Conoce el campus universitario

Boletín Spondylus

Bicentenario de creación de Colombia, la grande


Por: Katerinne Orquera

Edición: Sofía Tinajero Romero

 

En el contexto de conmemoración del bicentenario de creación de Colombia, la grande, Katerinne Orquera, profesora invitada del Área de Historia, entrevista al historiador colombiano Armando Martínez Garnica.

Martínez se graduó como historiador en el Colegio de México. Es profesor emérito de la Universidad industrial de Santander. Y formó parte del posdoctorado en Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador en 2013. Durante esa estancia, llevó adelante la investigación que se plasmó en el libro Historia de la primera República de Colombia (1819-1831), que se refiere a la creación de la primera Colombia.

 

En tu investigación, explicas el papel de la ambición política en la formulación de la identidad nacional. También expones la ambición política desmedida -referida al deseo de una nación continental-, al igual que una ambición política restringida -que se refiere a la creación de lo que hoy llamamos la Gran Colombia-. Explícanos brevemente estos grandes temas previos a la Fundación de las actuales repúblicas.

Yo pienso que una formación política llamada Estado nacional es el resultado del vigor de una ambición política. Son los hombres llenos de ambición política los que hacen los Estados. Y en el caso de Colombia, la gran ambición original es de Francisco de Miranda, quien la formuló en 1790 en los Estados Unidos y luego en Londres. Y él pensaba en una nación continental. Es decir, toda Sudamérica debía ser un Estado nacional nuevo, y por eso él inventa la palabra Colombia, que es copiada de Columbia, que era la manera cómo los poetas de Nueva Inglaterra llamaban a los Estados Unidos recién formados.

Pero formar una nación continental, aunque es una gran ambición política, era muy difícil de hacer. Y Bolívar, después de una experiencia de cinco años exilado en Jamaica y en los cayos de Haití, toma conciencia de la imposibilidad y decide en la carta de Jamaica reducir la ambición a sus justas proporciones. Es decir, reducir la Capitanía General de Venezuela a solamente el virrenato de Santa Fe. Y él dice en la carta de Jamaica que de este proceso de crisis política hispana van a resultar unos 13 ó 14 Estados nacionales nuevos. Pero él se conforma ahora con el pequeñito del virreinato y la capitanía que de todas maneras la práctica de las siguientes décadas demostró que todavía era muy grande y terminó reducido en tres Estados nacionales a partir de 1830.

Pero cuando tú hablas de esa ambición, mencionas una serie de personajes que van de Miranda a Bolívar, por lo menos. ¿Cómo se proyecta todo esto? ¿Cómo se lo ve a través de las fuentes? ¿Cómo llegas a esa conclusión de esta llamada ambición?

Sí. Lo que yo sostengo en el libro es que la ambición política desmedida y restringida a lo que se llamó Colombia, en términos netos, fue formulada por militares venezolanos. Es decir, a ningún granadino se le ocurriría crear ese paquete tan grande, y menos a un quiteño.

Entonces, este es un proyecto agenciado y conducido por los venezolanos, y destruido por los venezolanos a partir de 1826, al cual se subieron los granadinos en la cabeza de Francisco Antonio Zea, en el Congreso de Venezuela, en Angostura.

Entonces, yo miro que a partir de la migración venezolana de 1812 a Cartagena y su incorporación al proceso militar en el bajo Magdalena y Valle de Cúcuta, son los militares venezolanos los que publican periódicos difundiendo la idea de una República de Colombia que uniera al virreinato la Capitanía.

Esto no fue así en 1811, cuando llegó el primer diplomático caraqueño, que era el canónigo de la catedral. Al negociar con los de Cundinamarca, dijeron que lo que resultaría serían dos Estados nacionales. Uno que se llamaría probablemente Cundinamarca, y otro, Venezuela.

Pero en ese momento no se les ocurrió a ellos que militares venezolanos impondrían en la nueva Granada otro proyecto. Y el resultado militar de la campaña militar que produjo la victoria sorprendente del campo de Boyacá es lo que le permite a Bolívar regresar corriendo a Angostura donde estaba el Congreso de Venezuela, y convencer a los constituyentes que dictaran la ley fundamental de Colombia del 17 de diciembre de 1819, que puso en marcha la experiencia que ahora los historiadores llaman “gran colombiana”.

El hecho de que la creación de esta primera Colombia sea un proyecto únicamente de los venezolanos, es lo que tú vas a llamar después, en los siguientes capítulos del libro, “la frustración del proyecto político colombiano”. Vas a referirte al triunfo de las ambiciones patrias, ya no de esa primera Gran Colombia, sino el de los países que fueron resultado de esa separación. Esa sería la razón por la que esta Gran Colombia no llegó a tener ni siquiera una década de existencia.

Con el Movimiento de la Cosiata de 1826, todos los venezolanos de Valencia y de Caracas le dan el mando político y militar al general Páez, y prácticamente dejan de obedecer al vicepresidente Santander.

Desde ese momento, el proyecto está muerto. Y se hicieron muchos intentos -todos fracasados- de restaurar la unidad bajo el mando de Bolívar. Pero en el Congreso de Villa del  Rosario ocurrió una cosa muy interesante. Y es que la mayoría de los diputados que hablaron dijeron que no había ningún derecho de Colombia sobre lo que era la antigua Audiencia de Quito. Y que debía darse libertad a los quiteños para decidir qué querían hacer cuando fueran “liberados”. Y ellos tendrían la opción de decir: “nos quedamos independientes y autónomos”. Y no era obligatorio que se incorporaran a Colombia.

Y cuando se hizo la votación de la nueva ley de Unión de los pueblos de Colombia, tres diputados presentaron las protestas, porque el artículo quinto decía que se quedaba Unido el Virreinato y la Capitanía, con lo cual implícitamente estaban diciendo que el virreinato jalaba consigo a la Audiencia de Quito. Pues, la votación fue muy cerrada en el Congreso. Tres diputados hicieron consignar en la Secretaría sus protestas, porque decían: “no, señor. Quito tiene todo el derecho a hacer lo que quiera”. Pero otra cosa pensaban los militares venezolanos que hicieron la batalla de Pichincha y que se presentaron en gran masa a las puertas de Guayaquil para torcer la voluntad del colegio electoral.

Pero si seguimos la lógica de esta idea que tenía Bolívar, que era precisamente el tema por el que tuvo una rencilla con Sucre, respecto a crear Bolivia -porque ellos decían que estas nuevas administraciones debía hacerse bajo las normas que había tenido España cuando administraba las Américas. Entonces, ¿por qué la Audiencia de Quito podía tener autonomía para decidir, si finalmente era parte en aquel entonces del virreinato de nueva Granada. ¿Cuál era la lógica? ¿Qué era lo que se argumentaba?

Es que aquí tenemos ideas o dos interpretaciones del uti possidetis juris. Los diputados liberales que están en Villa Rosario piensan que el uti possidetis juris lo puede usar Quito para decir que lo que tenía la Audiencia de Quito en 1810, lo puede reclamar. Pero otros, que son los militares, dicen no, el uti possidetis juris corresponde a la sede del Virreinato. Entonces, lo debe reclamar el Virreinato.

Ahora, el problema es que Bolívar, aunque hizo una restricción de la ambición política en Jamaica, cuando tiene la oportunidad, la vuelve a expandir, que es lo que ocurre después de la entrevista con San Martín en Guayaquil. Él dice, bueno aquí está la oportunidad de que yo me meta al Perú, alcanzar la gloria.Y obtuvo la licencia del Congreso colombiano, y se metió. Y terminó llegando a la frontera con Argentina.

Pero Sucre, que es un poquito más liberal, oye a los abogados de Charcas y les concede dejar de ser el Alto Perú para convertirse en una república, cosa que molestó muchísimo a Bolívar, pero se consoló dándole la primera Constitución de la República a Bolívar. Pero fíjese que cuando Bolívar, ya parecía que había acabado todo, estuvo tentado a irse con sus ejércitos de Buenos Aires y las provincias del Río de La Plata a luchar contra el imperio del Brasil, de don Pedro. Es decir, estuvo a punto de involucrarse en la guerra Argentina-Brasil, para luchar con Don Pedro, que ya hubiera sido el colmo de la ambición política. Pero afortunadamente se quedó quieto. Pero Bolívar, donde hay oportunidad, él vuelve a abrir la expansión hasta donde le dejen. Y fue mucho más allá de lo que se llamaba Colombia.

Entonces, se podría pensar que esta primera lógica militar bajo la que se administra la primera Colombia y luego las repúblicas es lo que va a marcar luego también las visiones político militares que van a tener las repúblicas luego de su constitución, ya como repúblicas de independientes.

El Gobierno que opera entre la batalla de Boyacá, digamos entre el 10 de agosto de 1819 y el día que se sanciona la constitución de la República de Colombia, que es el 6 de octubre de 1821, lo que tenemos es un Gobierno netamente militar, que lo lleva el general Santander, en la Nueva Granada; y el general Bolívar, en Venezuela. Pero es un Gobierno militar en regla, con ejecuciones, fusilamientos, expropiaciones, movilizaciones, todo lo que pudieron hacer. De modo que para todos los abogados liberales, la sanción de la Constitución en Villa del Rosario fue un respiro, porque obligaba a todo el mundo a funcionar conforme a la ley y a la Constitución. Pero digamos en la lógica de los intendentes militares, que es una anomalía en el principio de la división de poderes, de todas maneras le dio poder a 12 intendentes militares, cosa que demostró hasta la saciedad Bartolomé, Flores, Sucre y Mosquera en las provincias de lo que se llamó el Estado del Sur.

Bueno, muy interesante y para quienes quieran saber más sobre el proceso de la primera Colombia les comentamos que el profesor Martínez está organizando el Congreso conmemorativo del bicentenario que se realizará en agosto en Villa del Rosario, precisamente donde se fundó la primera Colombia. Así que le pedimos que haga una invitación y nos cuenta de qué se trata este Congreso

Para muchos colombianos, todavía no es claro que una cosa era San José de Cúcuta y otra cosa era la Villa del Rosario de Cúcuta. Son dos villas, hoy en día separadas por 15 minutos en carro, pero diferentes.

Entonces, la gente habla de la Constitución de Cúcuta. No fue de Cúcuta, porque el Congreso se hizo en la Villa del Rosario de Cúcuta. ¿Por qué ahí? Porque el Congreso de Venezuela -que es quien convocó al congreso constituyente de Colombia- decidió con criterios geográficos que debía ser ahí, porque es el último pueblo del virreinato, siguiente pasando el río Táchira; San Antonio ya es la capitanía. De modo que ese era el lugar ideal.

Ideal, digamos en términos geográficos. En la vida real demostró que era un desastre, porque hay cinco muertos por disentería. No había dónde alojarse, no había dónde comer. Y tuvieron que hacer el congreso. Como decía un diputado muy gracioso caraqueño, que es un Francisco Javier Yanes. En 1823, dice, “todos los decretos están firmados en el palacio del poder Ejecutivo. ¿Cuál palacio? Esa era la sacristía de la iglesia del pueblo”. Y es que ahí fue el Congreso, en la sacristía. Hoy en día tenemos las ruinas del templo. El cura tuvo que prestar las sillas y tuvieron que improvisar un solium presidencial para el presidente del congreso.

Pero de ahí salió la primera Constitución y salieron además 80 disposiciones legislativas más. Porque además de ser un Congreso constituyente, fue un Congreso constitucional que hizo grandes leyes, como la ley de emancipación de los partos y de las esclavas.

Entonces, vamos a reunirnos entre el 27 y el 30 de agosto de este año, en el Colegio de la Frontera, que está a tres cuadras de las ruinas de la iglesia. Un sitio muy amplio, muy ventilado. El Gobierno colombiano fabricó un colegio para los niños del otro lado de la frontera, de San Antonio. Y ahí vamos a tener ocho conferencias internacionales. Y vamos a tener 40 mesas de debate que nos van a mostrar diferentes respuestas a 40 preguntas importantes que tienen que ver con el nacimiento de la primera República de Colombia.

Muchas gracias, Armando. Están cordialmente invitados a saber más sobre nuestros orígenes como Colombia, antes de ser repúblicas independientes. Esta referencia que haces, esta anécdota del Palacio de Justicia como la sacristía, muestra también cuán involucrada ha estado siempre la Iglesia en la formación de los Estados nacionales.

Así es. Trece diputados eran eclesiásticos, y entre ellos era el Obispo Rafael Lasso de la Vega, que tuvo un papel muy importante porque gracias a su autoridad episcopal, él logró que en ningún artículo de la Constitución de Villa del Rosario dijera que había una religión de Estado. Él hizo que lo pusieran en el preámbulo -que no tiene fuerza vinculante-, y por eso hace que esta carta sea más liberal que las posteriores colombianas del siglo XIX.

Mira tú, pensar que fue un propio clérigo. ¿Por qué esta decisión?

Es que Rafael Lasso de la Vega es un obispo excepcional. Él había estado metido en la política revolucionaria desde el comienzo, desde 1810. Había estado en el estado de Cundinamarca.  Nariño lo expulsó de Santa Fe por sus posiciones políticas. Era un hombre muy independiente y bastante liberal. Y él convenció a 12 clérigos que la religión debería ser una aspiración formulada en el preámbulo de la Constitución, pero no puede ser un artículo de una Constitución moderna. Con ese sentido, demostró que era un hombre muy avanzado para su tiempo y además era un gran político, como se vio en los debates de la constituyente.

Y nuevamente ahí otra característica. La necesidad de nuestros países siempre de ser modernos; la búsqueda de ser modernos, de no quedarse atrás.

Claro, es decir, la definición de que Colombia tendría un Gobierno popular representativo y que habría un solo cuerpo de nación, entendida como la Universidad de los ciudadanos, la gran modernidad que se expresó en Villa del Rosario de Cúcuta.

Bueno, le agradecemos mucho a Armando. Ha sido un gusto conversar. Esperamos que les haya gustado esta introducción a lo que fue Colombia, la grande. Y estamos en el año de celebración, así que es un buen momento para acercarse a estos temas. Gracias, Armando.

Con mucho gusto.

Whatsapp