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Boletín Spondylus

Dussel: La representación de los partidos monopoliza el ejercicio del poder


Publicado: 02-10-2011

Por Catalina León,
Doctora en Estudios Culturales Latinoamericanos
de la Universidad Andina Simón Bolívar

Enrique Dussel es una de las figuras más representativas de la filosofía crítica latinoamericana y uno de los fundadores de la Filosofía de la Liberación, que propone la definición del pensamiento latinoamericano desde visiones alternativas al método filosófico clásico occidental. La producción intelectual se traduce en unos 50 libros publicados y más de 400 ensayos que han sido traducidos a varios idiomas.

Enrique Dussel-La representación de los partidos monopoliza el ejercicio del poder

Este pensador argentino-mexicano es profesor en el Departamento de Filosofía en la Universidad Autónoma Metropolitana , y en el Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México. Es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina; doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, y doctor en Historia por La Sorbonne de París.

Esta entrevista la realizamos en el marco del Encuentro Internacional “Pensar-actuar decolonial desde el Sur", organizado por la Universidad Andina Simón Bolívar, donde asistió como uno de los conferenciantes principales.

La reciente producción del profesor Enrique Dussel se enmarca dentro de lo que podríamos llamar la filosofía política de la liberación o lo que usted denomina una arquitectónica global de la política de la liberación. ¿Cuáles son los elementos necesarios, imprescindibles para esta política de la liberación?
Sí, es un intento de dar al militante que se compromete en política una visión amplia de lo que debe entenderse por política hoy en el mundo, en América Latina, en cada uno de nuestros países; pero también con respecto a Europa, Estados Unidos, la China, la India. Y por eso es que esta obra comienza por una muy larga historia mundial, no eurocéntrica, donde se sitúan distintos escenarios.

Ahora, en general, en la izquierda con el pensamiento crítico hay una visión negativa de la política en el sentido que el Estado es un estado dominador y entonces hay que confrontarlo, criticarlo para poder hacer una sociedad mejor. Pero eso nos lleva a no tener una visión realmente positiva de la política que permita gobernar cuando ese responsable de un pueblo es elegido representante.

Usted ha mencionado a las izquierdas, ¿es posible una relectura de Lenin y del marxismo en general?
No solo de Lenin. Es posible una lectura de todos los autores. De Lenin más especialmente porque está debajo de la revolución rusa que organizó la Unión Soviética, que después de 70 años de experiencia se derrumbó de pronto, y se derrumbó no por causas meramente externas sino también por causas internas y quizás una falta de política. Se puede decir que la política fue puesta entre paréntesis por un futuro lejano porque la gestión del país fue realizado por un comité central que administraba la economía, la cultura, el arte, todo; pero no en un sentido estrictamente política, lo que supone una cierta discusión sobre los propósitos y los fundamentos de las decisiones que se toman, y ahí la discusión y el debate es fundamental no solo en una libertad liberal pero si una verdadera participación del pueblo.

La tendencia de la filosofía política contemporánea es analizar las especificidades, por ejemplo la soberanía, el poder, el estado, la descentralización, etc. ¿Esto implica una evasión del concepto de política en cuanto tal?
Yo no diría, cada uno de los grandes autores norteamericanos o europeos tiene una cierta visión de la política, y en general se acepta el sistema, Europa y Estados Unidos, capitalista, en esta etapa de su desarrollo socialdemócrata, como el punto de partida. El asunto es quizás partir de otros supuestos y en situaciones muy distintas que son la mayoría de la humanidad que estuvo en el Sur en una posición de colonia o, si no colonia, al menos bajo el dominio de las metrópolis europeas y norteamericanas después de la segunda guerra mundial.

Así que nuestra política es muy distinta y tiene otras problemáticas que la europea o norteamericana, y en la filosofía eso inevitablemente se tiene que manifestar.

¿Esto nos lleva a preguntarnos por una teoría de la acción para América Latina?
En general, los autores son muy fragmentarios, sobre todo en la academia donde hay una cierta exigencia de precisión, fundamentación y demás hace que los autores traten ciertos temas, dentro de ciertas corrientes. Pero nunca se piensa dar una visión más general y fundada para formar al militante político, es decir político mismo, y este necesita una visión más general.

La intención de la política de la liberación, como yo le he entiendo, es dar una visión autorizada, al que piensa dedicarse a la política como representante o participante, más general de qué es la política para poder situarse ahí dentro, en diálogo con los grandes autores que tratan temas parciales pero que se le ubica dentro de un marco mayor.

Desde el horizonte de la política de la liberación, ¿cómo entender la corrupción de las burocracias políticas en países como los nuestros?
No son como los nuestros solo. El tema de la burocracia es un vicio general de todas las instituciones políticas y en toda la historia; pero especialmente en esta porque la representación se ha fetichizado un tanto y no hay una participación que pueda fiscalizar esa representación. Para mi ese es el tema central de la política, no solo entre nosotros en América Latina; es un tema en Estados Unidos, donde un lobby tiene más influencia que el pueblo mismo norteamericano.

Se puede decir que la política se ha hecho representacional, la representación que está en manos de los partidos monopoliza el ejercicio del poder, y el pueblo o la comunidad política es un espectador pasivo que de vez en cuando vota, pero condicionado por enormes instrumentos de propaganda que dependen más de los fondos que de los propósitos. Entonces todo esto se va corrompiendo y esto no es latinoamericano, es mundial.

¿Si Marx habló de la fetichización de la mercancía, se puede hablar hoy, desde la política de la liberalización, de una fetichización de la política?
Sí. No tanto de la política sino hay que mostrar en qué momento el poder representativo o el que ejerce el poder delegado del pueblo se fetichiza, que es distinto. Y Marx tiene un texto muy bonito en un artículo muy bonito de su juventud, de 1842, sobre el robo de la leña, donde muestra cómo la dieta Westfalia, que es un congreso de una provincia alemana, se ha fetichizado para la político. Esto, para cuando de la economía se ocupe, lo aplica a la mercancía y a todas determinaciones del capital y al capital como tal todo se fetichiza.

En la política, yo pensaba que Marx no había tocado el tema, pero da la casualidad que el primer texto sobre el fetichismo de Marx es político y justamente muestra cuando el representante cree ser la sede del poder y no el pueblo, ese es el fetichismo en la política y esa es la esencia de la burocracia y esa es la esencia de la corrupción de la política. Y eso lo estamos viviendo.

En este contexto, ¿se podría hablar de la necesidad de unos principios normativos de la política?
Completamente porque justamente el político, el que piensa dedicarse a ser representante, claro que todo ciudadanos debe también ser participante y por tanto actor político, de esto nadie se escapa, todos somos políticos; pero todos debemos tener principios normativos, lo que pasa es que hay que saber enunciarlos y ver cómo de hecho se están cumpliendo implícitamente siempre, en favor o en contra. Por ejemplo, el primer principio normativo de la política es afirma la vida y hazla crecer, la de los ciudadanos. Se puede decir que coman, beban, tengan vestido, cultura, que puedan realizar una vida plenamente cumplida, eso es un principio material y es ahí a donde se dirige la política. Si yo no actúo en base a la afirmación de la vida en la comunidad quiere decir que estoy proponiendo fines egoístas o el de la burocracia y ahí ya no cumplo el principio normativo uno.

Pero habría otro, todos los acuerdos que tomemos, tenemos que tomarlos por una discusión simétrica de todos los afectados desde las instituciones democráticas que hayamos definido. Eso es un sistema de legitimación, tengo que cumplir eso, todo tiene que ser por acuerdos y no por una disposición dictatorial. Es un principio normativo que de paso se cultiva en la familia, en la escuela y en todas partes, es el principio democrático que es: todo lo vamos a hacer por acuerdos y no porque yo quiero decidir.

Y el tercer principio sería el principio de factibilidad, es poder hacer cosas posibles, este es el punto de partida de la política; pero cumpliendo los otros dos, afirmando la vida de todos en igualdad y habiendo participado todos en cómo afirmar la vida. Estos son principios normativos que son la esencia de la política, no externos sino constitutivos y eso, por lo general, se plantea mal. Se cree que la política funciona en una parte y además hay principios éticos que le ayudan o hacen que el político sea un hombre decente. No se dan cuenta que los principios son normativos internos y si no los cumple es un pésimo político.