Conoce el campus universitario

Boletín Spondylus

La lucha por la transición ecosocial en Chile: aciertos y desafíos


Por: Miriam Lang

Edición del video: Fernando Andrade

Fotografía: Hugo Pavón

Transcripción: Salomé Tejada

Edición del texto: Sofía Tinajero Romero

 

Francisca Fernández, integrante del Movimiento por el Agua y los Territorios, de Chile, fue una de las ponentes internacionales en el IV Congreso Latinoamericano de Ecología Política, que fue organizado por el Colectivo de Geografía Crítica del Ecuador, Acción Ecológica, el Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo y el Grupo de Trabajo Ecologías Políticas desde AbyaYala.

En este contexto, Miriam Lang, docente del Área de Ambiente y Sustentabilidad, entrevistó a Fernández acerca de la incidencia de los movimientos sociales en Chile, en torno al medioambiente y el proyecto de la nueva constitución.

 

Francisca, tú eres una pensadora militante de Chile, eres feminista, eres ecologista. También, eres académica. Quisiera invitarte a contarnos un poco todas esas facetas de tu biografía.

Bueno, quizás lo más importante: integro el Movimiento por el Agua y los Territorios. Es un movimiento que se creó hace alrededor de 11 años en Chile, en una lucha muy importante que es por la despenalización de las aguas. Pero es un movimiento en que participamos organizaciones territoriales y pueblos.

Yo participo en tanto Somos Cerro Blanco, que es una experiencia de recuperación de un cerro en Chile, en Santiago, en la comuna de Recoleta, hace 22 años, donde realmente, hemos reconstruido un ecosistema donde hay un rol particular por las organizaciones indígenas, Aymara, Mapuche. También, desde nuestra descolonización, desde nuestro mestizaje. Ahí participa un movimiento del agua y también un espacio digital de comunicación, que se llama, Gaceta Ambiental.

Fui parte -ya me retiré hace un año- de un movimiento feminista muy importante, que fue la Coordinadora 8 de Marzo, donde constituimos un comité socioambiental con mujeres y disidencia de la lucha social medioambiental. Si bien, ya no estoy ahí, sí tengo un trabajo articulado de cercanía con las compañeras, así que ahí hay un plano bien importante.

A su vez, para la subsistencia, soy parte de una cooperativa de abastecimiento. En Chile, se han dado muchos, sobre todo, desde el estallido social. Antes sí existían, pero creo que aumentaron, donde compramos juntas y juntos o intercambiamos directamente campesino a campesino productos. Y así nos vamos abasteciendo y así nos vamos alimentando en la ciudad. Ahí hay una experiencia bien importante.

A nivel académico, soy profesora de la Academia Humanismo Cristiano. Es una universidad que se creó hace más de 30 años, finalizando la dictadura cívico militar, donde muchos docentes del exilio, muchos docentes relegados de izquierda no tenían espacio. Se crea esta universidad, y ahí yo estudié Antropología. Soy antropóloga. Hoy hace ya ocho años que soy docente de esa universidad y de la Universidad de Chile.

En esta maravilla que hemos logrado algunas personas -que creo que a ti también te incluye, de entretejer lucha de academia- trabajo mucho en temas de conflictos socioambientales, sobre todo, en temas de agua; en impacto del agronegocio, el monoforestal y la megaminería. Ahí hay un campo de acción. Y también lo que podríamos llamar ecofeminismo que nosotras hemos ido creando unas categorías: feminismos territoriales, feminismos de los pueblos, pero en estas relaciones extractivismo patriarcado, y cómo hay prácticas también de resistencia desde economías territoriales, cuidado de semillas.

Hace hartos años, trabajo en la Defensoría de la República. En Chile existe una línea de defensa especializada indígena de género, y trabajo para ambas. Entonces, trabajo en peritaje para causas indígenas o de violencia de género.

Y eso también me ha permitido, hacer cambios. Si bien, en Chile no existe tan acabadamente el concepto de derechos de la naturaleza, sí me ha tocado varias pericias, por ejemplo, defender el uso de las aguas centrales de comunidades andinas aymaras, que han sido penalizadas por usar sus aguas y no tener derecho a aprovecharla.

Muy amplia tu trayectoria. Ahora estás aquí como ponente magistral en este Cuarto Congreso de Ecología Política Latinoamericano. ¿Nos comentas acerca del congreso?

Bueno, el congreso sé que tiene cuatro versiones: dos en Chile, una en Brasil y esta, en Ecuador. Creo que una de las maravillosas potencias es que por primera vez es un ejercicio consiente de articulación entre el mundo militante, de la lucha de los pueblos originarios, afro, organizaciones socioambientales, con el mundo académico.

Además, en este mundo académico, también estamos cruzados por esas propias luchas. Entonces, ha habido cosas interesantes. Hay una estructura como de plenaria, donde se abordan grandes temas: transición posextractivista, ecofeminismo, procesos constitucionales en el Abya Yala.

Y, por otra parte, hay modalidades tipo talleres. En mi caso, hice un taller sobre cartografía sobre el manejo de las aguas: cuerpo y cuidado de las aguas, con la compañera de México, Helena de Geobrujas.

También hay espacios de ruedas, que soy reflexiones, discusiones. Participé en uno, pero como asistente de ecología política feminista. Y, por otro lado, están los paneles virtuales, donde, de hecho, muchos compañeros y compañeras de Chile están participando.

Entonces, ha sido muy interesante esta modalidad híbrida mixta, pero, sobre todo, la presencial, que ha permitido que podamos dialogar. Ahora hay una feria muy interesante de organizaciones y de productos agroecólogicos. Así que así ha sido la dinámica.

Sí, yo creo que es el momento en el que realmente la vida de la sociedad en todas sus facetas, han vuelto a la Universidad Andina después de la pandemia y de esta cerrazón que tuvimos que pasar.

Creo que el momento histórico nos invita, teniéndote a ti como invitada, a hablar de Chile y lo que ocurrió en Chile en estos últimos años desde el estallido social de octubre de 2019.

Ha habido una serie de procesos electorales, de plebiscitos, primero alrededor de un acuerdo de paz, para salir justamente de la protesta social. Lo cual canalizó una convención constituyente con ciertas condicionalidades. Y luego también ha habido elecciones presidenciales el año pasado. Entonces, podíamos decir que se reconfiguró el tablero político de Chile.

Sin embargo, el proyecto de constitución, que fue elaborado por esa convención del año 2021 al año 2022, fue recientemente rechazada por una sustentada mayoría de la población; más del 60% lo ha rechazada.

¿Cómo incidieron los movimientos y organizaciones de las que tú formas parte?, ¿cuál fue su apuesta en este proceso constitucional?

Es ineludible hablar del 18 de octubre del 2019, que además en este caso, me tocó estar en Ecuador, al cumplirse los tres años de la revuelta. Lo que me generó una serie de penas, porque sí quería estar ahí y obviamente se constituyó en un ejercicio de memoria. Pero no memoria del recuerdo sino, de memoria viva, de proyección, porque todavía estamos cerca de los mismos procesos que desencadenaron el 18 de octubre.

Siempre digo esto, además en el lenguaje de las aguas, que la revuelta tiene por lo menos dos aguas. Unas aguas que hemos construido históricamente los movimientos sociales; pueblos originarios, afro, migrantes, sectores campesinos, sobre todo, estudiantes. Para mí, estudiantes, feministas y lucha socioambiental fueron elementos que fueron consolidando las trayectorias que posibilitaron esta revuelta.

Pero la segunda agua -y quizás la más relevante-, el malestar. El malestar de casi cinco décadas de un neoliberalismo que ha precarizado todo. En Chile, constitucionalmente, todo está precarizado, bajo la figura de que es un Estado subsidiado. El agua está privatizada, en el código de 1981. El agua en Chile se puede comprar, vender, arrendar, e hipotecar. O sea, tú puedes leer en los diarios económicos, el día domingo, que se rematan ríos. Esa es la realidad que vivimos y el legado de la dictadura militar de Augusto Pinochet.

Entonces, el malestar, una rabia que era corporal, pero que quizás no supimos leer, que no necesariamente respondía a un proyecto político de superación del neoliberalismo. Y creo que fue una lectura que no fuimos capaces, porque era tal la alegría de ser millones de personas movilizadas durante meses. La revuelta fue octubre del 2019 y seguimos hasta marzo del 2020, hasta que llega la pandemia.

Nos llega la pandemia, movilizados y movilizadas, pero no quiero dejar de pensar también en la revuelta como en Pachacutik. No es casualidad que una semana antes, Ecuador, nosotras, luego Colombia y mucha gente no recuerde a Perú. O sea, no es de casualidad. O sea, algo ahí en los andes se estaba moviendo y yo creo que se sigue moviendo.

Entonces, ahí hubo ciertos problemas. Una primera parte fue una salida institucional en una situación de gran violencia. Más de 500 personas víctimas de trauma ocular; la policía utilizó herramientas que también dicen que los militares israelitas utilizan contra el pueblo palestino, que es disparar a los ojos.

De hecho, dos personas perdieron la vista. Uno de ellos, Gustavo Gatica, estudiante de mi universidad; también Fabiola Campillai, hoy senadora, una maravillosa senadora, mujer, obrera, indígena. Más de 2.000 presos y presas políticas; centenares de casos de violencia político sexual, de abuso. Se está burlando una situación muy compleja en un acuerdo de paz, que le da una salida institucional, pero no reconoce esta situación de violencia.

Entonces, qué es lo que se levanta. Una propuesta hacia una nueva constitución, bajo no nuestro mandato, que da la Asamblea Constituyente, sino la convención, que, además, si tú me preguntas, suenan a las convenciones estadounidenses, o sea una figura de las convenciones de empresarios, no nos gustó inmediatamente la palabra.

Entonces, se llama a un plebiscito desde este acuerdo de paz, que firman partidos desde la derecha hasta el centro izquierda. Se debía llamar a elecciones para aprobar o rechazar una nueva constitución y luego de eso elegir la forma: si convención mixta, una mixtura entre congresista y ciudadanía o una convención constitucional.

¿La Constitución fue aprobada por una mayoría bastante fuerte?

Exactamente, 78%. ¿Cuál era la complejidad? En Chile no se permite que los movimientos sociales o independientes participen en las elecciones. Entonces, se generaron cosas bien interesantes en el momento.

Primero, para llamar a convencionales por primera vez en la historia de Chile, se permitió generar listas de independientes, pero teníamos que juntar más de 10.000 firmas o 12.000 -ya no me acuerdo- para hacer ejercicio y poder participar. Entonces, hubo lista de partidos políticos independientes; primera vez en la historia de Chile, y la única. En todas las otras elecciones tampoco ha habido.

Segundo, por primera vez se incorporó la paridad de género, que creo que ha sido de los mayores aportes, tanto en el proceso, como lo que fue la construcción de la propuesta de nueva constitución, en que somos más de 50%, por primera vez en la historia de Chile este año reservado para los pueblos indígenas. También la paridad está observada para los pueblos afro, se rechazó. Tenía restricciones como ciertas potencialidades. Y así fue que 155 convencionales, donde yo diría, más o menos como unos 80, o sea más de la mitad, eran o de territorio o de movimientos sociales.

Por primera vez, gente de distintos espacios, del feminismo, de la lucha socioambiental y, además, de los pueblos originarios, participando en este proceso con la maravilla de ser nombrada como primera presidenta, Elisa Loncon, una mujer mapuche, profesora, que ha trabajado el tema lingüístico, doctora del estudio lingüístico, que asume y que, además, la acompaña la apache Francisca Linconao, una autoridad originaria, que, además, ha sido criminalizada; dos, tres veces, el Estado chileno le había tenido detenida. Entonces, imagínate lo que fue para los pueblos.

Claro, fueron los tiempos en los que Chile realmente hizo historia y todos miramos hacia Chile. Nos llevaba de esperanza este proceso como parecía haber señales de cambio profundo, de cambio cultural, también. ¿Cuáles serían, según tu perspectiva, los hitos del nuevo proyecto de constitución?, ¿qué se había logrado en esa constitución?

Sí, hay cosas como importantes, porque en esta construcción de los hitos, para mí el primer gran hito, es que por primera vez también, insisto todo esto es muy importante señalar, se creó un mecanismo que se llamó “Iniciativas populares de normas”, o sea tu juntando una equis cantidad de firmas, entre organizaciones, personas, podías presentar proyectos para debatir la nueva constitución.

Es así, cómo el Movimiento por el Agua y los Territorios y otras organizaciones socioambientales propusimos una iniciativa popular por el agua, los glaciares y los derechos de la naturaleza, que fue una de las diez más votadas en Chile. Y donde, nuestros planteamientos eran desprivatización del agua, reconocimiento de los derechos de la naturaleza; generación de la defensoría de la naturaleza; el derecho humano al agua; el derecho al saneamiento; el reconocimiento a los distintos cuerpos de agua, etc.

Yo diría que, en este ámbito, primero, la plurinacionalidad en un país, insisto, tan racista y colonial, se logra instalar como primer hito. Chile es un Estado plurinacional, ecológico. O sea, se incorpora la noción de lo socioambiental.

Por otra parte, el tema feminista. Se incorporan los derechos sexuales reproductivos, entre las diez más votadas. También estuvo una iniciativa popular de norma contra la violencia a las mujeres, las niñas y las adolescentes, donde nosotras también participamos de esta iniciativa.

Cuando dices más votadas, ¿qué implica?, ¿la más votada entre los 150 o cómo funciona?

Se presentaron más de mil iniciativas populares de norma. Y de esas mil, fuimos de las 10 más votadas.

Pero votadas por las firmas que las respaldaban.

No, por la ciudadanía. Tú tenías que tener más de 12.000. Nosotras tuvimos 28.000 para presentarla. Y al mismo tiempo, los convencionales presentaban sus propuestas y obviamente la articulación. Entonces, nosotras presentamos esta iniciativa, por el medio socioambiental y los convencionales del movimiento del agua logramos tener seis. De hecho, la presidenta de la Comisión medioambiente y naturaleza, Camila Zárate, es del Movimiento por el Agua, y ellos presentaron un estatuto del agua; y nosotros, la iniciativa popular de norma, que permitió crear el capítulo número tres de la propuesta de la nueva constitución.

Entonces, piensa tú la maravilla de poder hablar de lo plurinacional hablar de interculturalidad, hablar de la defensoría de la naturaleza. Hablar del agua como un bien común inapropiable; tener un ítem de los derechos de la naturaleza; hablar del cuidado de las semillas.

Por primera vez surge un concepto así: el cuidado de la salud, el reconocimiento de la agricultura familiar, la pesca artesanal. Estamos hablando de un país, absolutamente, neoliberal, entonces fue un tema muy sensible, o el derecho a la vivienda, a la ciudad, fueron hitos muy maravillosos.

La desprivatización de la seguridad social

O sea, era dar término al Estado subsidiario que, en Chile, en la Constitución de 1980 consagró que la política social está a cargo de los privados y cuando los privados no pueden cumplir, recién ahí, el Estado se hace cargo. Así que, la educación, la salud, los bienes comunes naturales, todo esté privatizado.

Pero que pasó, obviamente en este marco, la derecha. Nosotros siempre dijimos: la derecha, desde el día uno, fue por el rechazo de la nueva constitución. Y, obviamente, presentó convencionales. Eran menos de un tercio, o sea no tenían ninguna posibilidad casi de veto, que fue maravilloso. Primera vez casi en la historia que la derecha no tenía capacidad de veto en este espacio.

Sin embargo, eso generó que la mayoría no se hizo parte de las a comisiones de trabajo, porque las comisiones eran conformadas por voluntad. Por ejemplo, nuestras compañeras, la mayoría está en la comisión de medioambiente y naturaleza, y ellos nada. Y el día uno, empezaron con la campaña de rechazo. O sea, los pueblos, los territorios, los independientes, trabajando de cabeza; como proceso, no es fácil ponerse de acuerdo.

Por otra parte, la derecha, inmediatamente criminalizando, de cierta forma, haciendo caricaturas de lo burdo. “Miren estos que no saben nada, que no son profesionales”, o sea hubo una campaña mediática.

O sea, una campaña sobre la ineptitud de los convencionales.

Fue lo primero que se trabajó, en un país donde tenemos monopolio de prensa. Nosotros no tenemos ley de medios, en Chile, y el monopolio de prensa ni siquiera es del centro, es de la derecha y en todo caso de la ultraderecha. Entonces, tú te levantabas en la mañana, veías el matinal: todo el rato hablando horrores de la convención.

Se logró que fuera público el debate de la convención, pero en YouTube. Casi nadie lo veía más que nosotros mismos. La televisión pública no le dio ni una cobertura, ni una, o sea como que no existíamos y cuando le daban cobertura, era para ridiculizar. Obvio que siempre hay errores.

Entonces, ¿hubo un desprestigio desde el inicio del trabajo de la convención? Pero creo que esta no puede ser la única razón.

Pero después fue agudizándose. Falsas noticias, llamadas fake news, que se fueron trabajando desde la derecha. Te podría nombrar por lo menos tres motivos del rechazo y los argumentos. Me tocó hacer muchas campañas en zona rural; fue una decisión política. La primera era contra la plurinacionalidad.

Y ¿por qué?

Este es el argumento, “ustedes les van a dar más beneficios a los indígenas, significa que si es una indígena asesina, no va a ir a la cárcel”. O sea, la derecha levantó un imaginario de la justicia indígena, como que iba a generar el caos. Por otra parte, decían “si mi casa se reconoce que está en un territorio ancestral, me van a quitar la casa”.

O sea, hay un argumento del racismo, también.

Absolutamente, además, que tampoco nos habíamos dado cuenta que estaba tan arraigado, porque en la revuelta estaba la wipala, o la bandera mapuche, que eran parte de la estética de la revuelta. También nos pasó que perdimos esa conexión con lo popular. Y el otro motivo es “voy a perder la casa”. De hecho, por primera vez se habló de la concentración al derecho de la vivienda.

¿Tú sabes lo que dice la derecha? Es que en ninguna parte dice que vamos a tener la casa. Es más -que fue algo que no nos gustó- que se logró un artículo del reconocimiento al derecho a la propiedad privada.

Además, hasta había un artículo, pero la derecha lo trabajó tan bien. De hecho, vendieron y repartieron constituciones falsas. Eso fue horroroso. Hay algunas denuncias a nivel internacional porque fue muy grave.

Y lo otro, una tercera dimensión, creo que la más compleja, es que de a poco la Asamblea Constituyente, por una parte, fue apropiada por el gobierno; y, por otra parte, el mismo gobierno, también minimizó nuestros trabajos. Dos semanas antes de las elecciones, hizo una conferencia diciendo: “bueno en realidad nosotros llamamos al pueblo para reformar”. Nosotros, los movimientos sociales, dijimos, qué es eso. Porque él tiene falencias, no todo el mundo se siente representado. Mi compromiso es que sea lo más cercano a la realidad de todos los sectores.

O sea, parece que el gobierno ya veía venir este rechazo a la Constitución.

Exactamente, pero, además, invalidando lo que habíamos trabajado y, además, insistiendo. Nosotros y nosotras tuvimos que estar hasta el último día de junio, luchar por consagrar el derecho a la nueva Constitución. Y después de eso, empezamos una campaña, recién. A comparación de la derecha que estuvo bombardeando durante un año.

Francisca, ¿qué perspectivas deja esto para los procesos de transformación de Chile?, que han sido tan potente en los últimos años. Ahora, en este nuevo escenario de rechazo, ¿cómo se recomponen las estrategias?

Me faltó un último detalle, que no nombré. Que, en la propuesta del último acuerdo de paz, se dijo que el plebiscito salía para aprobar o rechazar, tenía que ser de voto obligatorio. Y la primera vez en la historia de Chile que había voto obligatorio. Porque lo que había existido antes era inscripción voluntaria, voto obligatorio. Después empezó el voto voluntario. Y esta era la primera vez, y creemos que eso también fue una jugada de los espacios más reaccionarios, que vieron, justamente, la apatía, la rabia. Entonces, el rechazo ganó con 62%.

Pero nosotras decimos, la derecha con suerte el 30%; se repiten en todas las elecciones. Lo que pasa es que es todo otro universo eso. Por una parte, una crítica al gobierno de Gabriel Boric, que quitó muchos bonos y beneficios que el gobierno anterior de derecha sí los tenía.

Por otra parte, en esta asociación de aprobar para reformar, se reforzó que no era una buena Constitución, porque se asoció a la convención, igualmente, a la lógica de los beneficios, los privilegios.

Entonces, es entender que el malestar no era un malestar que estaba tan construido desde demandas y reivindicación histórica. Era un malestar muy desde necesidades básicas y urgentes, que no se veía reflejado en la convención. Ahí está la complejidad, la incapacidad de nosotras y nosotros de no ver la realidad.

Entonces, ¿cuál es el desafío? Por ejemplo, el movimiento por el agua, vamos a profundizar nuestra propuesta de iniciativa popular de norma. Obviamente, decimos esto es una derrota electoral. Pero no una derrota en términos de nuestros idearios.

Logramos que saliera el derecho de la naturaleza, que en Chile jamás se había nominado; que nos conocieran, que se hablara de la desprivatización de las aguas. De hecho, también se hizo una encuesta para saber que rechazaron. Y qué no habrían rechazado, si hubiese sido por partes. Y muchos decían, hubiésemos aprobado la desprivatización del agua. Así, en ese sentido, decían, pero en mi casa prefiero votar en contra.

Claro, porque era todo el paquete.

Nuestro compromiso ahora es generar procesos de educación, politización; lucha por ley de medios, porque creemos que tenemos que disputar un espacio que nos escuche. Tenemos radio comunitaria, tenemos redes de prensa alternativa, pero necesitamos espacio desgraciadamente más hegemónico, para que se visibilicen. Entonces, hemos tenido este mandato como ley de movimientos sociales, ampliar esto.

Y lo otro, estamos siendo muy críticos a la nueva propuesta, que es una convención con lista de partidos, con solo paridad, con solo nuevo escaño reservado, y con un equipo de asesores, entre 25 y 30 especialistas, que son abogados y doctores en distintas áreas.

O sea, se vuelve al estamento político tradicional.

Y ahora estamos en una contradicción, porque algunos movimientos sociales dicen, estemos igual, hacemos alianza con algún partido para llevar candidatura. Y otros sectores, en los que yo me incluyo, que decimos no, no podemos entrar en este juego horroroso; sigamos pulsando por la Asamblea, sabiendo lo dificultoso. Pero en términos concretos, nosotros tomamos esta decisión política, profundicemos nuestra propuesta de gestión comunitaria en las aguas, sigamos trabajando en esta visión, donde lo importante es irradiar nuestra propuesta y generar procesos de educación.

Fue muy poco tiempo, no hay que olvidar que es un campo de la disputa de los tiempos. Y la institucionalidad nos da una temporalidad que no corresponde a la que tienen los pueblos. Se necesita procesar mucho más. Me acuerdo una compañera, de hecho, de Acción Ecológica, en un conversatorio virtual decía, nosotros la plurinacionalidad trabajamos como 20 años, nosotros con suerte uno. Los procesos son más lentos y estamos adelante con todo el ánimo. Obvio que hemos vivido un duelo, pero a seguir luchando.

A recomponer, entonces. Muchas gracias, Francisca por compartirnos tu análisis, tus reflexiones sobre este proceso realmente tan conmovedor y tan inspirador todavía, a pesar de la derrota que se está dando en Chile. Creo que nos convoca a todos y todas a recomponer también el imaginario de una integración latinoamericana distinta.

Noto con agrado que ha habido procesos de aprendizaje también, de la experiencia ecuatoriana, de la experiencia boliviana, para renovar el país en Chile, en todos estos años. Les deseo la mejor de las suertes.

Muchas gracias por la invitación y, sin duda, esta lucha es transfronteriza. Así que, siempre ahí conversando, reflexionando y armando estos tejidos que son tan relevantes.

Espero que nos vuelvas a visitar pronto aquí en la Universidad, y que también nos puedas colaborar a estos niveles más de reflexión académica, de construcción de docencia alternativa, de otros aprendizajes.

Muchas gracias.