Conoce el campus universitario

Boletín Spondylus

La incidencia de la tecnología educativa en la transformación digital de la universidad pospandemia


Por: Jorge Balladares

Edición: Sofía Tinajero Romero

La pandemia ha cambiado los escenarios educativos en los últimos meses.  La tecnología se ha convertido en un aliado estratégico para la continuidad de los procesos educativos.  En contexto vigente, surgen modalidades no-presenciales, como la educación remota, la educación híbrida, la educación virtual y a distancia, entre otros.

Jesús Valverde Berrocoso es profesor invitado de la Maestría en Educación y Tecnologías de la Información y Comunicación, con mención en Formación del Profesorado, del área de Educación de la Universidad Andina Simón Bolívar. Es profesor titular del Departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Extremadura (Cáceres, España). Es Doctor en Pedagogía por la Universidad de Salamanca (España).  Es coordinador del grupo de investigación “Nodo Educativo” especializado en Tecnología Educativa, y es coordinador académico del Máster Universitario en Educación Digital en la Universidad de Extremadura.  Es editor de la Revista Latinoamerican de Tecnología Educativa (RELATEC) y miembro de la red universitaria de Tecnología Educativa (RUTE) en España.

El profesor Jorge Balladares, de la Unidad de Gestión de Educación Virtual de la Universidad, entrevista a Valverde para analizar la incidencia de las TIC en la educación, una indagación sobre las nuevas tendencias de la investigación en tecnología educativa, y una reflexión acerca de la transformación digital de la universidad pospandemia.

En estos tiempos de pandemia, ¿cuál ha sido la incidencia de las tecnologías de la información y comunicación en los procesos educativos? ¿Han irrumpido de alguna manera, o han sido unas salidas estratégicas en estos tiempos de no presencialidad?

Han sido, en alguna medida, una necesidad. Y, por lo tanto, una obligación de utilización, porque no tenemos otra posibilidad de establecer una comunicación didáctica por otro medio, más que este. Por lo tanto, de alguna manera, voluntaria o involuntaria, no ha habido opción en cuando a eso. Esto tiene una ventaja, y es el hecho de que ha permitido comprobar que es posible desarrollar algún tipo de actividad docente, a través de estos recursos, evidentemente.  

Pero también, al mismo tiempo, nos ha descubierto una serie de delimitaciones, de barreras, que han impedido que se pueda enseñar de un modo más adecuado. En general, depende de contextos, de países, incluso de niveles educativos, por los cuales ha sido más fácil o más difícil esa adaptación.  

En ese sentido, quizá la educación superior en las universidades, hay una infraestructura, quizá hay ya en muchas de ellas un uso de las tecnologías que ha permitido en alguna medida, una cierta normalidad. Y en otros niveles educativos ha sido un poco más complicado, evidentemente, como la primaria o la secundaria, donde no hay tanta tradición, no hay este tipo de costumbres. 

Hemos pasado de un porcentaje de uso de las tecnologías variables, pero generalmente reducidos, en general en los sistemas educativos, a un 100% de uso. Y eso nos ha obligado a repensar, a reformular, a imaginar aspectos que son todos ellos positivos. Y junto con eso, darnos cuenta también de una brecha digital, que existe, que es una limitación importante, y que se debe superar evidentemente para dar oportunidades a todo el mundo.

Y algo de innovación y quizá también algo de retroceso quizás en algunas cosas, porque es algo muy difícil el cambio educativo y la transformación digital supone no solo un cambio en los instrumentos, sino también en las culturas. En las culturas académicas, en las culturas escolares. Y eso, evidentemente, es un proceso lento.  

Por una parte, viendo lo positivo, espero que se haya podido aprender algo, y esto repercuta en cómo se pueda utilizar en el futuro. Y como negativo, pues probablemente estas experiencias que han sido frustrantes para tanto docentes como estudiantes con relación a lo que se quería hacer y no se podía, o no se sabía cómo realizarlo. 

Tú has mencionado algo que ha sido una problemática en estos tiempos de pandemia. Y es que la brecha digital. En Ecuador, la región andina y América Latina se ha evidenciado esa brecha digital, especialmente en sectores donde no ha habido conectividad, o donde no se contaba con infraestructura tecnológica. ¿Cómo se evidenció en el contexto español esta brecha digital? 

Pues, evidentemente, quizás las condiciones de infraestructura son diferentes según los países; eso es evidente. No obstante, ha habido alguna estimación de un porcentaje cerca del 4%, 5% de dificultades, con relación al acceso. Los dispositivos están prácticamente en todos los hogares, incluso en los de rentas económicas bajas. Lo que ocurre es que no solo es un problema de dispositivo; es un problema también de conectividad en el sentido de acceso a internet con una cierta calidad, y con disponibilidad de datos y conexión durante todo el tiempo.

Pero luego hay otro elemento también añadido que se ha podido observar en este período, y es que la brecha digital no es solo relativa al acceso y disponibilidad de recursos tecnológicos, sino también a su uso. En este sentido, las familias tenían dificultades en muchos centros educativos aquí en España para ayudar y colaborar con sus hijos y con sus hijas en este tipo de usos educativos de las tecnologías.  

Y eso ha sido una dificultad, que ha habido necesidad de formación para que las familias pudiesen colaborar con sus hijos y con sus hijas para poder realizar estas tareas a través de las infraestructuras tecnológicas.  

En las universidades, por ejemplo, se han dispuestos todas ellas, cuando ha habido algún alumno con problemas de accesibilidad, se les ha facilitado conexión a internet, incluso dispositivos también, ordenadores  portátiles, etc., para que pudiesen llevar a cabo su labor. O sea que ha habido también en algunos casos la necesidad de hacerlo en las universidades. 

Y en los centros educativos ha habido también en algunos casos disponibilidad para que pudiesen acudir al centro para recoger algún instrumento que pudiesen llevar a casa, ya digo, algún dispositivo, y sobre todo, yo creo que en nuestro caso la dificultad más grande es el de la competencia digital. La brecha digital obliga a la competencia digital para poder utilizar. 

Como editor de una revista científica, en este caso Relatec, promueves y difundes lo que es la investigación en tecnología educativa. Creo que también estos tiempos de pandemia nos han abierto escenarios para la investigación educativa en la integración de las TIC en la educación. ¿Qué tendencias has evidenciado en estos últimos meses, o en este último tiempo de pandemia, en función de la tecnología educativa? 

Se ha publicado bastante. Habrá que analizar un poquito más con detenimiento. Todavía no da tiempo a asimilar cantidad de información que se está recibiendo. Mi percepción es que fundamentalmente lo que se ha ido publicando tiene que ver más bien con las percepciones tanto de estudiantes como de profesorado con relación a este contexto tan problemático, tan difícil que hemos estado y todavía estamos viviendo. 

El tema de percepción y también de descripción de cómo han resuelto este problema educativo en cada caso. Fundamentalmente va por ahí, un poco conocer exactamente cuáles han sido por una parte las actitudes y los comportamientos de las personas, y por otra, reconocer qué soluciones didácticas o qué planteamientos estratégicos han utilizado para tratar de desarrollar la actividad docente de la mejor manera posible, dentro de las limitaciones. 

Fundamentalmente, interpreto que los resultados van por esta vía. Otro tipo de estudios, pues evidentemente requerirá un poco más de tiempo para analizar datos que nos permitan conocer mejor todo esto lo que ha generado.  

No hay que olvidar también que el tema actitudes, el tema de emoción es también un elemento que quizá sería interesante analizar, vinculado con estos entornos nuevos en los que nos movemos. Es decir, qué tipo de emociones, qué tipo de afectos genera, porque ya sabemos que lo académico, lo cognitivo es muy importante, pero lo emocional tiene también un papel preponderante.  

Entonces, esta es un poco la visión que tengo en este momento. Y por lo que va llegando también a la revista en originales y demás, fundamentalmente este tipo de temáticas. 

Siempre se ha concebido la educación virtual como un ambiente y escenario de aprendizaje donde predomina lo asincrónico, donde el estudiante estudia en su propio tiempo diferido y es mucho más protagonista de su propio desarrollo. Sin embargo, hemos visto que en la pandemia lo sincrónico –en estas plataformas de videollamadas o de videoconferencias- se ha impuesto. ¿Hay alguna incidencia dentro de lo que se llamaría la educación virtual? ¿Puede ser que la sincronía reemplace a la asincronía o ese tiempo diferido? ¿O probablemente habrá que comenzar a conjugar esta temporalidad en la educación virtual?

Yo interpreto que esa abundancia de videoconferencia, en el sentido de clases síncrona, que realmente tienes toda la razón; ha sido muy preponderante y frecuente la actividad docente, en el curso pasado y presente- se debe en mi opinión, más bien, a una innovación que yo denomino sostenida. En vez de una innovación disruptiva.

Es decir, lo más inmediato, o la interpretación más rápida que uno hace de cómo utilizar la tecnología para un proceso formativo, es decir bueno pues voy a seguir haciendo lo mismo, es decir, voy a hacer una exposición de contenidos, una transmisión de información, y como ya no puedo hacer en el aula presencial, pues lo tendré que hacer a través de un canal que me permita realizar lo mismo. Y, por lo tanto, convoco a los alumnos a una hora; hay un horario, para que coincidamos en el tiempo, no en el espacio, para poder hacer lo mismo que hacíamos antes. 

En este sentido, yo espero que esto no sea una tendencia, que luego vaya a la educación on line. Los que practicamos este tipo de modalidad, prácticamente la asincronía no la utilizamos para este tipo de exposiciones y de transmisión de contenidos, porque lo que se busca en estos entornos es favorecer que el alumno sea autónomo, se autorregule y, por lo tanto, sea capaz de construir conocimiento a través de su propia actividad; lógicamente con el apoyo y con la orientación del docente. 

Por eso, la sincronía está muy bien para la tutorización, para la tarea de apoyo a la actividad de aprendizaje. Pero como un uso, además como un abuso de la exposición, realmente lo que encontramos es a gente muy cansada, porque muchas horas de videoconferencia son agotadoras. Exponer para el profesor ante un grupo de alumnos que en ocasiones desconectan su cámara, por lo tanto, no tenemos la posibilidad de vernos, porque estamos simplemente escuchando en una actitud muy pasiva, pues realmente también es un entorno absolutamente muy poco agradable para el docente porque la interacción que puede tenerse es mínima. 

Entonces, ya digo, entiendo que ha sido una solución inmediata para poder salir del paso, por falta también de ideas o de posibilidades de enfocar la educación de otra manera, pero no espero que esto resulte en una práctica común, porque precisamente la innovación lo que tratamos es de superar; no de eliminar la clase magistral, la clase expositiva no se elimina, pero sí se va reduciendo, porque se entiende que los procesos formativos que necesitamos hoy en día van más allá de la única actividad expositiva del profesor. 

Entonces, creo que con esta reflexión que nos compartes, Jesús, habría que hablar más de una educación remota o emergente en estos tiempos de pandemia, antes que una educación virtual, con el fin de que la educación virtual desde una visión más disruptiva, lo que intenta es empoderar al estudiante, y que sea mucho más protagonista.

Y entonces, pensando en esto, en los diseños pedagógicos de asignaturas o materias virtuales tienen que estar más centradas en las actividades antes que los contenidos. Porque probablemente una videoconferencia se centra más en el contenido que pueda transmitir o compartir un docente, antes que una actividad o e-actividad donde el estudiante termina empoderándose y siendo protagonista de su propio aprendizaje. ¿Tienen que ir por ahí los diseños, o habrá que ir buscando esa hibridez? 

Efectivamente, ha habido un término que se ha popularizado, que es esto de educación remota de emergencia –un término que se ha utilizado para definir el contexto que sobre todo durante los confinamientos y los cierres de los centros educativos se ha producido. Se ha desarrollado este tipo de práctica, Como tú dices muy bien, y esto es algo que desde el punto de vista de la pedagogía y el diseño pedagógico de la educación en línea pues lleva trabajando durante décadas. O sea, esto no es algo que haya surgido precisamente por esta situación. Es algo que se lleva ya mucho tiempo trabajando en ello, y que está dando frutos y resultados evidentes. 

Pasa de centrarse en vez de en la enseñanza, en el aprendizaje; en vez de en el docente, en el estudiante; y en vez de en el contenido, en la actividad. De tal manera que la actividad –no es una actividad reducida, limitada de corto tiempo. Estamos hablando de una actividad en cierto modo auténtica, es decir que sea similar a lo que en una realidad uno debería aplicar ese conocimiento, y que permite sobre todo que el alumno tome un papel mucho más activo en su aprendizaje. 

Aquí la labor del diseño es muy importante, Probablemente muchos docentes dicen, bueno, pero si yo ya no voy a tener ese rol de ser expositor, de transmisor de información, ¿cuál es mi papel en todo este juego? Hay un papel muy relevante. El diseño de actividad, lo que es diseñar una actividad y plantear una actividad para que el estudiante desarrolle bien las competencias es una tarea muy compleja, es una tarea difícil. Hay que dominar el contenido, hay que dominar también las tecnologías, hay que motivar al estudiante para que se implique en esa tarea y, por lo tanto, es una labor realmente muy profesional. Junto con eso, luego el apoyo y retroalimentación que hay que dar al alumno para que finalmente pueda alcanzar el objetivo que se pretende.  

Entonces, es una redefinición de roles, en la que el alumno asume el papel y el docente solo tiene que dar. Es decir, y cómo se le da. Pues proponiendo una actividad de aprendizaje, la que inmediatamente tenga que empezar, tenga que actuar. Y esa actuación puede ser muy diversa. Evidentemente, va a tener que buscar información, asimilar información, pero al mismo tiempo va a tener que reelaborarla, crear cosas, y buscar de qué manera aplicar eso que ha aprendido.  

Por lo tanto, pues es una transformación importante. Pero no es algo que sea absolutamente inédito. Hay bastantes experiencias ya que nos apuntan a que es el enfoque educativo que en este momento se considera más adecuado para un aprendizaje comprensivo, profundo. 

La pandemia nos ha traído incertidumbres. Y la universidad también ha estado viviendo estos contextos de pandemia, básicamente trasladando toda su docencia y su academia a través de esto medios tecnológicos. De alguna manera prospectiva, pensando en un futuro inmediato -y también a largo plazo- ¿cómo visualizas el papel de la universidad en estos tiempos de retorno a la normalidad? ¿Será que los procesos educativos o procesos de enseñanza-aprendizaje volverán al aula? Cuando todavía vemos que los procesos de vacunación en los países son muy lentos, donde no hay una certeza todavía de que la pandemia concluya. Ya históricamente vemos que duran un buen tiempo.

Entonces, ¿cómo serán esos procesos educativos? ¿La práctica docente qué tendrá que tomar en cuenta? ¿Podemos ya pensar en una presencialidad al 100%?  O ¿de qué manera se podrá ya combinar con medios tecnológicos? 

La experiencia internacional generalmente ha sido, desde los primeros momentos de la pandemia, aquí en España, lo primero que se cerró fueron los centros educativos. Y a la semana siguiente se hizo ya un confinamiento de toda la población. Pero es verdad que los puntos educativos fueron inicialmente un foco de atención prioritario lógicamente por todo este tipo de cosas.  

Luego la experiencia aquí en España, en este curso académico, en el 2021 que ahora mismo ya estamos acabando, porque ya estamos a finales de él, ha sido sin embargo una apuesta por la total presencialidad. De hecho, en la educación primera, la educación secundaria desde septiembre que comienza aquí el curso académico, la actividad ha sido presencial. Y a medida que ha sido necesario cerrar algún aula; no centros educativos completos, sino aulas, por problemas de contagia y demás, pues han cerrado algunas, y han pasado a modalidades de semipresencialidad o totalmente online

Y en la universidad, también ha habido, según las universidades. Por ejemplo, en la que yo trabajo, desde el mes de septiembre ha habido presencialidad, especialmente con los alumnos del primer curso de los títulos que se incorporaban a la universidad. Y en los otros, pues ha habido semipresencialidad.  

Finalmente, claro con unos protocolos rigurosos en cuanto a normas lógicamente a mascarillas y este tipo de cuestiones, para evitar contagios. Por lo general, los colegios no han sido un problema. Hemos tenido en España algunos picos y los que ha subido, sobre todo después de las navidades, pero el problema ha sido por el contacto familiar, y por otra serie de cuestiones más que por ejemplo por los centros educativos. 

Entonces, bueno no soy especialista en este tipo de cuestiones, pero aquí en España, los centros han abierto, ha habido presencialidad durante todo el curso, ya digo, con algunas excepciones pequeñas, y en principio yo dudaba de que esto saliese bien, pero finalmente ha funcionado. Eso quiere decir que, en este sentido, es una cuestión que se debería fomentar.

En todo caso y ante este problema y otros que pudieran venir, incluso aunque no haya este tipo de problemas, yo creo que la educación debe adaptarse y ofrecer otra serie de ofertas educativas y modalidades semipresenciales o totalmente en línea.

Y no solo en la universidad, sino también, por ejemplo, en la secundaria donde puede haber también necesidades en este sentido. Luego, en otros niveles educativos es un planteamiento un poco más arriesgado. Aunque no necesariamente imposible o no necesario.

La clase invertida es un modelo educativo que se ha polarizado mucho y que se está utilizando también en la educación primaria. Con lo cual, son posibilidades.

Las universidades ¿hacia dónde van? Yo creo que cada institución habrá hecho su propia visión de futuro. Yo creo que deberían ser flexibles a buscar modelos híbridos independientemente de la cuestión sanitaria que ahora nos obliga a ello, porque hay otras necesidades también y demandas sociales que hacen que este tipo de modalidades sean muy interesantes, y muy aprovechables.

Y hay una gran variedad de opciones, desde las más las limitadas –estoy hablando del campo universitario- que utiliza los campos virtuales, esas plataformas de LMS para hacer alguna actividad fuera de lo que es la presencialidad, hasta otros, por ejemplo, que lo que hacen es que organizan el curso académico en semestres online y semestres presenciales, de tal manera que el alumno no está todo el curso académico en el campus físico, sino que está la mitad del tiempo en uno o en otro.

Hemos hablado del aula invertida que también es una práctica conocida y que se podría desarrollar. El propio aprendizaje híbrido que supone algunas actividades presenciales y otras online durante todo el curso.

Y luego hay incluso algunas instituciones que optan porque sea el alumno el que elija. O sea, le dan la posibilidad de querer hacer su actividad formativa totalmente presencial, totalmente en línea o de una manera híbrida.

Claro, esto supone desde el punto de vista organizativo, pues una complejidad importante, pero de cara a los estudiantes, le da muchas oportunidades para que puedan conformar su modalidad de aprendizaje como ellos consideren más adecuada, o según sus necesidades.

Entonces, es difícil decir qué van a hacer. En algunos casos, yo creo que hay una tendencia a volver al estatu quo, es decir, volver a como estábamos antes, a volver a como lo hacíamos antes, porque hay incluso una tendencia de hablar de la seguridad. La tendencia es volver a lo que ha funcionado, o lo que sabemos que funciona, o pensamos que funciona.

Yo espero que las universidades se arriesguen, sean flexibles y utilicen esto para reconfigurar un poco estas opciones, y se puede desarrollar mucho más el aprendizaje en línea.

Dentro de este retorno a la normalidad, a un escenario pospandemia, hay algunos experimentos, o exploraciones de modelos. En algunas aulas de España, aplican las aulas espejo. Implica que el aforo de los estudiantes en un aula física se va dividiendo por días. Quien está en el aula física puede transmitir conjuntamente con su docente se está también transmitiendo al que está en casa, y se va combinando.

¿Consideras un modelo idóneo inicialmente? O tendría que ser o total presencialidad, o total virtualidad para garantizar la continuidad de los procesos. ¿Cuál crees que es un modelo que pueda ser válido para los próximos años?

Este modelo que describes como espejo es autorizado en mi universidad, y en muchas universidades españolas; en la mayoría. Precisamente al final del curso pasado se realizó una inversión económica y se hicieron algunas instalaciones tecnológicas para colocar en algunas aulas unas cámaras que pudiesen retrasmitir en streaming la clase del profesor en el aula real, con un grupo reducido de alumnos. Esto es lo que se ha ido practicando aquí. Había alumnos que iban a la facultad, que estaban en otra aula que seguían lo que hacían en otra aula, y otros que estaban directamente en su domicilio.

Sin tener un estudio científico sobre todo este proceso, pero sí percepciones de compañeros que lo han hecho. Yo, en mi caso, como tenía alumnos de primer curso y los otros eran totalmente on line, pues he tenido, o bien presencialidad, o totalmente no presencialidad. Pero en este caso, desde el punto de vista técnico, el funcionamiento es complicado. El profesor, por ejemplo tiene que estar ubicado en un lugar determinado de la sala. Los dispositivos captan la imagen y captan también el sonido. Pero es un sonido ambiente, a no ser que tengas un micrófono cercano, la reproducción, por ejemplo, pues tenía a veces dificultades, porque capta todo el sonido. Y esto hacía que los que estaba fuera no siguiesen fácilmente al profesor. El profesor no puede moverse por el aula, tiene que estar fijo en un lugar determinado.

Y por otra parte, tiene que estar no solo atendiendo a las demandas que pueda haber en el aula donde se encuentra, sino, en línea, a las que puedan realizar los alumnos que están fuera de ellas. Con lo cual, el proceso se complica enormemente. Porque ya no tengo que solo atender al aula, sino que tengo que atender al monitor a ver si hay algún alumno que en remoto me pide algún tipo de pregunta. Es muy complicado.

Y por otra parte, y digamos que es para mí la crítica mas relevante, en realidad lo que estamos consiguiendo es no innovar absolutamente nada en cuanto a la docencia. Estamos haciendo una docencia transmisiva apoyada en algunas tecnologías, pero que finalmente es la clásica tradicional.

Y esto, en algunos compañeros que no realizan este tipo de actividad en aula, y que ellos pueden dedicar algún tiempo a una exposición, peor luego ellos hacen actividad en grupo, o hacen debate en aula, para que haya un tipo de interacción, se han visto limitados y constreñidos a tener que hacer durante todo el tiempo de clase una exposición, porque otro tipo de actividad era muy complicado realizar.

Si se hubiese hecho una actividad completamente on line, esta posibilidad de hacer grupos de trabajo, de establecer un tipo de interacción hubiese sido más fácil porque no estamos limitados por la tecnología que, como he explicado, impedía el movimiento y dificultaba bastante la comunicación

Por lo tanto, yo creo que es una inversión económica costosa, y no veo que tenga una utilidad y una capacidad importante. De hecho, los alumnos preferían una actividad síncrona pero completamente on line, en la que todos estaban en las mismas condiciones y era mucho más fácil establecer la comunicación que esta otra que era parte presencial y parte virtual.

Muy interesantes estas reflexiones. En contextos latinoamericanos y andinos, estamos regresando a esa normalidad, Nos toca buscar nuestros propios modelos para garantizar esa continuidad de los procesos educativos. La pandemia, además de toda la incertidumbre que nos ha traído estos meses, también es una oportunidad -hablo desde el ámbito educativo- de poder innovar. De otro tipo de educación, de otra educación posible mediante la tecnología como gran escenario.

La tecnología no es el fin en sí mismo, sino sencillamente, una mediación. Quiero agradecerte Jesús por esa entrevista para el boletín Spondylus, de la Universidad Andina Simón Bolívar. Y esperamos contar con tu participación en una próxima oportunidad.

Muchas gracias, Jorge. Ha sido un placer.