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Boletín Spondylus

Pedro Salmerón: --No hay paisaje sino hay percepción de su población--


Publicado: 29-03-2011

Por Edgar Vega
Docente del Área de Letras 
 
Transcripción y edición de video:
Andrea Calderón
Estudiante de la Maestría de Estudios de la Cultura 
 
En esta edición, Spondylus entrevistó al docente español Pedro Salmerón sobre los paisajes culturales y la conservación del patrimonio. Salmerón es un arquitecto con una amplia experiencia en gestión y conservación de patrimonio histórico, en la que destacan su intervención directriz en el Conjunto Catedralicio de Granada; colaboraciones con el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, con la Comunidad Europea y Latinoamérica; y una vasta producción académica.
 
Pedro Salmerón es Premio Andalucía de Patrimonio Andrés de Vandelvira; Premio Albaicín 2007 a la labor restauradora en patrimonio cultural; Premio CICOP 2007 otorgado por la Federación Internacional de Centros de Conservación del Patrimonio; Mención Especial Europa Nostra 2009 en el apartado Estudios al Plan Director de la Alhambra

Visitó el país para dictar la asignatura “Paisajes culturales” que es parte de la Especialización Superior en Gestión de la Cultura.

¿Hasta qué punto esta noción de paisaje cultural que tú y otra gente plantean colabora con otra interpretación de patrimonio, una distinta a aquella en la que patrimonio es algo estático, algo fijo, algo patrimonial y se mueve a una noción mucho más diversa que incorpora sobre todo la población?
Se trata en realidad de otra mirada que tiene que ver con el contexto. Estamos acostumbrados a tratar el patrimonio como objeto y a atender poco a sus relaciones con el sitio, su gente, y eso desde la perspectiva de paisaje cambia drásticamente. Ahí el patrimonio, como ente que se puede individualizar, se integra en un territorio y debe tenerse en cuenta qué piensa la población, cómo percibe las cosas porque se entiende que no hay paisaje sino hay percepción de esa población, percepción en un sentido muy amplio, no sólo percepción visual.

Nos comentabas que no interesa para la noción de paisaje cultural únicamente los bienes considerados por el canon como históricos o patrimoniales sino también todos los lugares de asentamiento humano y, por lo tanto, en ese sentido, un paisaje cultural no lo define el espacio que sea “bonito o no”, requiere que tenga otros componentes ¿cuáles son esos otros componentes que permiten interpretar a un espacio como paisaje cultural?
El convenio europeo en el que nosotros nos basamos para centrar los temas dice que paisaje es la porción del territorio, cualquier porción del territorio según lo percibe la población como resultado de la interacción entre el ser humano y el medio y además como prácticamente en todos los paisajes que conocemos ha intervenido el ser humano, pues todos son paisajes culturales. Se entiende que es cultural cuando hay una intervención del ser humano y, en ese aspecto, advierte el convenio europeo y nosotros siempre lo decimos que también los paisajes deteriorados deben ser considerados de interés para actuar sobre ellos.
 
Otra cosa es que hablemos luego de paisajes culturales de alto valor patrimonial, que ahí es donde entra un tipo de paisaje que, teniendo una cualificación especial desde el punto de vista del patrimonio histórico, tiene otra aserción: sigue siendo paisaje cultural, pero tiene otra mirada porque estamos ya en un sitio con ese entresijo patrimonial mucho más rico. Esto que quiere decir, que el paisaje cultural puede ser perfectamente un paisaje industrial deteriorado y puede merecer perfectamente la atención de todos para poder actuar sobre él.
 
Estoy pensando en nuestras ciudades, sobre todo en las zonas de expansión que crecieron sin una planificación sostenida o al menos prevista y que de pronto tienen unas situaciones urbanas conflictivas para su gestión, como por ejemplo el transporte, los servicios básicos ¿cómo intervenir desde esta noción de paisajes culturales en estos escenarios?
Para los que estamos vinculados con el patrimonio, estos paisajes culturales son los que tratamos normalmente, son los que tienen esos valores patrimoniales añadidos. Claro que es importante decidir qué pasa con determinados paisajes que son, por ejemplo, los barrios obreros, los barrios de asentamiento característicos de la ciudad donde se ha ido acumulando población y hoy son sitios con problemas importantes desde el punto de vista ambiental. Esos son paisajes culturales en los que interesa enfrentar esos problemas desde el punto de vista del paisaje, entonces ahí habrá que hacer primero un trabajo que se olvida que hay una identidad colectiva.

Es curioso, en estos días leí un trabajo de sociología urbana sobre un barrio que aparentemente nosotros lo vemos como un sitio “sin valor”. Ese barrio tiene para sus habitantes muchas cosas que se asocian con su vida propia en el lugar. Entonces, atacar eso desde el punto de vista del paisaje como herramienta significa, primero, conectar con esa población para ver cuáles son sus demandas para mejorar ese ambiente.

Claro que se pueden introducir muchas cosas que tienen que ver con la adecuación paisajística y que tiene que ver con las actividades que se desarrollan, con la actividad comercial que es tan importante para la gente que vive allí o la gestión de los espacios libres, la amortiguación de impacto de los sistemas de transporte, la mejora de los sistemas de transporte, el tema de la vivencia de los niños dentro del barrio y este es un tema muy importante porque nos olvidamos que en esos sitios viven niños que muchas veces no tienen una manera de salir a la calle. Ese tipo de cosas son los problemas que plantea el paisaje porque estamos hablando de cómo viven los seres humanos en un sitio.
 
Es decir cuando hablamos de paisajes culturales estamos hablando de la relación entre el entorno y los procesos culturales de los pobladores, y esos procesos son heterogéneos, complejos y dinámicos. Pero también hay un componente extremadamente conflictivo que deriva en tensiones políticas ¿Cómo enfrentar por ejemplo la presión urbanística que obliga a arrasar un lugar que, de pronto, se ha depreciado?
Tú planteas una situación un poco extrema de lo que es la cultura urbana que puede despreciar una zona para reconvertirla en otra. Ahí entramos en un problema de activismo urbano y político que no entra en la consideración paisajística.

Podría tener sentido estudiar el impacto que tiene en un barrio en el que estamos trabajando una zona de expansión de la ciudad desarrollar una infraestructura o una acción que tiene que ver con los sistemas generales de la ciudad y el impacto de esa estructura urbana para dañar la convivencia de la gente que vive allí. Entonces ahí se podría intervenir desde perspectivas paisajistas para impedir que eso sea una afrenta contra esa población. Pero si lo que se plantea es arrasar un barrio pienso que puede haber una rebelión por parte de la gente que vive ahí.

Eso es lo que está pasando en lugares que no están depreciados, pero que tienen una relevancia histórica como, por ejemplo, en Quito, el barrio La Floresta, que está alrededor de la universidad, en donde la presión de los pobladores ha hecho que esta fiebre por la construcción de torres y edificios sea más lenta.

Pedro, la gestión cultural es un lugar que requiere una intervención multidisciplinaria activa en los hechos, no solamente en la construcción discursiva. ¿Nos puedes hablar de la interdisciplinariedad en relación con la noción de paisajes culturales?
Es una cualidad inherente a los trabajos que hacemos en patrimonio, sea paisaje cultural u otro, en el Instituto Andaluz del Patrimonio. La palabra de la disciplina que ni aparece porque se da por sentado que tiene que haber ese contacto entre las disciplinas, esa fusión de las disciplinas a la hora de abordar un trabajo.

Por ejemplo, en paisaje, la antropología cuando entra en los estudios paisajísticos desempeña un papel fundamental para ver precisamente cuál es el posicionamiento de las poblaciones que viven allí, cómo ha sido la historia de ese lugar desde el punto de vista de los que lo habitan. La perspectiva del geógrafo o la del economista, en el estudio que estamos haciendo sobre paisaje histórico- urbano, la geomorfóloga que ha trabajado con nosotros nos ha descubierto una serie de perspectivas que nosotros hemos demandado, de cómo se formaba Sevilla a lo largo del tiempo y estamos hablando de un tiempo muy lejano y no de una idea que entrelazada con la historia nos permite tener una visión distinta de la ciudad. En definitiva las disciplinas lo que hacen es enriquecer enormemente nuestro trabajo y parece que como se dice en España, de cajón que eso este en la raíz de todos estos trabajos.
 
¿Cómo ves tú a América Latina y específicamente a Quito, como potencial lugar, con sus problemas, con sus dificultades para desarrollar la noción del paisaje cultural? Sin caer en el exotismo porque se puede sobrentender que como se trata de una ciudad que está al pie del volcán ya todo está resuelto.
La moda ahora es hablar de paisaje cultural, habría que tener cuidado con eso. Pienso que el potencial de América Latina es enorme y que si no se banaliza en el tema, el paisaje cultural es una herramienta bastante interesante para trabajar en un espacio, sea urbano, sea rural o sea mezcla de ambiente natural y ocupación humana en distintos grados de intensidad. En ese aspecto están unos países con una riqueza insospechada que los que venimos de afuera los vemos y vosotros también. No sabes cómo nos pasa en España, desconocemos lo que tenemos.

Lo único que se debe hacer es no magnificar el tema del paisaje cultural como herramienta sino tratar de que se incorpore a una gestión del patrimonio que de resultados y no sea una cosa que tengamos que forzar necesariamente, y que los ensayos sean buenos ensayos.

¿Qué destacarías de Quito, pensando desde esta perspectiva de los paisajes culturales?
A nivel global veo que es muy interesante la implantación de Quito en ésta especie de valle rodeado de farallones y que tiene que ver con la estructura volcánica de la zona. Entonces el atractivo de Quito es precisamente su holografía y ahí tiene muchas cosas por descubrir. Al mismo tiempo hay una naturaleza desconocida y por naturaleza me refiero a ambiente natural que incluye la ciudad, creo que maltratado pero que están interceptados con la propia ciudad y que sería muy interesante reconocer.

Luego me interesa mucho este desarrollo lineal con una lectura potente de Quito y hay que tratar de definir bien cuáles son sus límites y su dirección de asentamiento futuro porque está empezando a levantarse en sitios inadecuados, sobre laderas.

Si las ciudades no plantean su estrategia desde la perspectiva de lo verde, es decir del medio ambiente o del patrimonio, esas ciudades van a menos. Curiosamente hay personas que piensan que eso es retardatario y que eso en el fondo va a significar un atraso para la ciudad y no. Resulta que van a ser más competitivas esas ciudades que tengan en cuenta esos valores patrimoniales.