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Boletín Spondylus

La ciudad y los jóvenes desde la mirada de Rossana Reguillo


Publicado: 12-04-2009
Por Ylonka Tillería
Asistente académica del Área de Salud


La Universidad Andina junto con la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) organizaron el Seminario Internacional “América Latina en el siglo XXI: Comunicación y Poderes”.

Rossana Reguillo participó como ponente en este encuentro.  La antropóloga mexicana, doctora en Ciencias Sociales  por la Universidad de Guadalajara y del Centro de Investigación y Estudios en Antropología Social (CIESAS), ha trabajado desde hace más de 30 años en temas como culturas urbanas, vida cotidiana, subjetividades y culturas juveniles.

¿Qué elementos intervienen hoy en la percepción y uso de la ciudad?
Pregunta muy compleja que llevaría varios casettes para contestar medianamente bien, pero en aras de una respuesta general y esquemática, diría que la ciudad está en profundos procesos de transformación social con respecto a lo que pensamos a finales del siglo XX. Un primer factor es la des-socialización creciente que podemos ver en las metrópolis de América Latina o en ciudades intermedias mayores a 500 mil habitantes donde lo que se observa es un proceso de repliegue del ámbito de lo privado a pretexto de una supuesta seguridad, es decir un creciente abandono del espacio público, lo que a su vez tiene un profundo efecto en las formas de interacción ciudadana, cotidiana, etc.

Otro factor es esta especie de voluntad de los gobiernos de buena parte de la región de lo que ha dado en llamarse en “limpieza de los centros históricos”, fundamentado en un proyecto de forma eugenésica que no tiene otro rostro y otro perfil que sacar a los individuos, actores, prácticas y procesos que se perciben como amenazantes al orden instituido.

"Se observa un  repliegue de lo privado a pretexto de la seguridad y un abandono del espacio público."

Estas son las lógicas que utilizan para la limpieza de los centros históricos donde sujetos marginales como indígenas, vendedores de comercio informal, cierto tipo de actores juveniles son desplazados hacia las periferias en aras de esta lógica de control.

Un tercer fenómeno que estamos viviendo en las grandes metrópolis es la fragmentación de la ciudad que consiste en armar nodos urbanos casi independientes con sus propios servicios, lógicas de producción, escuelas, etc, de tal manera que mucha de la gente que vive dentro de estos nodos, sin necesariamente que signifique que esta gente viva en urbanizaciones cerradas, no participe del conjunto social, lo cual puede ser sumamente fuerte en términos del impacto que esto genera en la socialización; pero también podría leer la fragmentación en la lógica de una configuración más colectivizada donde la ciudad era considerada como un espacio de múltiples actividades.

¿Qué impacto tiene esto en la socialización?
Lo que estamos viendo hoy en las grandes urbes es un proceso en el que la ciudad se vacía de muchos de sus atributos característicos y se convierte por un lado en un lugar de mera productividad desplazando hacia la periferia la zona de habitabilidad, lo cual habla de una fragmentación del espaciamiento, lo que se llamaría las “ciudades hacia fuera”. Podrías tener también el fenómeno contrario, es decir, la ciudad convertida en un lugar de habitabilidad con los centros de trabajo y producción afuera de la ciudad. Todos esos procesos coexisten simultáneamente en tensión analítica, en tensión de existencia pero se expresan de maneras diferenciadas.

Otro fenómeno creciente es la ciudad cerrada, la emergencia de los condominios, urbanizaciones cerradas, residenciales, etc. Esto indica una fuerte tendencia   documentada por los urbanistas, que en este momento en América Latina se construye apenas un 30 por ciento de ciudad abierta, frente a un 70 por ciento de ciudad cerrada. El impacto que esto va a tener a largo plazo en la lógica de socialización y la construcción de un espacio público es enorme.

Usted manifestaba en su conferencia que para convivir con la violencia es necesario no negarla. De esta forma un desafío para la investigación en comunicación es hacer audible y visible ese malestar, esa desgracia, esa pérdida de sentido, más allá de la espectacularización. ¿Cómo explicar la lógica de los medios?
Me preocupa mucho más lo que está aconteciendo, que de cómo se está informando. En buena parte de América Latina fuimos transitando del salto de la nota roja y la nota policial a las primeras ocho columnas, yo no creo que por perversidad mediática sino porque de hecho la violencia escapó de las páginas restringidas de la zona roja a convertirse en un relato cotidiano, del cual hay que dar cuenta.

Mi crítica sería, está bien hay que informar de los asesinatos, los asaltos, las muertes, los desastres, el riesgo ambiental, la crisis económica porque son cosas que están aconteciendo, el problema es que cuando se informa de esto no se acompaña de reflexión, artículos de fondo, investigaciones pausadas que puedan poner en perspectiva esa información que está circulando, creo que ese es el problema fundamental. Entonces cuando en un periódico, o en un noticiero, lo que se hace es recitar como un rosario: 35 muertos, 44 asesinados, 20 robos de automóviles, etc, eso no se acompaña de una crítica de modelo político por eso se tiene una

"Si los jóvenes no participan en causas políticas no significan que no tienen concepción de lo público."

percepción magnificada de la gravedad de los acontecimientos. Esto lo que hace es minar la competencia crítica de lectura y la agencia ciudadana porque si todo está tan caótico, entonces, ¿para qué intervenimos? El truco estriba en cómo hacer visible esto, pero al mismo tiempo lo que haces es acompañarlo de informaciones de fondo, opiniones encontradas. La crítica es ¿cómo salir del reporteo, el boletín oficial y construir un periodismo de información de fondo de investigación?

Al contrario de lo que afirman algunos teóricos y pensadores contemporáneos sobre la invisibilización del sujeto, usted sostiene que existe una emergencia de nuevos actores sociales y culturales que construyen nuevas formas de socialización, como es el caso de colectivos juveniles.
Citando a Ulrich Beck, que me parece que lo dice de una manera tan limpia y tan nítida que casi con esa formulación se contesta todo, y lo dijo hace buen rato en su libro Hijos de la libertad: “los jóvenes practican una delegación de la política altamente política”. Cuando tienes a colectivos de jóvenes en la calle grafiteando, haciendo intervención urbana, protestando por distintas cosas, etc, lo que tienes es la expresión de un malestar que los jóvenes abordan fuertemente desde el ámbito de la cultura y no desde la política tradicional. Pero el hecho de que ellos no participen en causas políticas o partidos políticos no significa que no tengan una concepción de lo público, del valor de la colectividad. Por supuesto, todo esto hay que matizarlo, hay anclarlo en estudios locales, hay que ver cómo se comportan distintos colectivos y agrupaciones juveniles en los distintos lugares de América Latina.

¿Cómo entender la estigmatización y este tipo de “violencia expresiva” ejercida por jóvenes en contra de otros jóvenes en instituciones educativas? Allí tenemos varios casos como lo sucedido en Estados Unidos, Alemania, Finlandia, entre otros.
Es algo muy complicado, pero pasan tres cosas: primer asunto es que estas violencias perpetradas contra otros jóvenes marcan un asunto fundamental y es la pérdida del blindaje de la escuela que se sentía a salvo como la institución garante de la seguridad. Todos estos casos que no solamente ocurren en Europa o Estados Unidos, sino en Argentina, donde recientemente un niño sacó la pistola del papá y mató a otras personas. Esto pone en crisis a la escuela porque esa violencia exterior llega a sus aulas; y claro, el tema es aterrador pensar que los jóvenes puedan ser perpetradores de esa violencia, y eso llega al imaginario social de la mano de los medios de comunicación por tratar de encontrar los factores que desencadenan esa violencia, entonces se explica desde el consumo de drogas, escuchar música “indebida” como responsabilizando a estos factores de lo ocurrido. La tercera es como un lavado de culpas en el sentido de que se sicologiza al sujeto que actúa. Si revisas la cobertura mediática y las opiniones de curas, expertos, sicólogos, toda la lógica es individualizar el acto, es decir, los muchachos en Columbine, Estados Unidos, el caso del estudiante japonés, entre otros, se convierten en casos patológicos aislados, entonces eso obtura la posibilidad de discutirlo como un problema social que no es un problema de los jóvenes, claro hay un ingrediente de patología que no se puede negar, pero hay dos cosas que no se pueden discutir: uno el acceso a las armas sobre todo en Estados Unidos donde es más fácil comprar una pistola que un condón, y segundo elemento, preguntarnos, ¿qué estamos haciendo como sociedad para que un joven se sienta autorizado y orillado a perpetrar un tipo de violencia como ésta? No es asunto de patologías sino un asunto que nos compete a todos como sociedad.

¿Cómo abordar este tema desde una perspectiva social y cultural?

"Las violencias perpetradas por jóvenes marcan  la pérdida del blindaje de la escuela, como institución garante de la seguridad."

La única manera de poder dar cuenta de la enorme diversidad que cabe en la categoría jóvenes es por medio del relato etnográfico que puede dar cuenta de que joven no es una categoría universal. No es lo mismo ser joven aymara a los 18 años en una comunidad en Bolivia que ser joven de 18 años en la ciudad de México. Es decir hay profundas diferencias que comparten de fondo la estigmatización y las enormes dificultades para producir una biografía con una cierta certeza en el futuro.

Volviendo al tema de su conferencia. Usted hablaba de un vaciamiento y crisis de las instituciones en México que en este momento es ocupado por los narcos.  En el caso de México, ¿cuál debería ser el papel del Estado?
Ojalá tuviera una respuesta acabada contundente a manera de plataforma política, si lo tuviera me lanzaría de diputada, mañana. En el caso de México, lo primero es el abandono del Estado de su responsabilidad social, porque mientras no inyecte millones de dólares, a manera del Plan Marshall, es decir se invierta en infraestructura, proyectos de intervención en las comunidades que han sido totalmente abandonadas a su suerte, porque no hay manera de competir con estas estructuras, no se puede hacer con voluntad. El asunto es de profunda intervención monetaria y lo segundo hay que elaborar proyectos que planteado en simple, vuelvan innecesaria la opción por la violencia, es decir, devolver a los sujetos juveniles la capacidad de construir sus biografías con la certeza de que cuentan con los soportes estructurales adecuados para imaginar su futuro.