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“La respuesta a la pandemia ha sido una respuesta política”

6 de abril, 2020

Por: Fernando Andrade y Sofía Tinajero R.

Transcripción: Mateo Guarderas

Edición: Sofía Tinajero Romero

 

En el contexto de aislamiento obligatorio debido a la pandemia de Covid-19, Spondylus ofrece una entrevista especial, en su formato y contenido.

El profesor Pablo Andrade, del Área de Estudios Sociales y Globales, e investigador del Programa de Investigación sobre las burocracias y los Estados Latinoamericanos –Pribel-, es el editor del libro recientemente publicado Nuevos efoques para el estudios de los estados latinoamericanos. Spondylus le entrevista con la finalidad de contar con una lectura crítica del papel del Estado en Latinoaméricia, y un análisis de la actuación de los Estados con respecto a la emergencia sanitaria mundial.

 

¿Cuáles son los cambios principales y las transformaciones que han experimentado los Estados modernos durante el siglo XXI, y cuáles son los aportes teóricos que se plantean en el libro para entender y reflexionar sobre estos cambios?

Es una pregunta compleja, pero para resumirlo de manera muy simple, hasta más o menos el principio de los años dos mil, la idea del Estado en sí misma era vista con sospecha. Si se hablaba del Estado era básicamente como casi un enemigo al que había que combatir, reducir; se decía que tenía un excesivo peso en la economía, etc.

A partir del año 2000, sin embargo, y con una serie de desarrollos algunos predecibles -otros no-, esa visión del Estado empieza a cambiar no de manera muy explícita; más bien es un cambio sutil. Pero los Estados empiezan a asumir nuevos y mejores roles; por ejemplo, se empieza a valorar al Estado como un proveedor de servicios sanitarios, incluso en países radicalmente neoliberales -Chile, por ejemplo- la provisión de servicios de salud por el Estado es repensada como la generación de un bien global.

 

El segundo elemento importante es que los Estados asumen una serie de funciones que habían perdido, y la recuperan en la dirección económica. En el caso de los países latinoamericanos -Ecuador es un caso yo diría fracasado-, pero sin lugar a duda hubo el intento de instalar políticas de industrialización guiadas por el Estado. Un caso mucho más exitoso, sin lugar a duda, es Brasil, donde el Estado, efectivamente, siguiendo una estrategia histórica de generar islas de eficiencia, pues siguió caminando por esa vía.

De los casos que analizamos en el libro, las visiones cambian, entre otras razones por el énfasis que ponemos cada uno en distintos casos nacionales. Entonces, por ejemplo, tú puedes contrastar el tipo de Estado que logran crear las élites internacionalizadas salvadoreñas con el tipo de Estado que se intentó generar, no tanto desde las élites salvadoreñas, sino desde una nueva élite gubernamental en el proyecto de la revolución ciudadana del expresidente Rafael Correa.

Ahora, los Estados a fines del siglo XX, parecían estar en proceso de disolución y prometían desaparecer y ser reemplazados por nuevos entes globales. Entre otros entes globales que aparecían como los candidatos a suplir el papel del Estado estaban las compañías transnacionales, que algunos llaman compañías multinacionales. Pero eso no ha sucedido. Sin lugar a duda, eso no ha sucedido. Una compañía gigantesca como puede ser Huawei no tiene para nada el poder que tiene el Estado chino. De hecho, todo lo contrario. Huawei tiene que obedecer las disposiciones del Estado chino. Una compañía como Apple o Amazon no pueden demandar a sus consumidores que sigan las decisiones que ha tomado el bureau de directores de esas compañías. Pero los Estados pueden demandar y lo hacen de manera muy eficiente. En algunos casos, que los ciudadanos nos quedemos en casa o salgamos a hacer compras solo ciertos días de la semana o no hagamos viajes internacionales, etc.

¿Esto no dependería también del peso que tiene el Estado en el contexto internacional? Porque, por ejemplo, se han dado casos y muchos, de compañías transnacionales que realizan acciones con mucho éxito también contra Estados pequeños, como los latinoamericanos, fundamentalmente.

Sí, pero las compañías transnacionales que han avanzado esas acciones, por ejemplo, en el caso de Ecuador, primero también lo han hecho contra Estados grandes. Estoy pensando en Canadá, que es un Estado bastante grande, o en Alemania, que es otro Estado bastante grande. El peso o la fortaleza del Estado no depende -en eso estamos de acuerdo todos los autores del libro- de variables económicas; no depende de su tamaño en la economía, no depende siquiera de cuántas actividades económicas haga. Depende, básicamente, de cuánto ha logrado penetrar el Estado en la sociedad.

Es decir, lo que nosotros planteamos en el libro es que los Estados son procesos y son procesos que se enredan, se mezclan, se entretejen con otro tipo de procesos sociales, económicos y políticos, y que de ese entretejido nace un nuevo tipo de relación. Ese tipo de relación es una relación administrativa gobernada por el Estado, no por nadie más, y ese tipo de relación a diferencia, por ejemplo, de una relación puramente económica, puede ser determinante incluso para la preservación de la vida de los ciudadanos.

A propósito de la presentación de este libro, y en el contexto precisamente de la pandemia, tú nos ofreciste un artículo que se llama “No es la pandemia, es la política”, que está disponible en la página web de la Universidad.

El manejo de la crisis de la pandemia ha sido enfrentada de diferentes maneras por los Estados. Tenemos países como China, como Corea del Sur, que han enfrentado el problema con mayor inversión en salud y con control a la población. Mientras otros países, especialmente los de América y de Europa, han visto colapsando a sus sistemas sanitarios con un porcentaje considerable de muertes. ¿Qué nos dice esto acerca del Estado? ¿Por qué esta afirmación de que no es la pandemia sino, la política?

Porque la respuesta a la pandemia ha sido una respuesta política. Es decir, los Estados han centralizado la ciencia disponible, la epidemiología, por ejemplo. Todos estos modelitos que estamos viendo todos los días, estas curvas de ecuaciones diferenciales que permiten generar mapas y que permiten saber si es que la pandemia se está acelerando o se está retrocediendo, etc. El Estado enreda, el Estado se mezcla; toda esa ciencia está capturada de alguna manera por el Estado. A pesar de que se difunda en redes sociales, en medios de comunicación; a pesar de que cualquier hijo del vecino, si va a las páginas del Johns Hopkins o del Imperial College o del CDC en Estados Unidos, o de la OMS o OPS, en Ecuador puede acceder con facilidad a esa ciencia, sí. Pero los que están usando esa ciencia para tomar decisiones y para difundir las decisiones entre la población; para legitimar sus decisiones, sus actuaciones y difundir esa legitimidad y crear esa legitimidad entre la población son los Estados. No son compañías individuales, no son iniciativas individuales. Las iniciativas individuales pueden ser interesantes, pero nunca van a suprimir, nunca van a suplantar al Estado.

Cierto, existen diferencias entre las decisiones que han tomado los Estados. Por ejemplo, el Estado brasileño no ha dado una respuesta desde el Estado central; las respuestas han ocurrido desde los Estados brasileños, desde los equivalentes a nuestras provincias. ¿Por qué es eso posible? Porque el Estado brasileño es un Estado federal. El Estado estadounidense -inicialmente, el Estado federal, el Estado central- tampoco dio una respuesta. Las respuestas vinieron de los Estados individuales, no del Estado federal. Y eso en gran medida complicó no solamente a la coordinación, sino que al parecer aceleró la propagación de la epidemia, en particular en Nueva York, en Massachusetts, Connecticut, en fin.

Luego tienes un Estado o dos Estados federales que dan una respuesta temprana sumamente eficaz con énfasis diferentes. El uno es Canadá, que es uno de los primeros Estados que acoge las recomendaciones de la OMS y complementa esas recomendaciones de la OMS con una serie de medidas, no tantopara proteger al sector privado -después lo hace- pero la primera reacción es proteger a los ciudadanos, dotar a los ciudadanos de una línea base en la cual las personas que viven en la calle no tienen que preocuparse de contagiarse del coronavirus; los trabajadores informales tienen garantizado su sueldo, etc.

Alemania toma inicialmente una actitud más escéptica; deja que los Landers sean los que toman la decisión y finalmente entra, entra con una estrategia de sí aislamiento social, pero también de identificación de contagios y cadenas de contagio para romper una vez más con esta.

Es decir, cambian las cosas, pero la respuesta es siempre política, es siempre del Estado. No es que la pandemia por sí sola se va a solucionar. Si esperamos que la pandemia por sí sola se solucione, probablemente lo que habría que hacer es una actitud a la Bolsonaro. Es decir, esperar un poquito hacia atrás, encerrarse en la casa, quien quiera encerrarse en la casa. Y esperar que personas mayores con algún tipo de debilidad física, y en su mayoría pobres, se mueran y después retomamos la vida normal, esa es la barbaridad de Bolsonaro, sí por eso es por lo que hay reclamos hacia él. Él está dejando que la pandemia tenga una respuesta por sí sola. Que, por cierto, estas diferencias no tienen que ver, para nada, con las posiciones políticas de los gobernantes.

Entre los gobiernos que más han seguido las recomendaciones de la ciencia y que se han apegado bastante al ejemplo de China, cabe destacar algunos: El Salvador, Ecuador. Y dos de esos casos, El Salvador y Ecuador, son dos economías dolarizadas que van a tener serios problemas una vez que esto haya terminado. Y que van a requerir de una asistencia internacional muy grande, y aquí es donde recién empieza a aparecer el contexto internacional. Es decir, para rescatar a los países más dañados por la epidemia, que son economías en desarrollo, como la nuestra, totalmente dependientes de exportaciones, como la nuestra; sin capacidad de emitir moneda de manera independiente, propia, como la nuestra; y con sistemas de salud, que si bien han respondido relativamente bien a la curva, van a seguir teniendo presiones sobre ese sistema de salud por el futuro inmediato, porque la gente que se recupera de coronavirus, no se recupera completamente. Se recupera y queda con serios problemas pulmonares. Y hay un conjunto además de otras consecuencias sociales que vamos a tener que lidiar, y que yo veo muy difícil que el Estado ecuatoriano, por sí solo, pueda hacerlo.

Pero para el momento actual el Estado ecuatoriano está haciendo, primero, todo lo que debe hacer. Y segundo, está tratando de vencer, yo diría que con bastante éxito, las peculiaridades de los poderes locales que intentan refugiarse en tradiciones- que en algún momento, en la década de los noventa, fueron llamados autonómicas, concretamente el caso del Gobierno de Guayaquil. De alguna manera también el caso de algún alcalde en Manabí o de algún alcalde en Esmeraldas.

¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno? Bueno, yo diría una respuesta clásica. Usar el poder del Estado. Físicamente, tienes una cantidad enorme de policías y militares en las calles de Guayaquil, para imponer la ley y el orden. No hay nada que hacer. Y una vez más, esto no depende de los sesgos autoritarios o democráticos de los diferentes gobiernos. Es decir, yo no creo que el gobierno del presidente Moreno sea más autoritario que el gobierno del presidente Piñeira, y los dos han hecho exactamente lo mismo o que ninguno de los dos sean unos convencidos de un Estado totalitario al más puro estilo chino. Sin embargo, el control que funcionó durante dos meses casi tres meses en China fue con tropas, también con personas pertenecientes al partido que aparecen si fueran de la sociedad civil, los comités de barrio, que permiten controlar la conducta de los ciudadanos. Pero la clave es el control de la conducta de los ciudadanos y eso solamente lo pueden hacer los Estados.

En una parte de tu artículo, tú expresas que ante la ausencia de instituciones políticas globales, los Estados individuales son los únicos dispositivos capaces de garantizar el bienestar a los ciudadanos. Esto de alguna forma, ¿no estaría justificando las políticas aislacionistas de presidentes como Trump, por ejemplo, y sus cuestionamientos al multilateralismo?

No, para nada. De hecho, lo que estoy diciendo es que las instituciones internacionales existentes no han podido generar una respuesta global. Veamos a las instituciones globales existentes: Naciones Unidas. Dentro de Naciones Unidas, el organismo responsable es la Organización Mundial de la Salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho relativamente bien su trabajo de difundir, o mejor dicho, de recopilar y difundir información pertinente, pero lo ha hecho muy tarde. Y la OMS tardó hasta marzo en la segunda semana de marzo en declarar la existencia de un nuevo virus y en sonar las alarmas de una pandemia. Eso demuestra claramente que la OMS es una organización que no tiene la autonomía individual, que no tiene la autonomía como agencia. Tampoco ha logrado imponer absolutamente nada. Es decir, por qué el señor Bolsonaro puede salirse con la suya. Bueno, porque no hay un Estado encima del Estado brasileño que le diga, usted no puede hacer esto y se somete a estas condiciones. Tampoco han funcionado las coordinaciones o los distintos grupos de coordinación internacional; por ejemplo, el grupo de los siete, el grupo de los veinte han tenido varias reuniones para coordinar una respuesta económica. Pero primero, la reacción ha sido tardía; segundo, ha sido insuficiente y tercero el diagnóstico es completamente erróneo. Ricardo Hausmann, economista de Harvard, publicaba un artículo en el que sostenía que la mayor parte de las decisiones tomadas tanto por el grupo de los siete, como por el grupo de los veinte, por el G20, están erradas, porque suponen que se trata de un shock de demanda. Es decir, que hay poca demanda en el mercado para la economía y que, por lo tanto hay que dar plata a la gente. Pongámoslo de manera muy simple. Pero en realidad estamos en un shock de oferta, es decir, la economía está paralizada en casi todo el mundo. Simplemente, esta paralizada. Cierto, tú sales a los mercados o al supermercado y vas a encontrar ciertos productos, probablemente los básicos, pero un conjunto de otros productos no están ahí y no es porque haya escasez, es que simplemente no están llegando, no hay y eso está pasando en algunos sectores.

En las redes sociales, algún usuario aludía a Vigilar y castigar; encerrar y castigar, criticando que las decisiones que se han tomado obedecen a un punto de vista punitivo: sanciones durante el toque de queda. ¿Cómo se puede concebir lo que está sucediendo en las decisiones gubernamentales en cuanto a seguridad y a estos castigos y de cara hacia esa sociedad que también está esperando instrucciones de cómo actuar?

Las instrucciones hacia la sociedad son clarísimas: quédese en casa; si va a salir, mantenga distancia social; si va a salir, hágalo solamente en los días apropiados; si va a hacer compras a un supermercado, primero cerciórese que su número de cédula es el correcto.

¿Qué es lo que está revelando este otro elemento que tú dices punitivo? Yo creo que está revelando los límites del Estado. La relación del ciudadano con el Estado es eso, es una relación. Cuando tú sacas una cédula de ciudadanía y te identificas como ciudadano ecuatoriano, estás diciendo: ‘yo pertenezco, obedezco a ese Estado y no a ningún otro’. Pero ¿qué tal si, porque naciste en equis condiciones, perdido en la mitad de un barrio de invasión de Guayaquil o un barrio de invasión en Quito -porque en Quito hay toneladas y toneladas de barrios de invasión-, y nadie formalizó nunca tu relación con el Estado? ¿Qué tal si no existes en el término de una cédula de ciudadanía cuando vas a poder salir a algún lado? ¿Qué tal si, capaz que tienes la cédula de identidad, pero eres analfabeto, y entonces no has leído los anuncios oficiales diciendo que puedes comprar en los mercados solamente si tienes la cédula terminada en 1 ó 2; y no te has enterado de que en realidad tu cédula dice que termina en 3?

Esto habla, no tanto del Foucault de Vigilar y castigar, aunque de hecho lo que estamos viendo es la instauración de un panóptico del Estado como panóptico que vigila a todas las personas, aunque el Estado ecuatoriano no tiene necesariamente esa capacidad. Estoy pensando, por ejemplo, Singapur. En Singapur, los ciudadanos que regresan a la ciudad Estado de Singapur, lo que tiene que hacer antes de ingresar al territorio, en el aeropuerto, es abrir su GPS; sus datos de localización del teléfono celular para acceso del gobierno. Lo cual le permite al gobierno rastrear dónde estás y si no estás obedeciendo la orden de restricción o de asilamiento, cuarentena, el gobierno te agarra, te lleva al sitio donde debes estar y te impone una multa feroz. Pero no nos olvidemos que ese es uno de los Estados más poderosos del mundo.

El Estado ecuatoriano no tiene esa capacidad; puede intentar lucir como si fuera un panóptico, y hay algunas decisiones que pueden dar la imagen de la construcción de un panóptico, pero no es un panóptico todavía. Hay algunas cosas que sí me preocupan de esta nueva mentalidad y práctica de gobierno que se está desarrollando desde esta pandemia.

Foucault, en un trabajo muy posterior al de Vigilar y castigar, hablaba del desarrollo del Estado prusiano a partir de la técnica, de una técnica de vigilancia que se llamaba policiar, así era el nombre. Policiar, vigilar. Ahora, tú tienes personas que no tienen la posibilidad de tener un bonito departamento o una casa cómoda con un espacio donde salir a tomar el aire. Tienes condiciones muy precarias; probablemente, no tienen servicios de agua, alcantarillado, luz eléctrica. Muy probablemente no tienen internet; están completamente aislados, y además no tienen a nadie, absolutamente a nadie que no sean las personas -con quien conversar, digo- que no sean las personas que están en su misma situación.

¿No es comprensible acaso que esas personas salgan a la puerta de su casa y se pongan a conversar con la persona que están al lado, aun cuando eso significa que están violando el límite de los dos metros? Pero hay formas en las cuales se puede enseñar a las personas a mantener el límite de los dos metros, sin necesidad de multarlas o perseguirlas. Y que no significa una menor acción estatal. Uno de los elementos a los que alude Foucault en ese trabajo sobre la policía es que el resultado de estas nuevas prácticas para el Estado prusiano fue una mayor penetración social, una expansión más allá de los límites que históricamente había tenido, pero también una mayor tensión entre el gobierno y el Estado. La fórmula es cómo lograr penetrar más, disminuyendo todo lo posible la fricción que pueda causar problemas.

¿Cuál es el otro lado, la sociedad, los colectivos en respuesta hacia las decisiones que vienen desde las autoridades? ¿Podría ahora la sociedad ecuatoriana confiar en la fuerza del orden, si tomamos en cuenta las protestas de octubre?

Vuelvo al trabajo de Foucault. Ahí está precisamente la ambigüedad, por qué no se le llamó simplemente cuerpo de vigilancia; se lo llamó policía. Se le llama policía, porque tiene una doble función. Por un lado, tiene una función represiva, que fue la que se desplegó en octubre; y por otro lado, tiene una función de protección.

Los grupos organizados, los colectivos que participaron activamente en los desórdenes de octubre del año pasado veo que tienen un conjunto de reacciones muy diferentes. Por ejemplo, veía que el movimiento indígena de Cotopaxi decidió lanzar una campaña para evitar que la leche de los campesinos, productores de la zona, se desperdicie. Porque las vacas son como los pozos petroleros, o sea no puedes pararlas; vaca que se para, vaca que se muere, le da alguna enfermedad. Entonces, tienes que sacarle leche a la vaca. Pero ¿qué haces con esa leche? ¿La botas, cuando hay un montón de personas que podrían usar esa leche? El movimiento indígena de Cotopaxi se dio cuenta de esto y está haciendo una serie de recorridos, una campaña, en la cual recogen la leche y la llevan y la dan al municipio de Latacunga, para que la distribuya, la procese. Esa es una acción espontánea directa. Yo veía el twitter que puso Leónidas Iza sobre este asunto: está muy bien producido profesionalmente, y culmina con un lindo mensaje que es un montón de campesinas y campesinos diciendo -como lo dicen las estrellas de televisión- quédate en casa, lávate las manos. Divino, realmente bello.

He visto que otros colectivos han reaccionado sobre puntos problemáticos, criticándolos. Los ecologistas, las organizaciones de Derechos Humanos cuestionaron el pago de la deuda externa o de la cuota de la deuda externa que correspondía al mes anterior por el gobierno, y hay una campaña muy fuerte en redes sociales sobre cuestionar esa relación. Hubo un planteamiento ante la Corte Constitucional -no sé si este organismo ya se haya pronunciado-, pidiendo que no se ejecute esta acción. Este es un tema muy debatible.

Las disrupciones que ha causado o que está causando este fenómeno, este evento, todavía no las podemos ver; no las vamos a poder ni siquiera ver hasta fines de año. Probablemente, el próximo año vamos a poder verlas realmente. Y las reacciones que estamos poniendo en marcha tanto a nivel colectivo, como a nivel individual son básicamente para ayudarnos a superar este momento, esta crisis, pero todavía no hemos puesto para nada las bases de la poscrisis, las bases del poscoronavirus. Y eso va a ser mucho más complicado, más difícil de construir, y el Estado es un actor principal en eso.

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