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Boletín Spondylus

Asia Pacífico, una oportunidad para América Latina


Publicado: 23-04-2019

Por: Richard Salazar

Transcripción: Sofía Tinajero Romero

César Ross, director del doctorado en Estudios Americanos de la Universidad Santiago de Chile, y también director del Centro de Estudios Coreanos de la misma universidad, visitó la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, a propósito de la firma de un convenio interinstitucional. Asimismo, ofreció la conferencia magistral de la apertura de una serie de actividades que la Universidad Andina Simón Bolívar desarrolla en torno al análisis, reflexión e investigación de la cuenca del Asia Pacífico.

Con esta ocasión, Richard Salazar, jefe de Relaciones Internacionales, le entrevistó acerca de las oportunidades que tiene América Latina en la cuenca del Pacífico.

César, bienvenido a Quito. Es un verdadero honor contar con tu presencia aquí. ¿Cómo te recibió el país?

Gracias, muy bien como siempre. Ya he estado aquí antes, también hablando sobre Asia Pacífico, en el contexto de actividades organizadas por universidades. Así que estoy muy feliz de esta estancia.

Para nosotros es igualmente un grato honor tenerte aquí, con la enorme experiencia que tú tienes en estos temas. Y además con las cátedras y las actividades que has desarrollado no solamente en la Universidad de Santiago de Chile, sino con aportes al gobierno, a la política pública, a Cepal y a otras instituciones. Precisamente, desde esa experiencia, César, yo quisiera preguntarte, ¿Cuál sería para ti la importancia de estudiar el Este del Asia, en el entorno de la cuenca del Pacífico?

El Este del Asia, el Asia en general, constituye una enorme oportunidad para América Latina y el Caribe. Hasta aquí nuestra mirada ha sido históricamente hacia Europa o Estados Unidos. Y es una miopía difícil de comprender  considerando que el Asia Pacífico es la región del mundo que más ha crecido económicamente en los últimos 60 años.

Pero no solamente se trata de crecimiento económico, sino que ésta ha sido protagonista de una transformación tecnológica, científica que en gran medida explica el modo de vida que tienen todos los países del mundo y también los de América Latina. Basta mirar el celular que usamos o el vehículo que conducimos o la tecnología que hay en las redes inalámbricas, para darnos cuenta de que Asia está presente en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, todavía es un déficit para la política exterior, para los programas universitarios. Y es un déficit para el impacto que Asia podría llegar a tener en el comercio y en las inversiones que reciben los países de América Latina.

Es decir, ¿tú ves que existe una influencia de Asia en Occidente, de los países del Este de Asia, en Occidente, más allá de esto que ya mencionas? (Que todos los días utilizamos teléfonos inteligentes, estamos al día, y usamos muchísimos autos Kia y Hyundai, etc.) ¿Cuáles serían los temas sociales,  culturales de la sociedad que tú ves que están influenciados, y que quizás nosotros no vemos?

Creo que aparentemente Asia tiene una presencia que tiene que ver con las cosas, con los objetos. Pero a mi juicio, América Latina tiene muchísimo que aprender de Asia, especialmente de Corea del Sur, porque se trata de una región que tuvo características muy similares a las de América Latina, no en un sentido cultural o civilizacional, sino desde el punto de vista de sus niveles de desarrollo.

Asia Pacífico, sobre todo los países de industrialización reciente, eran tanto o más pobres que América Latina en los años 60, 70. Singapur, Taiwán, Hong Kong, Corea del Sur; ni hablar de los países de industrialización tardía de Asia.

Y ellos lograron hacer un camino difícil, complejo, pero exitoso que América Latina no ha sido capaz de recorrer. Por lo tanto, creo que Asia Pacífico no solamente es un lugar para comprar objetos. No solamente es un destino para nuestros commodities, sino también es un espacio de aprendizaje que nosotros tenemos que mirar de manera mucho más atenta: qué han hecho ellos en educación; qué han hecho en desarrollo industrial; qué han hecho en innovación científica y tecnológica; qué han hecho en bienestar social...

Cuando uno mira países como Corea del Sur, cuyo ingreso per cápita ya bordea los 40 000 dólares, y uno mira el índice de desarrollo humano, uno puede darse cuenta de que no se ha tratado solo de trabajar duro y ganar dinero, sino que la sociedad coreana, entre otras, tiene un estándar de vida acorde con ese desempeño. Y por lo tanto, una mirada muy superficial diría, "se trata de trabajadores explotados, de empresas transnacionales, y de gente que vive la vida solo para ganar dinero".

Esto, por supuesto, tiene una historia de fondo, que tiene que ver con el rol activo y fuerte del Estado, pero de un Estado desarrollista, que la bibliografía denomina neodesarrollista, porque es un desarrollismo que no está en oposición a crear renta, no está en oposición a ganar dinero; no está en oposición al emprendimiento empresarial. Sí está a favor de que lo que ocurre en el mundo privado, esté en sintonía con la política del Estado respecto de ese desarrollo económico. No se trata de lo que pasó en América Latina en donde el Estado privatizó, pero el Estado se ausentó de ese proceso. Entonces, hay mucho para aprender.

Si tuvieras que situar, como académico e incluso de manera crítica, al modelo coreano, ¿cómo denominarías, qué tipo de desarrollo, o en qué forma lo definirías al modelo coreano?

No hay una sola lectura para el modelo coreano, entre otras cosas, porque el modelo coreano ha pasado por diferentes etapas de desarrollo. Hay una primera fase del desarrollo coreano posguerra, de la guerra del 50 al 53, que lo podríamos denominar como un modelo que se parece mucho al de industrialización sustitutiva de importaciones. Por muchas décadas Corea del Sur no permitió la presencia de empresas extranjeras e impulsó la industrialización sobre la base de una protección férrea pero le agregó algunos elementos que en América Latina no tuvimos y que venían de su aprendizaje del modelo japonés.

Envió muchas generaciones de jóvenes a estudiar ingenierías, posgrados a Japón y a Estados Unidos; una generación tras otra. Focalizó sus recursos en la educación durante este primer período. Después también, pero sobre todo en este primer período, en términos de que se miraron a sí mismos como un país pobre que no puedía ofrecer educación gratuita, de calidad y de manera masiva en todas las áreas de conocimiento. Por lo tanto, focalizaron sus recursos en el área científica, tecnológica, en ingenierías, pensando en aquellas carreras que eran clave para el modelo de desarrollo. Y luego permitieron que la inversión extranjera ingresara gradual y limitadamente a su territorio, potenciando siempre al sector productivo coreano, porque entre otras cosas, Corea, era un país agrícola, pobre, que no tenía ni había tenido jamás una universidad hasta 1953, salvo las academias para estudiar budismo. En consecuencia, tenían que abordar muchos desafíos muy complejos. ¿A qué país se puede parecer Corea del 53 a un país de América Latina de hoy día? Tal vez a El Salvador. Quizás a Nicaragua. Y no lo digo ofensivamente, sino lo digo por los niveles de economía.

Después sale una fase en que ellos permiten que ingrese la inversión extranjera, y ellos avanzan en la producción industrial. Ya en la década del 70, ellos entran a una etapa de exportación. Pero hay una política de exportación forzosa. O sea es un modelo de industrialización sustitutiva de importaciones, pero a partir de los 70, a ese modelo se le agrega un elemento, que es con sesgo exportador. Y todas las industrias que han recibido apoyo económico del Estado, con el beneficio de los técnicos que se han formado afuera, con planes de financiación desde el Estado, tienen la obligación de comenzar a exportar crecientemente porcentajes de su producción. Y eso es forzoso. Algo que en América Latina no le impusimos a nuestras industrias manufactureras que recibieron el apoyo del Estado en créditos, en protección.

Luego escalan de la industrialización que podríamos llamar 1.0 a las 2.0; después a la 3.0. Industria coreana robotizada en donde la fuerza de trabajo sale del sector productivo, en esos términos, y se empieza a concentrar en las otras áreas que son clave para la internacionalización de la industria coreana, como es el área de servicio, el aeropuerto, etc. Salen de las fábricas, por así decirlo, para entrar en esa otra, y los coreanos ya están en la 4.0: digital, robótica e intelegencia artificial en general.

Y entonces, el modelo coreano comenzó igual que el de América Latina, pero fue escalando hasta la digitalización, que es donde ellos están en este momento. Hoy día, el gran sector productivo coreano es el sector que nos vende conocimiento.

Y precisamente de ahí, ya para ir concluyendo, yo quisiera preguntarte ¿cuáles oportunidades y desafíos ves tú para un país como el Ecuador; qué oportunidades de relacionamiento con Corea, y en general en la cuenca del Pacífico, en este escenario?

La mayoría de los países de América del Sur que tienen costa hacia el Pacífico tienen una declaratoria respecto de eso. Y casi todos los países coinciden en decir queremos ser la puerta de entrada del Pacífico hacia América del Sur, y queremos que los países de América del Sur salgan al Pacífico a través de nuestro puerto. Esa es una declaración que probablemente está en todos los programas de gobierno. Sin embargo, es una declaración que todavía está en el Olimpo y hay que bajarla a la Tierra.

Lo primero es que todos los países, como Ecuador, necesitan tener una política precisa respecto del Asia Pacífico. Y tener una política significa tener objetivos, tener una agenda, tener estrategia y tener recursos destinados para eso. Eso es lo primero. Hay que definir dónde queremos estar en los próximos 10, 20, 40, 80 años, así como los asiáticos lo han hecho respecto del mundo. Eso es lo primero.

Lo segundo es que, hecha esa definición de política, el país tiene que prepararse para enviar grandes cantidades de estudiantes a posgraduarse a Asia. Hay que conocer Asia en el lugar. Y conocer Asia en el lugar es mucho más fácil para los jóvenes. Hay que aprender sus idiomas, hay que estudiar en sus universidades. Hay que vivir en esos lugares. Y esas generaciones son, por así decirlo, la conexión clave y crítica que esa política exterior necesita para tener algún grado de éxito.

Y lo otro es que los países, como Ecuador, tienen que definir su modelo de desarrollo en función de esa política exterior y en función de estos países, pensando en cómo pueden conectarse a las cadenas globales del valor en el que esas economías están insertas.

Por ejemplo, en la cumbre del Celac China -a pesar de que era China, pero vale para esto- se habló de los proyectos de desarrollo en América Latina; se habló de los proyectos de infraestructura en América Latina. La representante del banco de la infraestructura china, cuya sede está en Santiago de Chile, decía “no sabemos qué pasa con los países de América Latina porque nosotros tenemos el banco, tenemos los recursos y no llegan los proyectos”. Y ahí se discutió un poco sobre el tema de los puertos. Y los chinos hicieron una observación que me parece muy válida para Asia en general. Ellos dijeron: "vemos que se están peleando entre los puertos de Chile, de Colombia, de Perú, de Panamá. Nosotros no lo vemos así. Nosotros vemos que toda América del Sur, desde Panamá hasta el Estrecho de Magallanes es un solo puerto. Y que cada país debiera especializarse en algo. Todo eso es un solo puerto".

Entonces, en América Latina o en América del Sur, todavía no entendemos la escala de la oportunidad que significa Asia. Lo que significa que hay que asumir. Se necesitan niveles de coordinación muy importantes entre países. Y se necesita cooperación, en un marco competitivo global.

América Latina no tiene oportunidad en términos de acciones individuales de cada país. Tiene una oportunidad si los países se conectan. En este sentido, el esquema de la Alianza del Pacífico es la plataforma presente, pero no la única posible, para que los países de América Latina puedan encontrar un espacio de coordinación, y cada uno encontrar su camino en el Asia Pacífico: los países, las universidades, las empresas. El resultado virtuoso de eso debiera ser mejores oportunidades para la sociedad civil. Pero sin coordinación no hay nada que hacer en Asia. Si nosotros no nos coordinamos, cada país va a seguir haciendo su pequeño negocio y no vamos a hacer el gran proyecto.