿Qué me puedes decir sobre este contexto?

En Bolivia es un contexto bastante complejo, porque este año que ha culminado, el 2019 Bolivia termina con 117 casos de feminicidio a lo largo del año, y comenzamos el 2020 con 9 casos de feminicidio, en la primera semana. ¿Eso qué está desnudando? El hecho de que lamentablemente Bolivia es un país altamente violento, pero esa violencia focalizada en las mujeres. Y como sabemos, el feminicidio es el resultado de matar a las mujeres por el hecho de ser mujeres.

 

Entonces, este es un problema bastante complejo, porque si bien hay edades que se van marcando como bien has señalado, también hay rangos como de estas 117 mujeres que fallecieron en Bolivia el 2019. Entre el rango de 19 a 29 años, llegaron a ser 41 mujeres aproximadamente. Y en el caso de las de 30 en adelante, las de 59, pues 48 mujeres. Entonces, eso nos muestra que en Bolivia de alguna manera desde la comunicación no solamente es importante visibilizar el problema, sino ahondar en algún tipo de solución que permita primero a ser más resilientes, a ser más preparados, generar procesos de prevención desde la infancia, niñez y la adolescencia. También en la juventud y también han habido casos de personas de la tercera edad que es mínimo, pero la cifra son 6 mujeres que entre las edades de 60 en adelante han fallecido producto de feminicidio.

Es indudable que la comunicación y quienes estamos en el lado no solo académico, sino del ejercicio profesional tengamos que llevar adelante estudios desde la academia que muestren la problemática, contextualicen la misma. Porque en este momento, según datos de la CEPAL, tanto Bolivia como Paraguay tienen los datos más altos en cuanto a feminicidio.

Estamos hablando de 2 por 100.000 mujeres. Entonces, realmente es un dato que nos ha motivado en la investigación a considerar cuál es esta relación de la violencia y cómo los medios, sobre todo desde el lado audiovisual, la televisión, trabajan, vinculan esta problemática, y si las personas que están del otro lado, las que están recibiendo los mensajes tienen desarrolladas competencias que les permitan no solo identificar violencia que lamentablemente también las primeras aproximaciones de estudio muestran que esta violencia está naturalizada en los medios de comunicación.

Por eso es la motivación de llevar adelante una investigación que permita establecer esa relación, y preguntarnos qué hacemos los comunicadores, qué hacen los medios de comunicación para contribuir o para minimizar el impacto de esta gran problemática, que es el feminicidio.

Si tienes una violencia naturalizada en los medios, podemos suponer que las audiencias también tienen naturalizada la misma situación. ¿Cómo puedes pensar las competencias? Sí, me imagino, tengo un supuesto que puedo estar equivocado, de que las competencias pueden responder a esta relación. Entonces, ¿cómo incidir en esto?

Hay que partir de cómo estamos entendiendo la competencia, y la competencia tiene que ver principalmente con 3 elementos centrales. Los conocimientos, o sea el saber de una persona respecto a algo. El saber hacer, que tiene que ver con las destrezas y habilidades; y el ser, que viene a ser todo este ámbito de las actitudes.

Cuando empezamos a analizar las competencias, observamos que en Bolivia la información que circula habla de datos de muerte, cifras, pero en medio de eso está permeado por un lenguaje sexista, por un lenguaje donde se parte de una mirada patriarcal, una mirada donde la mujer es realmente vista, no reconocida. Por ejemplo, está apareciendo en el estudio -y que se llama economía del cuidado- que por los datos que justamente al inicio compartías, estamos hablando de 117 mujeres que mueren y el 60% de ellas estaban encargadas del cuidado de sus hijos, y el otro 30% más o menos 30 y un poco más estaban encargadas de sus padres. ¿Qué quiere decir eso? Que hay un tema del cuidado del otro por parte de la mujer, que monetariamente no está reconocido y que nos llama a una futura investigación que tiene que ver con la economía del cuidado, también totalmente invisibilizado.

Entonces, las competencias nos han permitido a nosotros aproximarnos y entender estas dimensiones que manejan las competencias, a la luz de Joan Ferrés. Hemos trabajado con una estructura de dimensiones, que las establece Ferrés; en el 2006 habla de 6 dimensiones que luego más tarde conjuntamente con Piscitelli en el 2012 van a precisar 6 dimensiones con sus respectivos indicadores de análisis y explicación que divide cada una.

Eso es lo que hemos hecho, hemos mirado y estamos en investigación observando el contenido que está circulando, y ese contenido informativo nos muestra que, por ejemplo, en la dimensión del lenguaje hay un manejo de contenido sexista, y así sucesivamente.

De las mujeres y hombres que lo reciben

En las mujeres y hombres. Y por otro lado, hemos analizado la audiencia; y esa es la entrada que tenemos que profundizar también en la investigación. El estudio no es de recepción, pero sí va a considerar el trabajo de grupos de discusión con los cuales vamos a trabajar el contenido.

En una mirada inicial de aproximación, hemos observado que este contenido está en tal cantidad producido; hemos analizado un solo día, por ejemplo, en el noticiero donde aparecen 11 informaciones el 17 de julio del año pasado. Once informaciones vinculadas a hechos de violencia con muertes de mujeres, pero cuando mostramos la información, al parecer el contenido no llama mucho la atención.

Es como “bueno, qué pena que murió”. Pero la pregunta es ¿por qué?, ¿qué está pasando?, ¿nos hemos adormecido con la muerte de las personas, de las mujeres?, ¿ya no nos toca? Y aquí rescato un tema. Cuando hablamos de contenidos informativos, no podemos solamente tocar el ámbito racional, sino también el ámbito emocional, porque todo contenido racional pasa por un primer eslabón que es el emotivo.

Entonces, esto nos llama la atención a ver con más detalle qué pasa a nivel del lenguaje, qué pasa a nivel, por ejemplo, de estética. Las informaciones van acompañadas no solamente de música o un sonido especial que te invita al amarillismo, a la nota roja, sino que pareciera que las personas las está llevando una vorágine donde el tema de violencia es el pan de cada día.

A eso se suma que, en el caso del ex presidente Evo Morales Ayma, tenemos varios contenidos y varias situaciones en las cuales, lamentablemente, quien era la primera autoridad en el país mostraba con cierta burla y sorna el hecho de las mujeres, la presencia de las mujeres. Una minimización del rol protagónico que tienen las mujeres en Bolivia. Llegó en una oportunidad  –recuerdo- a decir que su ministra de Salud tenía que tener hijo, porque el no tener hijo estaba haciéndole pensar a él que podía ser lesbiana, como si el ser lesbiana u homosexual fuera un pecado.

Más allá de eso, ahí vemos también un tema muy importante, y que es el hecho de que las brechas de género -que son aquellas que debemos romper también en contenidos de información y todo esto- se han ido ahondando en distintos estadíos; estadío gubernamental, los espacios universitarios. En nuestro caso, el objeto de estudio, nos llama al contenido informativo y ver cómo se mueven las competencias de la audiencia.

Pero señalo esto, porque quiero dar el contexto. Bolivia es un país que tiene muy buena normativa; tenemos una ley 348 que habla de todo este tema de la violencia y reducción, y minimizar el impacto de la violencia en las mujeres y niñas. Pero, por otro lado, es un doble discurso, porque se dan este tipo de elementos que algunos observan. Ustedes pueden ver en YouTube están cargados estos ejemplos que les doy, donde luego se toma en sentido de burla cuando en realidad la lucha de cada día de las mujeres no solo en Bolivia, sino creo que sobre todo en América Latina, donde tenemos los indicadores muy altos de temas de violencia, nos dicen que tenemos que romper y reducir las brechas de género.

Quiero preguntarte algo a propósito de clases mías con mujeres jóvenes universitarias. En una clase que estábamos conversando sobre el tema del sexismo, me decían que sus compañeros no son machistas en términos duros, digamos. Que ellas sienten cierto machismo; una de ellas habló sobre el sexismo benevolente, que es cuando les invitan y no les dejan pagar; es como que eres dama y tú no puedes pagar. Salvo esta situación que las incomodaba no lo sentían así. Pero -y por eso la pregunta que te hago- Decían que los adultos, a partir de 40 años son los que se acercaban o incluso sentían ellos cierta violencia simbólica o real en el entorno. Entonces me parece que también tenemos aquí no solo la brecha de la que tú hablabas, sino algo intergeneracional. No sé si eso pasa en tu investigación.

El tema que estamos considerando nosotros, dentro de la tesis, tiene que ver, además del tema intergeneracional, con un tema intercultural, que es cómo miras al otro, cómo reconoces la importancia del otro. Hablando de jóvenes universitarias, el estudio está abordando también muchachas de universidad. Estamos abordando la universidad pública, que es la Universidad Mayor de San Andrés y tres universidades privadas. Si observamos los datos de violencia ejercida sobre mujeres en 2019, los rangos de edad de 41 mujeres de estas 117 mujeres están entre 19 y 29 años, que son rangos de edad más o menos de pregrado y será posgrado. ¿Qué nos está diciendo? Que estas mujeres son un grupo importante que siente la violencia de género; en su caso lamentablemente, traducida en feminicidio.

Entonces, este ejemplo que tú me das, ¿qué está mostrando? Que lamentablemente hay que trabajar mucho las masculinidades. No es un tema de la tesis, pero salta en el estudio -de lo que estamos recolectando-, la importancia de trabajar estas temáticas, no solo feminidades sino masculinidades, porque en realidad el hecho de que el hombre pague la cuenta, etcétera, al final el tema de fondo es que las mujeres no estamos pidiendo tener los mismos derechos de los hombres, sino queremos tener los derechos que tenemos como ser humano que somos, igual que los hombres. Entonces, hablar también de género nos ha abierto una puerta interesante –yo creo que esta es otra tesis también- que tiene que ver con los derechos de los hombres. En Bolivia, producto del ejercicio también machista y muy sesgado de la realidad, invisibiliza al ejercicio de violencia que se hace a hombres.

En el análisis de género es un poco más complejo esto. Se pueden abordar brechas, las brechas de género. Pero también hay que acordar estudios que nos permitan ver, por ejemplo, oportunidades de hombres y mujeres. Seguramente, va a saltar -por lo menos en Bolivia- ha saltado en varias investigaciones que las oportunidades para las mujeres siempre son menores que las de hombres, por los factores machistas patriarcales.

El otro elemento interesantísimo que sale para investigación, que podría ser considerado también por tus estudiantes, tiene que ver con lo que llamamos poder y voz, toma de decisión. Cómo se mueve el panorama y el espectro de decisión en los países de América Latina y en Bolivia. Este momento es interesante el estudio; tenemos una presidenta transitoria Jeanine Áñez. Tenemos una primera presidenta de la asamblea legislativa que es mujer; tenemos una presidenta del Tribunal de Justicia que es mujer. O sea, los espacios de toma de decisión están siendo cada vez más ocupados por mujeres.

Pero hay que realizar también -y se ha dado en Bolivia- de que si bien había mujeres en espacios de decisión, lamentablemente la toma de decisión real no era dado por una mujer, sino era dado por un hombre, aunque el hombre sea el que está después de la mujer en el cargo.

Y finalmente, el otro elemento creo que tiene que ver con recursos; el acceso a recursos de todo tipo: tierra, agua, recursos que tienen que ver con espacios, por ejemplo financieros; quiénes acceden a los recursos. En Bolivia hay estudios interesantes sobre propiedad de la tierra, por ejemplo, donde quien accede al recurso es el hombre, aunque la mujer trabaje. Si la mujer es viuda va a las reuniones, participa en los espacios, pero en el momento de toma de decisión es el hombre y el acceso al recurso, los papeles de la tierra pertenecen al hombre. Hay elementos que hay que trabajar mucho. En Bolivia se ha desarrollado, yo valoro muchísimo el tema normativo, pero falta mucho por hacer, falta mucho por andar, falta mucho por visibilizar, investigar. Y aquí yo creo que los estudios también en Ecuador no deben de distar de temas de violencia. Los estudios de corte comparativo que manejen violencia, toma de decisión, brechas, etcétera, en Bolivia y Ecuador, serían espacios interesantes que pueden abrir también nuevos escenarios de discusión y de análisis conjunto.

Gracias, Rigliana. Me parece que es muy importante el rol de la academia en términos de estos nuevos procesos sociales.