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Boletín Spondylus

El sistema alimentario y la pandemia


Publicado: 02-09-2020

 

Por: Ana Lucía Bravo

Edición: Sofía Tinajero Romero

 

“Vivimos una crisis civilizatoria, marcada por una inmensa degradación ambiental ocasionada por el modelo actual de producción. A esto se suma la crisis actual de la COVID-19, que nos enfrenta a serios cuestionamientos sobre la vida misma”. Con estas palabras, Ana Lucía Bravo, profesora del Área de Ambiente y Sustentabilidad, presenta la entrevista que realiza a Silvia Ribeiro, directora para América Latina de la organización internacional sin fines de lucro Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, Grupo ETC.

¿Cuál es el origen de esos alimentos?, ¿quién los produce?, ¿cómo aportan o no a nuestra salud?, ¿cómo garantizamos el acceso de esos alimentos en los tiempos de crisis? Son algunas de las preguntas motor que conducen esta conversación con Ribeiro, quien es periodista. Participa frecuentemente en las negociaciones de varios tratados internacionales de las Naciones Unidas y eventos organizados por la sociedad civil en todo el mundo. Investiga y escribe sobre temas de soberanía alimentaria, autonomía comunitaria impactos ambientales, y en la salud de los nuevos desarrollos biotecnológicos, así como sobre los impactos sociales ambientales y tecnológicos de las nuevas tecnologías. Además, es integrante del consejo editorial de la revista latinoamericana Biodiversidad, sustento y culturas.

En este contexto, quisiera asentar la discusión, entorno a lo que significan los alimentos que produce la red campesina alimentaria y la cadena agroindustrial de producción. ¿cuál es la contribución en la alimentación humana que hace cada uno de estos sistemas, qué sustenta estos sistemas y cuáles son los impactos que genera?

Esta pregunta es muy importante, como tú decías, por el momento que vivimos. Pero además, el sistema de cómo nos alimentamos, cómo se produce, dónde comenmos está relacionado con muchas cosas, no solamente con el ambiente; también con la salud, con las culturas, las formas de ver el mundo. Y en este momento, hay muchos mitos alrededor de esto.

Nosotros en el grupo ETC, hace más de 13 años que llevamos un proyecto que se llama “Quién nos alimenta”, en el que hemos estudiado todo esto. Un equivalente del 70% de la población en el mundo se alimenta con la contribución de los pequeños proveedores que son productores y productoras campesinos; pescadores y pescadoras artesanales; pastores y pastoras; y huertas urbanas.

A esto nosotros llamamos una red campesina. No es sólo lo que se planta, sino lo que se recolecta, lo que hay en caza silvestre, también en pequeñas cantidades. Todo a nivel artesanal. Eso es el fundamento del 70% de la población.

Y este sector solamente tiene menos del 25% de la tierra agrícola en el mundo, y además usa alrededor del 20% o menos del agua que se usa en la agricultura; y menos del 10% de los combustibles, porque la mayoría no usa.

Estos son alimentos que están bajo el control de esta red campesina, en el sentido de que tienen sus propias semillas. En general, no se usan agrotóxicos; digo en general, porque no es que por ser campesinos no lo usen, sino que incluso porque hay menor disponibilidad para comprarlo, y además porque en muchos casos no se quiere esa forma de alimentación.

Pero lo que es muy preocupante es la cadena industrial de alimentos, que es la producción industrial de alimentos desde la agricultura hasta los supermercados. Para empezar, controla el 75% de la tierra agrícola del planeta; consume más de 75% del agua y el 90% de los combustibles que se usan en la agricultura.

Y solamente alimenta, en el sentido real de la palabra, al equivalente a un 30% de la población mundial. Mucha gente dice, ‘bueno esto cómo sucede, si yo sé que la agricultura industrial produce más’. Todo esto es de lo que hablo de los mitos.

Sí, es verdad que la agricultura industrial planta enormes superficies pero la verdad es que la mayoría de eso se desperdica. Según la FAO -que usa cifras muy conservadoras- más o menos de entre el 35% y 45% de lo que se produce en el campo, se desperdicia en el campo. O sea nunca sale de ahí.

Pero si a eso le sumamos todo lo que se desperdicia en empaques, en transportes, en lo que se tira a la basura porque se compra empacado, es mucho más del 50%.

Lo peor de todo es que la comida industrial que llega finalmente a las personas no alimenta. La mayor parte produce obesidad, engorda. O sea, son alimentos que no se necesitan o están vinculados a las causas mayores de enfermedad en el planeta.

Y esta misma cadena es también el principal factor de cambio climático. Esto es un dato que ha trabajado la organización Grain. Este panel intergubernamental de cambio climático reconoce que la agricultura y la deforestación son el 25% de los factores que producen los gases de efecto invernadero.

Lo que hizo Grain fue calcular cuánto de esto corresponde, por ejemplo, a las emisiones de los transportes, a las emisiones por la basura, a las emisiones de los empaques, por la deforestación. Todo esto da que entre 44% y 57% de los gases de efecto invernadero son producidos por el sistema alimentario agroindustrial.

Algo parecido podríamos ver, si analizamos el impacto en el sistema alimentario, de las plantaciones, el uso de agrotóxicos. Encontramos la contaminación de aguas, la contaminación de aire. Entonces, nos damos cuenta de que la cadena agroindustrial de alimentos, aunque sólo alimentan al equivalente al 30% de la población, está vinculada a los mayores problemas ambientales y de salud del planeta.

¿Cuál es la relación de la cadena agroindustrial de producción con los problemas de la pandemia, en estos momentos. Y ¿cómo este sector se ha comportado?

Nosotros consideramos esta una pregunta clave, porque el sistema alimentario agroindustrial tiene un rol clave en el surgimiento de epidemias y pandemias. Tanto directamente, por ejemplo, los criaderos de confinamiento de animales, los criaderos industriales son una fuente emergente de nuevos virus y nuevas bacterias. Bacterias resistentes a antibióticos, porque es el lugar donde se utiliza el 80% de los antibióticos en el mundo -o sea de todos los antibióticos, los que usamos los seres humanos o los que se usan en veterinaria- pero sobre todo en cría industrial de animales, en la cría confinada de animales. No es tanto para animales sanos, sino para promover el engorde y la cría rápida.

Por un lado, esto produce bacterias multirresistentes a los antibióticos, pero también es un criadero de nuevos virus, porque son animales que viven hacinados toda su vida en condiciones de sistemas inmunológicos muy debilitados y además con una uniformidad genética muy grande, porque no tienen una cría natural. Son producto de la informatización genética por las compañías que venden la genética animal.

Esto es una parte del origen de las epidemias, que es el origen zoonótico. Nosotros hoy que estamos en esta pandemia, que todo el mundo sabe que tiene un origen animal, se supone que es de los murciélagos. Mucha gente dice, y eso qué tiene que ver con la cría de cerdos o de pollos industriales o de vaca. Bueno, está muy relacionado, porque los virus se encuentran en estos lugares que son realmente como fábricas de pandemias, les llamo yo así. De ahí salen, por ejemplo, la pandemia de la gripe porcina, la gripe aviar, que es un SARS-COV también, es un pariente del virus que tenemos ahora.

Pero los que salen de sistemas silvestres, como pueden ser por ejemplo de murciélagos, es porque estos animales han sido expulsados de sus hábitats. Y de los factores que influyen para expulsar a los animales de los hábitats silvestres, el principal es justamente la expansión de la frontera agrícola. Esto es un dato que poco se conoce. O sea están todos los megaproyectos, la minería, las represas que están afectando a los ecosistemas silestres y expulsando a los animales que estaban en una sitiación de equilibrio con los virus. Y salen, y estos virus se reproducen o en humanos, o en alguno de estos criaderos.

Pero el factor fundamental de la deforestación es la expansión de la frontera agrícola. De nuevo, son datos de la FAO; lo menciono porque son datos muy convencionales los que usa Naciones Unidas. Estos datos adjudican a América Latina el 80% de la deforestación a la expansión de la frontera agrícola industrial.

Entonces, esa expansión se da porque más del 70% de la tierra agrícola de la cadena industrial es usada para producir forrajes para la cría industrial de animales. Son todos como círculos viciosos que se alimentan. Se usa la mayor cantidad de la tierra; tienen el mayor impacto en los ecosistemas silvestres, pero además producen las enfermedades. Es, digamos, un círculo de ganancias. Son las propias empresas que crían animales en confinamiento las que también usan la tierra para producir forraje, sobre todo maíz y soja transgénica para esos mismos animales.

En este tiempo, ¿qué ha pasado con esa agricultura industrial, la que se denomina la agricultura 4.0? ¿Qué implica eso?

Justamente, durante la pandemia es cuando más se ha notado. Pero ha quedado un poco en el telón de fondo, como si el problema fueran los murciélagos, o el tráfico de especies silvestres. Es como comparar un elefante con un perrito; es decir, el elefante es de lo que no se habla.

Y en este momento, además se ha empeorado, en el sentido de que una tendencia -que era hacia la digitalización de todo el sistema agrícola industrial- ha crecido; esta es una agenda que ya estaba, que se trataba de la digitalización de todas las tareas en el campo: por ejemplo, el uso de drones para mapear, para fumigar pero también la automatización de toda la maquinaria agrícola y el uso de la maquinaria en muchos casos automatizada y no tripulada.

Esto va generando datos que van a grandes nubes informáticas que están controladas por las mismas empresas que en todo el mundo son las mayores plataformas digitales: Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft, y que en China son Alibaba, Telcel. Estas que nombré, que son 8, tienen aproximadamente el 80% del mercado de las plataformas digitales. Y algunas de ellas, por ejemplo, Microsoft, han desarrollado una tecnología específica para la aplicación en la agricultura industrial, que plantea cómo digitalizar todo el manejo, aplicación de insumos, la ganadería, las vacas, a partir de digitalización.

Es un tema complejo para que explique los detalles, pero el punto aquí es que a través de estas tecnologías han entrado en el sistema agrícola las grandes empresas digitales, que a su vez son las que manejan finalmente a través de sus nubes de almacenamiento los datos del campo, lo que les da una enorme información sobre los territorios y lo que hacen en el campo.

Pero, por otro lado, estas son las mismas plataformas que están controlando, por ejemplo, cuando hablamos, cuando compramos algo -actividad que ahora con la pandemia se ha exacerbado, la compra desde alimentos a cualquier otra cosa a través de internet-. Y a su vez, todas estas compañías han desarrollado -ya tenían desde antes- convenios con las compañías de agronegocios, con la de supermercados, etcétera. Finalmente, son las únicas que tienen la capacidad de manejar la enorme cantidad de datos que se van generando, tanto en el campo como en el consumo.

Y esto revierte en el uso que hacen estas plataformas a través de diferentes empresas menores, porque lo que hacen es vender los datos, desde los niños cuando participan en la educación virtual, hasta de todos, porque estamos de una manera u otra en la digitalización. Y eso lo usan para inducir; hay toda una industria de la inducción, el consumo de determinados alimentos. En realidad, lo utilizan para inducir las elecciones de consumo de todo, no solamente alimentarias, pero en el caso alimentario, es muy grave porque complementa lo que ya existía en cuanto al manejo digital en la parte de producción y ahora también en la parte de consumo.

Entonces, en el marco de la pandemia estas son las empresas que más han ganado en ganancias concretas en dinero. Son ganancias absolutamente demenciales. Por ejemplo, las ganancias que Amazon tuvo durante los tres primeros meses de la pandemia, superan a las de todo el programa mundial de alimentos de Naciones Unidas.

Entonces, han ganado enormemente a través de obtener todos estos datos que a su vez comercializan vendiéndoselos a otras empresas, y que estas nos están tratando de influir en qué comemos, cuándo lo comemos, en las formas de producción, etc.

Es todo un tema nuevo que no esperábamos que tan rápido se relacionara a algo tan vital como la alimentación, pero que ya está completamente metido tanto dentro de la producción como dentro del consumo.

A veces uno tiene la imagen de que afecta solamente a la gran producción, a los que tienen el dinero para usar drones, para comprar tractores o para usar los satélites. Pero afecta en general, por el control de territorio que les permite ampliar las unidades de producción -esto ya venía, por ejemplo, con los transgénicos-.

Y de la otra punta, en el consumo, en dirigir las elecciones de consumo de la gente, o la compra a través de la inducción, todos estos alimentos son los que están provocando, por ejemplo, mayor obesidad y mayores enfermedades. Un dato que no dije antes, es que las enfermedades zoonóticas y las infecciosas, en promedio en el mundo, solo 20 son responsables del 28% de las muertes anuales.

El 72% son enfermedades no transmisibles; de ellas, la mayoría son las cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión. Y luego les sigue los cánceres digestivos; cáncer de hígado, enfermedades de riñón.

Entonces, el 72% de las enfermedades por las que la gente muere, está relacionado directamente al tema agroalimentario industrial. Por un lado, están relacionadas las enfermedades infecciosas a través de la zoonosis, pero por  otro lado están relacionadas a la mala alimentación. Y a través de la digitalización, esto aumenta. Aumenta en parte con la pandemia, porque estamos obligados a usar medios digitales y porque a través de sus medios digitales se ejerce toda una industria de la inducción de comer alimentos de peor calidad, que aumentan esas enfermedades.

Justamente nosotros aquí en el país hemos visto eso. Muchas de las donaciones de alimentos que hacía el gobierno eran alimentos ultraprocesados. Lamentablemente, no se cuida la salud de la población, no se cuida la producción campesina, o pequeña.

¿Cómo tú ves el rol o el papel que tienen estos sistemas campesinos de proximidad locales en la provisión de alimentos, que también ha jugado un rol importante en el país en esta pandemia? Aquí en todo el país se han activado muchísimo todos los mercados agroecológicos para proveer otro tipo de alimentación.

Eso que acabas de decir, se ha repetido prácticamente en todo el mundo. Yo he tenido la fortuna de estar en Ecuador algunas veces, y considero que Ecuador es un país en muchos sentidos rico por la cantidad de alimentos locales que hay. Por mis actividades, he tenido que estar en varias partes del mundo, y es muy triste cuando viajas miles de kilómetros y te encuentras la misma comida que en cualquier otra parte. Y en Ecuador esto no sucede tanto, lo cual es muy bueno.

Pero al mismo tiempo lo que me estás diciendo es terrible, en el sentido de promover  que se usen este tipo de alimentos ultraprocesados, como les dices, pero además con una cantidad de componentes, de saborizantes de conservantes que hacen que promuevan la obesidad, que es uno de los factores que está relacionado con el colesterol, con las cardiovasculares, con la diabetes.

Nosotros hoy en el mundo tenemos una pandemia de obesidad. Entonces, eso es lo que tendríamos que estar claramente criticando e impidiendo. Es terrible que desde programas oficiales se promueva este tipo de alimentación que refuerza el surgimiento y la debilidad ante las pandemias y ante las epidemias.

Lo que te decía es que por todo el mundo, por ejemplo, más efectiva ha sido justamente la producción campesina local. Incluso en huertas urbanas, en donde se han practicado y se han fortalecido durante todo este período las experiencias. Bueno, por un lado la práctica que ya existía campesina, pero se han multiplicado las experencias de buscar contactos directos entre grupos de las ciudades con campesinos. En Ecuador hay cosas muy emocionantes, pero también las hay en Brasil, en Argentina, en Perú, en México, de grupos de agricultores y agricultoras que alcanzan, comparten o venden a precios muy accesibles sus alimentos que son producidos en formas sanas en sus comunidades.

Por ahora, lo que hay son muchos ejemplos por todas partes. Incluso en Estados Unidos y Canadá han crecido muchísimo lo que se llama la agricultura sostenida por la comunidad, que son grupos urbanos que se alían con grupos campesinos pequeños para compartir gastos o para financiarlos para que se puedan producir alimentos y traerlos a las ciudades.

Y todo esto además se ha hecho conservando medidas sanitarias, para evitar los contagios. Y a nivel local es cuando mejor se han manejado o sea, es donde menos contagios hay;  cuando las comunidades se han apropiado de sus formas de prevenir los contagios y de aumentar la salud. Por ahora, no hay estadísticas sólo tenemos una cantidad muy grande de ejemplos de que está sucediendo, y que los ponen de manifiesto.

Esto de alguna manera nosotros lo vemos relacionado a lo que decía al principio,  que la mayor parte de la gente en el mundo se alimenta gracias a estos campesinos. Ahora una pregunta que mucha gente hace: si la mayor parte es alimento campesino, ¿por qué hay obesidad?, ¿por qué hay tanta gente que sufre hambre? Bueno, porque las y los campesinos, y estas formas de producción es lo único que llega a mucha gente que tiene hambre, porque la gente que tiene hambre no puede comprar alimentos.

Pero a su vez tienen muy poca tierra, tienen muy pocos recursos. Entonces, no es que nos tenemos que quedar sentados y decir, bueno como el 70% se alimenta de esto, con eso alcanza. No, no alcanza y por eso hay desnutrición, hay debilidad, porque no es suficiente. Pero de todas maneras son alimentos de mucha más calidad alimentaria proteínica pero también en lo que significan esos alimentos.

Entonces, yo creo que es fundamental -frente a las epidemias y a las pandemias- hacer un cuestionamiento profundo de lo que significa el sistema alimentario agroindustrial, que es el principal generador de enfermedades de la gente, del planeta y además del cambio climático. Es el principal generador. Y que además tiene que ver con algo tan vital como la alimentación.

Y entonces, es necesario promover desde la acción directa de los que podamos desde las ciudades -que lo vamos a tener que hacer y lo estamos haciendo, porque no tenemos otra-. Digamos, hasta por nuestra popia salud, promoviendo un cuestionamiento a nivel  de los gobiernos, a nivel internacional de los sistemas de agricultura industrial, incluso de estas nuevas formas súper tecnológicas que nos quieren obligar a quedar encerrados y consumiendo a través de internet alimentos ultraprocesados, con un enorme costo ambiental y climático que no está considerado.

Gracias, Silvia. Es súper importante lo que dices, porque nuestro país, como tú dices, es un país muy rico en lo que se refiere a la alimentación. Tenemos una gran cantidad de agrobiodiversidad, y mucha cultura y conocimiento campesino. Además, la última Constitución nos declara como un país libre de semillas y cultivos transgénicos y defiende la soberanía alimentaria, pero lamentablemente no se cumple.

He ahí nuestro papel, como tú decías, como activistas, como consumidores, como parte de la academia, en la defensa de estos otros sistemas de producción que realmente pueden asegurar y permitir que tengamos una mejor nutrición y una mejor salud.

Muchas gracias por interesarse por este espacio. Sí sé que en Ecuador tienen todas estas posibilidades, y nada más les quisiera decir que realmente ya no es una opción seguir sobre los mismos sistemas de alimentación. Tenemos que cambiarlos y fortalecer estos otros sistemas. Realmente es ya un problema de sobrevivencia de la salud de todos, y de la salud del planeta, que está íntimamente ligado. Entonces, creo que es una oportunidad que tenemos todos, y desde la academia, como este programa, y otros que están haciendo, es una forma de también generar información y conciencia sobre esta necesidad.

Gracias, Silvia.