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El Programa Andina EcoSaludable muestra resultados del proyecto de abastecimiento a espacios universitarios con productos agroecólogicos

14 de marzo, 2022

Dos estudiantes egresados del Doctorado en Salud Colectiva, Ambiente y Sociedad, del Área de Salud de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, presentaron resultados de un proyecto ganador de la beca Ensamble de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, Senescyt.

Mónica Izurieta, egresada del doctorado y coordinadora del Programa Andina EcoSaludable, en un foro reciente expuso acerca de uno de los componentes del  programa, que es el abastecimiento de productos agroecológicos a comedores universitarios: el de la Universidad Andina y el de la Universidad Politécnica Salesiana.

El abastecimiento a los comedores –explicó Izurieta- sirvió como caso de estudio para estudiantes de ingeniería ambiental de la Universidad Salesiana, equipo que ganó la beca de Senescyt, a través de la alianza con el programa Andina Ecosaludable.

Con miras a fortalecer una “ciencia transformadora con nuestras comunidades”, el Programa Andina EcoSaludable organiza una feria agroecológica, a cargo de María José Breilh, investigadora del Área de Salud. En esta feria participan mujeres de Tabacundo y Cayambe, desde el 2016.

La organización de esta feria tiene como base la búsqueda de la economía popular y solidaria, a partir de una crítica a “las concepciones de consumo en la economía ortodoxa, que concibe al consumo y también a la salud como fragmentados de su determinación social”, señaló Izurieta.

En su exposición, Mónica Izurieta señaló que “nosotros concebimos a la alimentación como parte de un sistema mucho más complejo en el que debemos visibilizar y valorar el trabajo humano que conlleva el producir un alimento; su relación metabólica con la naturaleza. Y solo a partir de allí, entender el mercado enmarcado en una economía popular y solidaria. De esa manera, concretar también un consumo consciente que teje puentes entre el campo y la ciudad”.

Para la ejecución de este proyecto, se trabajó con los productores, promoviendo su organización para la producción, acopio y transporte de los productos a la ciudad. A la par, junto con la Universidad Salesiana y Chefs del movimiento Slow Food, se realizaron talleres con el personal de los comedores en 2018, para tomar conciencia sobre la importancia del adecuado manejo de los productos agroecológicos y la bioseguridad.

Mensualmente, aproximadamente entre 1700 y 2000 dólares van directamente a las organizaciones de productores. La mayoría son mujeres jefas de hogar -a veces, de hogares monoparentales-. Izurieta recalca en cómo estos ingresos permiten a estas mujeres ser autónomas a través de la agroecología.

Tanto las ferias como los comedores son abastecidos con tomates, zanahorias, remolacha lechuga, cebolla, choclo, pimiento, rábano, hierbas dulces, hierbas saladas, granos, entre otros. También pollos con una crianza libre de hormonas y antibióticos.

Los consumidores de los comedores son estudiantes, docentes, administrativos, amigos de la Universidad y vecinos de La Floresta.

“Con estas experiencias –señaló Izurieta- tiene más sentido una formación a los estudiantes. Estamos hablando de universidades que contemplan una real vinculación de sus docentes, investigadores y funcionarios con las comunidades, con los grupos sociales”.

Ronnie Lizano, estudiante del Doctorado en Salud Colectiva, Ambiente y Sociedad, e investigador de la Universidad Politécnica Salesiana, también explicó sobre el proyecto en el que se inserta el trabajo ejecutado por el Programa Andina EcoSaludable.

Lizano señaló que el sentido de conectar estos espacios de la ciudad con el campo, es trabajar sobre las vulnerabilidades ambientales en procesos de producción y consumo alimentario. Explicó que los alimentos que abastecen al Distrito Metropolitano de Quito provienen de 12 ciudades, desde los sistemas convencionales.

En este proyecto se realizó un estudio comparativo entre los procesos de abastecimiento desde la producción convencional, con agrotóxicos, y las alianzas campo-ciudad, con productos agroecológicos.

De acuerdo con esta investigación, hay mayor impacto de emisión de gases de efecto invernadero del sistema hortícola convencional. Esto visibiliza la potencia que tiene la agroecología, de acuerdo con Lizano. El estudio compara la huella ecológica de acuerdo al uso de combustibles, fertilizantes, cal, fungicidas, e insecticidas. Por ejemplo, mientras los cultivos agroecológicos de papa consumen 95,86 kg de CO2, la agricultura industrial utiliza 20707,62 kg de CO2.

Lizano enfatiza en el enfoque crítico del rol de la academia para la transformación social. Por ello, este investigador mira la agroecología “como un modelo de las cuatro S: sustentable, seguro, solidario y soberano, de acuerdo con la propuesta del investigador Jaime Breilh, coordinador del doctorado”.

Se prevé que, en los próximos meses, superadas las fases de confinamiento de por la Covid-19, se pueda retomar este proceso de circulación de alimentos bioseguros.

STR

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