Conoce el campus universitario

Boletín Spondylus

Comunicación y naturaleza


Publicado: 24-07-2020

Por: Hernán Reyes

Edición: Sofía Tinajero Romero

Diana Coryat, profesora invitada a la Maestría en Comunicación en Visualidades y Diversidades, explica en entrevista con el profesor Hernán Reyes, del Área de Comunicación, acerca de la relación entre comunicación y naturaleza.

Hernán Reyes conduce una conversación en la que se analizan las perspectivas de esta relación tanto desde el Norte global como desde el Sur global.

Diana Coryat tiene una maestría y un PHD en la Universidad de Masachussets Amherts, donde también ha sido profesora. Es además Bachelor of Fine Arts, en la School of Arts de Nueva York.

Diana, un gusto, quisiéramos que nos cuentes sobre la  materia que dictas en la maestría en Comunicación.

El curso se llama “Medios, visualidades y naturaleza”. Creo que, por una parte, es una asignatura muy nueva, no solamente aquí en la Andina, pero hay muy pocas universidades que ponen en juego esa relación entre comunicación y naturaleza. Y además de eso, yo creo que en la literatura mismo hay un divorcio entre la ecología política y cuestiones de comunicación y de los medios.

¿Cuál es la diferencia principal que tiene hablar de comunicación ambiental, o de periodismo ambiental y el enfoque que tú das a tu asignatura?

Hacemos un mapeo del campo de la comunicación, a ver dónde se encuentra esa comunicación ambiental, o periodismo ambiental. Leemos textos que hablan de las tendencias en el Norte global y también en el Sur global. Y son distintos. Y lo que vemos en la literatura, es que el Norte global, por ejemplo, está más avanzado en el tema de tener dinero, recursos para sacar revistas, conferencias, congresos. Pero también lo que vemos con los estudiantes, es que hay un grupo reducido de académicos que casi se hablan entre ellos mismos.

En cambio, en el Sur global tenemos periodismo ambiental. También tenemos una tendencia de comunicación para el bien vivir. De hecho, hay autores que plantean que hay un giro en el campo de comunicación hacia el buen vivir.

Interesante, porque este término buen vivir -que hace algunos años, generó una enorme expectativa, porque implicaba quizá la idea de otro horizonte de sociedad, de desarrollo de la sociedad- ahora en cambio, por los giros políticos que ha dado la región, sobre todo, es un término tremendamente cuestionado.

¿Tú crees que todavía tiene vigencia la idea de un buen vivir, sumak kaysaw, sumak qamaña, como llaman también en Bolivia, o ya efectivamente se debe descartar ese término, y volver a la idea original de progreso desarrollo, o hasta prosperidad, como algunos políticos locales están hablando?

Nada que ver. Creo que sigue siendo súper vigente. De hecho, es interesante porque en el curso tenemos estudiantes ecuatorianos, colombianos, venezolanos, y cada país casi tiene una relación distinta a los conceptos. En el Ecuador, casi ya ha venido a ser como una mala palabra, porque tanto abuso, tal vez, del término. En cambio, Colombia todavía da un horizonte de mucha esperanza.

Casi en todo el mundo creo que es una moneda poderosa, también en la literatura de Sudamérica hasta el Norte global lo han tomado como un horizonte muy importante el buen vivir.

En el curso, lo que yo intento hacer es reconocer que también ha sido sujeto la política. Entonces, guste o no, ha sido parte de la política esta construcción de Ecuador. Pero al mismo tiempo, los movimientos sociales todavía siguen queriendo vivir en la armonía con la naturaleza. Por ejemplo, Maristela Svampa de Argentina -que es una socióloga y escritora- propone un giro ecoterritorial de las luchas.

Entonces, yo trato de rescatar el término, a ver qué es el valor y también tejer ese concepto con unos conceptos que tienen en el Norte. Por ejemplo, ahora están hablando mucho, del antropoceno. Pero hay una tendencia también en el Norte global -porque está en Europa un poco más que en los Estados Unidos- a trabajar el antropoceno feminista, porque quieren plantear que el antropos no es una figura homogénea; que el antropos es una figura que tiene más del Norte, una figura masculina del Norte colonial, más que del antropos de esa figura de una mujer indígena de la Amazonía. Entonces, encontramos que entre el buen vivir y el antropoceno feminista se pueden tejer algunas preocupaciones, diría yo.

Pero de hecho, escuchándote, cuando tú contrapones, por ejemplo Norte y Sur, o  el Occidente y el resto del mundo, estás quizás contraponiendo cosmovisiones que a momentos resultan incompatibles. ¿Tú crees que es dable a partir de referentes como el buen vivir, por ejemplo, encontrar lo mejor de ambos lados, y ponerlo en función de las necesidades de la sociedad contemporánea, frente a la degradación ambiental, por ejemplo?

Sí, creo que sí. Pienso que hay un desenvolvimiento distinto en el Sur y en el Norte. También en el curso lo que hacemos es que problematizamos el Norte global y el Sur Global. En un ejercicio, pregunto a los estudiantes dónde se queda el Occidente. ¿Dónde está? ¿Bogotá es Occidente? ¿Amazonía es Occidente? ¿Quito es Occidente?

Entonces comenzamos a matizar mucho más de una manera muy actual, qué es el Occidente. Es una línea de pensamiento de Occidente moderno capitalista que no está tan cuestionado en el Norte global, porque está muy adentro. Pero en algunos sectores, sí. Por ejemplo, hay una tendencia que nació en Irlanda en 2006, en la que hablan de las transiciones, es casi como alternativas al desarrollo, pero no lo llaman así. Pero están de pueblo a pueblo tratando de buscar maneras de vivir en armonía con la naturaleza. Entonces, se encuentran algunas convergencias.

Hemos pasado entonces -haciendo una breve síntesis- de una idea de progreso que ahora muestra sus falencias enormemente, a una idea de desarrollo matizada con desarrollo humano, desarrollo sostenible. También se ha hablado de posdesarrollo. Creo que todo el trabajo de Arturo Escobar apunta en ese sentido. Pero esta politización de la ecología, y esta idea de que no se puede contraponer tan diametralmente naturaleza y sociedad; naturaleza y cultura, ¿iría más allá inclusive de la idea de posdesarrollo, desde tu punto de vista?

Posdesarrollo es un concepto, no es un horizonte. No ofrece una solución. Es un concepto  -según Escobar, como tú dices- que intenta descentralizar la noción. Es como una movida más discursiva. Y es un concepto que casi nos saca de una caja de desarrollo y progreso a pensar qué tipo de desarrollo queremos. Entonces, yo creo que hay otras alternativas u opciones que las personas, que la sociedad están buscando. Pero una de esas tiene que ver con cuestionar mucho ese binario sociedad-naturaleza, y cómo nos ha dañado. No solo a la naturaleza, sino a la sociedad misma, para tener ese tipo de  división.

Tú mencionas esta crítica a las dicotomías. Estas dicotomías excluyentes, entre lo masculino, lo femenino; el Norte y el Sur. Pero ¿no corremos el riesgo un momento determinado de caer en un esencialismo como algunos han planteado, por ejemplo, cuando se toma como referente, el buen vivir de determinadas culturas?

Hablemos de las culturas indígenas. En un mundo en el cual la tecnología y otro tipo de factores del desarrollo han impuesto un sistema que efectivamente es el sistema dominante en todos los órdenes, económico, político, cultural. ¿Es posible pensar en otro desarrollo, como algunos dicen, otra forma de vida, otro relacionamiento entre las personas, otra manera de entretejido de la sociedad, sin esencializar a determinados sujetos sociales?

Yo creo que sí. De hecho, me da mucha esperanza la nueva generación. Por ejemplo, cuando fui a Cuenca di una charla en la Universidad Nacional de Educación. Yo hice un estudio, como sabes sobre los Yasunidos. Y estábamos trabajando, hablando sobre los derechos de la naturaleza, y yo pregunté a los estudiantes si ellos sentían que había una diferencia intergeneracional entre cómo ellos ven la naturaleza y sus papás y mamás.

Un estudiante muy joven levantó la mano, y en lugar de comprarse con su mamá o su papá, se comparó con el hermano menor. Y dijo, “bueno la diferencia ahora es que yo he crecido y siento que la naturaleza necesita tener derechos. Mi hermano dice que ‘yo soy naturaleza’ ”. Entonces, hay unos giros interesantes que están pasando hasta en la cuestión de diversidades sexuales, y no todo está en blanco y negro. Hay muchos grises ahora, hay muchas tendencias hacia la pluralidad, diría yo.

Hablando de jóvenes y junto con estas nuevas conciencias respecto al mundo y a la realidad, también aparece esta presencia tan imponente de la tecnología en la vida de los jóvenes. ¿Cómo crees tú que la tecnología está afectando el mundo en que vivimos; cómo lo está degradando, quizás, o cómo lo está transformando hacia lugares donde no se había imaginado que nos iba a llevar la tecnología?

Es súper interesante. Gracias por la pregunta, porque nosotros en el curso leemos varios textos que hablan de la figura de hackear la cultura tecnológica. Y hay varios textos en los últimos años que están hablando justamente de que la tecnología es como una tecnología colonial, en el sentido de que está imponiendo hasta maneras de pensar.

Por ejemplo, cómo en Facebook ponemos likes. Uno ve cuántos seguidores tengo, cuántas personas han hecho like, cuántos me han puesto corazoncito. Entonces, nos están guiando para cuantificar la vida. Y también, obviamente, la parte de mercancía de Facebook nos pone en un esquema de consumo.

Y también no solo consumir los bienes culturales, o de todo tipo. Casi estamos en una relación entre las personas de cuantificar la relación a partir de cuántos likes tengo. Entonces, hackear la cultura es un concepto de cómo pensar cómo podemos cambiar si no tenemos los recursos tal vez para realmente crear nuevas plataformas. Cómo podemos ir inventando otras maneras de relacionarnos con la tecnología.

Una pregunta final, Diana. Estamos viviendo ahora una especie de psicosis colectiva, en relación con el coronavirus a nivel de todo el mundo, que incluso tiene implicaciones muy fuertes en la economía, en la geopolítica mundial. Hay alguna gente que está diciendo que esta aparición de virus no es sino una suerte de venganza de la naturaleza hacia el hombre, que la ha degradado, que la ha contaminado, que la ha destruido tanto. ¿Tú qué opinas al respecto?

De verdad no tengo una opinión, un comentario sobre esto. Pero lo que sí puedo comentar es lo que hemos hablado mucho; por qué las personas tenemos más miedo de un virus que a la extinción misma del planeta. Porque estamos viviendo la etapa del antropoceno, y también hay calentamiento global, climático. Y hay amenazas diarias. Pero es interesante, por ejemplo, el tratamiento mediático. Está muy enfocado en un caos sobre una furia sobre ese virus, pero no da el mismo tratamiento al extractivismo, por ejemplo, de cómo está dañando al planeta.

Te agradecemos mucho la atención que has tenido para con nosotros.

Muchas gracias