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Boletín Spondylus

Carlos Larrea analiza la encrucijada ambiental del planeta


Publicado: 26-01-2010
Por Fernando Andrade C.


Carlos Larrea, docente del Área de Estudios Sociales y Globales, es un experto en temas de cambio climático. En diciembre de 2009 asistió
Conferencia sobre Cambio Climático de la Naciones Unidas (COP), realizada en Copenhague.  Actualmente es asesor de comisión de la iniciativa Yasuní-ITT que plantea dejar el petróleo del Parque Nacional Yasuní bajo tierra a cambio de una compensación de los países industrializados.

Larrea es Máster en Ciencias Sociales, Fundación Bariloche; PhD en Economía Política, York University, Toronto. Además tiene un posdoctorado en Salud y Desarrollo, Harvard University-OPS, Boston.

Algunos estudios han señalado que a la humanidad le restan 10 años para revertir el nivel de emisiones; sin embargo otros estudios son más escépticos de los efectos inmediatos del cambio climático. ¿Cuál es su posición al respecto?
Yo estoy mucho más de acuerdo con la primera posición que mencionaste. Es muy importante aclarar: Uno, nosotros tenemos una evidencia científica acumulada muy detallada que cada vez se vuelve más contundente al menos en los últimos 30 años en relación al tema de cambio climático. Dos, desde que se constituyó, hace varias décadas, el Panel Internacional sobre Cambio Climático, el IPCC, que es un grupo que aglutina a los científicos de mayor reconocimiento mundial en todas las disciplinas que convergen en el tema de cambio climático como la biología, la climatología, la física atmosférica, la economía, etc.; cada vez más, los estudios del IPCC que se publican cada cinco años nos muestran señales más alarmantes, y prácticamente todos los estudios más recientes concuerdan en decir que la severidad y la intensidad del cambio climático, producido por nuestra civilización, supera las predicciones que se habían realizado hace algún tiempo.

El último estudio que no es del IPCC, pero que está relacionado con ellos, el Informe Stern muestra que, en realidad existe una ventana de oportunidad, es decir parte de los efectos del cambio climático son inevitables y van a durar un periodo no menor de 400 años. Sin embargo, todavía estamos a tiempo de evitar una tragedia ambiental si es que actuamos con mucha responsabilidad y tomamos medidas verdaderamente drásticas más o menos en un periodo de 10 a 15 años. Por eso es tan importante que se llegue a un acuerdo internacionalmente vinculante para reducir las emisiones de CO2.

¿Cuáles son los efectos inevitables?
Esto puede verse de una forma simplificada si nosotros entendemos la concentración de anhídrido carbónico en la atmósfera. El C02 es un gas que cumple una función de regular el clima, no es el único pero es el más importante. Antes de la revolución industrial teníamos 250 partes por millón (ppm). En la época más fría de los últimos 100.000 años, durante las glaciaciones, teníamos 180 ppm y, en la actualidad, como resultado de la revolución industrial, la quema de petróleo, gas, etc. estamos en 387 ppm. Es decir que un periodo de 150 años hemos provocado un aumento respecto a lo normal del mismo tamaño o más de lo que se ha dado como cambio de temperatura desde la última glaciación hasta el presente, en sentido contrario.

Ahora este gas va a permanecer en la atmósfera al menos 100 años y en este momento las emisiones hacen que esto siga creciendo de una forma sumamente rápida de tal manera que por estas razones le hemos puesto un acelerador al planeta; pero, obviamente, el planeta es gigantesco y se demora en reaccionar.

Los efectos: elevación del nivel del mar; aumento de la temperatura entre 2 y 5 grados, y sobre todo un cambio de clima, esto significa que esto se hacen más frecuentes desastres climáticos como inundaciones, sequías prologadas, huracanas y fenómenos que nos afectan particularmente en el Ecuador como el Fenómeno del Niño.
En general vamos a tener escenarios en los cuales la producción de alimentos puede colapsar en muchas regiones del mundo porque deja de llover o porque llueve demasiado. Van a aparecer los “refugiados ambientales” que son personas que pierden todo debido a estas tragedias.

Después de 10 años de la firma del Protocolo de Kyoto, ¿qué resultados tenemos respecto a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero?
En realidad, el protocolo de Kyoto ha hecho muy poco para evitar las emisiones de gases por varias razones. Primero porque solo tenía acuerdos vinculantes, o sea compromisos que deben cumplir los países industrializados y excluía a grandes contaminadores como China, la India, Brasil México. Segundo porque no fue ratificado por los Estados Unidos, que representa el 25% de la contaminación en el planeta. Y la tercera es que las metas planteadas para Kyoto al 2012 eran muy modestas, apenas planteaban una reducción del 5%. Esto más o menos se ha cumplido por parte de quienes ratificaron el protocolo, especialmente los países europeos que han sido muy serios, han introducido un cambio bastante importante en sus economías para alcanzar las metas de Kyoto.

Pero China no está en Kyoto, Estados Unidos no está en Kyoto y juntos representan el 50% de la contaminación del planeta. Por eso se necesita un nuevo acuerdo.

En la Conferencia de Cambio Climático de Copenhague, el presidente de Estados Unidos manifestó que la humanidad no está preparada para un acuerdo mundial con efectos vinculantes. ¿Qué le falta a la humanidad para llegar a ese acuerdo?
Lo que creo que debió referirse el Presidente Obama es que Estados Unidos no estaba preparado porque, en realidad, por parte de los países representados en Copenhague, con excepción de China y Estados Unidos, hubo una presión enorme para que se firme el acuerdo vinculante, particularmente por los países en desarrollo que eran más de 130.
Estados Unidos no quería aceptar eso porque el Congreso, particularmente el Senado, todavía no ha puesto metas concretas para que el presidente pueda comprometerse a algo que tenga el respaldo del Congreso. Y esa fue la razón de fondo por la cual fracasó la cumbre. Esperemos que este año se resuelvan esos problemas.

Copenhague evidenció un debate que se lo percibía con anterioridad entre las potencias establecidas y los países en desarrollo como China.

Uno de los aspectos positivos de la Cumbre de Copenhague fue que, en general, se observó una actitud bastante sólida, fuerte, unificada de los países en desarrollo. Esto en el marco de las reuniones auspiciadas por Naciones Unidas es poco usual. Se formó un bloque fuerte donde tuvo mucha participación África, estaban prácticamente todos los países en desarrollo que tienen intereses muy diferentes: estaba China, Brasil, Bolivia, etc.

Hubo una posición clara y definida de: uno, exigir acuerdos vinculantes para los países industrializados y dos, que se establezcan mecanismos claros de transferencia de recursos que hagan posibles que los países en desarrollo puedan adoptar tecnologías limpias. Y esos dos puntos son dos ejes fundamentales de un nuevo acuerdo. Si bien esta alianza es frágil porque, evidentemente, cada país tendrá sus propios intereses; en todo caso fue un punto que marcó una diferencia con el pasado, lo cual es muy importante.

¿Después de Copenhague qué viene?
En la reunión de Baly de hace dos años se había planteado como límite el 2009 para la conformación de acuerdo vinculante post Kyoto. Eso no se cumplió, entonces al no haberse cumplido se va a realizarse una nueva COP, que esta reunión cumbre que se realiza en forma anual y va a ser en México. Esperamos que en ese momento se logres superar el estancamiento que condujo al fracaso de la cumbre de Copenhague

¿Qué alternativas tiene la humanidad si es completamente dependiente de una economía basada en la industria cuya matriz energética son combustibles fósiles?
Ese es el desafío principal. Se trata de apoyar una transición que es indispensable por varias razones hacia una economía descarbonizada, es decir menos dependiente de los combustibles fósiles que son el petróleo, el gas y es carbón principalmente.

Actualmente, más o menos el 80% de la energía mundial depende de estos combustibles y tenemos que bajarle a 0 en un periodo de 40 años. Se piensa, para darte un ejemplo, las metas que planteó la Unión Europea eran de una reducción de las emisiones de estos gases de entre el 20 y el 30% para el 2020. Y luego entre el 80 y el 90% para el 2050. Pensemos que de aquí a 40 años la economía consumirá el 10% de combustibles que consumimos ahora. Imagínate lo enorme que es esa transición y el periodo es muy corto. Y esos límites son inevitables. No es que estamos poniendo esos límite porque nos gusten sino lo hacemos vamos a tener un riesgo enorme de tener efectos verdaderamente catastróficos en términos de cambio climático. Ese es el tema central.

El enorme desafío es cómo llegar a cumplir esos compromisos y se han planteado muchas ideas. El Ecuador ha planteado una idea nueva que es dejar combustibles fósiles bajo tierra y esto es lo esencial de la iniciativa Yasuní-ITT, que está planteada también como una opción para otros países. Y la pregunta es, si en el futuro debemos dejar de explotar combustibles fósiles ¿dónde lo haremos? Obviamente en las áreas donde el impacto ambiental y social de la explotación es el más alto y nada más claro que eso es el Parque Nacional Yasuní o en áreas de alta biodiversidad como es la Selva amazónica u otras áreas tropicales en el mundo.

¿Cuál fue el impacto en la comunidad internacional que ha tenido el proyecto Yasuní-ITT en esta primera fase?
El proyecto ha sido recibido de una manera extraordinariamente entusiasta por la comunidad internacional. Por ejemplo, ha tenido un apoyo unánime de todos los partidos políticos representados en el parlamento alemán. Hay que ver que Alemania es la tercera economía más grande del mundo y es el país más importante por su peso económico y otras razones en la Unión Europea. El haber obtenido un respaldo unánime de todos los partidos representados en el parlamento muestra un poco la enorme significación que tiene la propuesta.

Y esa propuesta todavía es más importante en el contexto de estancamiento de las negociaciones de Copenhague. Llegó un punto donde nadie quiere comprometerse, donde hay una negociación para que los compromisos sean los más pequeños y el resultado es que no se llegó a un acuerdo por cualquier razón que haya sido. El hecho de que haya un país pequeño, un país en vías de desarrollo, un país pobre en América Latina que se plantea a sí mismo la obligación de renunciar a la explotación del 20% de sus reservas petroleras es algo que realmente ha causado una enorme simpatía y eso se evidencia a nivel de organismo internacionales en el respaldo que hemos recibido de la UE, a través de su emisaria de relaciones exteriores, Benita Ferraro; hemos recibido el respaldo de Comunidad Andina de Naciones, de la OEA; incluso de la OPEP, que en el año 2007, en su reunión de ministros, planteó un respaldo a la iniciativa Yasuní-ITT.

Muchos organismos internacionales nos han respaldado, muchas personalidades en el mundo como Felipe Gonzáles, ex presidente de España; Mihail Gorvachov, ex presidente de la Unión Soviética. En América Latina ha recibido el respaldo de personalidades tan importantes como Ricardo Lagos, ex presidente de Chile; Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de Brasil. Además el respaldo de cinco premios Nobel.

¿Por qué todas estas personalidades están apoyando la iniciativa? Porque realmente representa un avance enorme en un contexto en que todo el mundo está conciente de que tenemos que hacer algo, pero nadie quiere dar el primer paso y el Ecuador es el único país que da un paso hacia delante, además planteando mecanismos nuevos porque nosotros sabemos que Kyoto fracasó en gran parte porque eran mecanismo muy limitados los que planteaba.

¿Qué cambios se prevén en el proyecto Yasuni-ITT con las últimas decisiones y cambios realizado por el Presidente de la República? ¿Hay un debilitamiento de la iniciativa?
Tengo entendido que no. Lo que está demostrando este nuevo escenario es que la iniciativa Yasuní-ITT se va a convertir en una política de Estado. Esto quiere decir que va a ser respaldada por el gobierno, más allá de una serie de problemas particulares que se pueden haber presentado en este tiempo. Entiendo que esa es la intención del Presidente de la República.