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Boletín Spondylus

Raúl Serrano: "Los premios siempre serán un estímulo para cualquier autor"


Publicado: 20-04-2016

Por Fernando Andrade Cajas
Editor del Portal

Transcripción de texto
Kelly Recalde

Spondylus entrevistó a Raúl Serrano Sánchez. Él es escritor y además docente de la Universidad Andina Simón Bolívar, del Área de Letras y Estudios Culturales. Es nacido en Arenillas, en la provincia de El Oro.

Este diálogo se realiza a propósito de haber sido acreedor del Premio Nacional de Literatura, organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas, con la novela Que te desnude el viento.

Raúl tenemos una relación de amistad gracias a la literatura en la que compartimos novelas, intercambiamos libros y opiniones sobre autores. Todo el tiempo te topas con gente que comparte sus lecturas y sus opiniones. ¿Qué tan frecuente se producen estos encuentros y cómo escritor qué te deja este tipo de experiencias?

Sin duda que es muy grato, por eso es interesante el ámbito de la academia, porque de alguna forma es como tener un espacio en el que siempre estás en diálogo con el interlocutor que está involucrado, de pronto, con tus intereses que también son los de él. Tú lo has ilustrado muy bien. En nuestro caso, contigo como con otros amigos, estudiantes, colegas, lectores no necesariamente que están haciendo estudios formales pero que, por alguna razón siempre como la universidad es un ámbito que permite estos encuentros o los hace posible, ese diálogo fluye. Ese es un diálogo que también es factible tenerlo fuera de la Universidad con amigos, vecinos, personas que de pronto tienen intereses lectores que resultan ser reveladores. Para mí ese es un diálogo que resulta enriquecedor y que se da de manera cotidiana, porque a veces te enteras de ciertos autores (ha pasado contigo) que me has dicho lo que estás leyendo y yo te he comentado qué interesante esa novela, no la he leído. El caso, por ejemplo cuando me facilitaste El amante bilingüe, de Juan Marsé, que me parece una novela interesante. Además, Marsé es uno de los grandes narradores españoles de estos últimos tiempos.  Sin duda ese siempre es y será, por sus sorpresas intrínsecas, un diálogo bastante oportuno y estimulante.

Hablemos sobre el premio que acabas de recibir, que no es el primero y estamos seguros no será el último…

Que te oigan los Dioses... (Risas)

Se trata del Concurso Nacional de Literatura Ángel Felicísimo Rojas, organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas. La novela se llama Que te desnude el viento. ¿Qué significado tiene para ti este premio? Y cuéntanos un poco de la novela.

Primero, siempre será un estímulo para cualquier autor o autora, un premio; pero recuerdo unas palabras del maestro Rafael Díaz Ycaza quien alguna vez dijo que lo interesante de que un autor gane u obtenga un premio es que éste le permitía “comprar tiempo” para dedicarlo a su proyecto de escritura. Ahí reside, de alguna manera, la función de los premios, porque a más de ser un estímulo, le va a permitir a un autor disponer de un tiempo que por lo general termina por ser demasiado esquivo. Vivimos en una sociedad en donde lamentablemente la práctica del arte y la literatura a la gente no le permite vivir. Sabemos que la escritura es una pasión que se impone y demanda un tiempo que los autore/a/s en tanto seres mortales no lo tienen, entonces deben reinventarlo, dado que cada quien trabaja y tiene diversos oficios. Pero cuando esa pasión es legítima ese autor o autora harán todo porque se cumpla; pues el rato que no lo hagan, creo que esa persona se sentirá el hombre o la mujer más desdichada de la Tierra.

Sobre la segunda parte de tu pregunta: un autor siempre tiene una perspectiva respecto a la historia que ha escrito. Entonces ponerse a dar detalles de esa historia es muy parecido a lo que ocurría en el cine con los amigos que te adelantaban los detalles y las claves de la película que estabas viendo por primera vez, intervención que terminaba por arruinarte ese momento mágico y las expectativas que te habías creado en torno a esa historia. Algo parecido sucede con el autor ante su texto. Dejo esa tarea a los lectores hipotéticos, para que ellos tengan la posibilidad de ir descifrando esta propuesta y esta historia.

Entonces dejaremos esto como tarea a los lectores…

Vamos a analizar un poco tu obra, tenemos libros de cuentos como Lo que ayer parecía nuestro, los Diez enanos, Las mujeres están locas por mí, Catálogos de ilusiones, entre otros. ¿Cuáles son los temas que te atraen a la hora de escribir?, ¿cómo defines tu estilo?

Muchos escritores han dicho con certeza respecto a los temas que el autor no los  busca sino que estos se le imponen. Creo que eso ocurre siempre y son temas que tienen que ver, en mi caso, por un lado con la memoria, porque de pronto te encuentras con fantasmas de la infancia, de esa infancia que fue muy significativa en recuerdos, personajes, historias que compartiste con tus parientes, hermanos, tíos, tías, la vecindad, los amigos de la escuela y el colegio. Esa es una gran cantera donde hay una serie de claves, de códigos que luego van a irse metamorfoseando, transformando conforme la vida pasa. En un momento dado adquieren otro sentido y se encuentran o convergen con otras experiencias que ya no son necesariamente o de manera muy particular de un autor/a sino que ahí también se dan cita lo que son las experiencias del otro o de la otredad, de aquellos con los que tú en un momento dado te encuentras o reencuentras sin previo aviso. Eso hace que se vayan construyendo temas, como por ejemplo lo que significa la relación entre las parejas en unos tiempos como los nuestros; cómo se reformula la idea de estas relaciones; la noción del amor, de la soledad, las identidades sexogenéricas. También tiene que ver esto con lo que se llama las opciones de vida de la gente, porque las historias también se construyen a partir de lo que otros te cuentan o de lo que, incluso, uno sin querer termina por escuchar. Eso es muy interesante. Por eso me agrada mucho andar en el transporte público como el metrobús en Quito (aunque es toda una amenaza abordar uno), porque ahí le tomas el pulso a la ciudad pero, a la vez, entra a ser parte de esa cotidianidad en la que se van tejiendo fragmentos, diversos elementos de historias plurales.

Entonces sí, esos son temas que me interesan y que también tienen que ver con esta idea de la gente que habita una vida dentro de lo que Pablo Palacio llama “el cubo” como una metáfora de la sociedad, de su tiempo, pero también dentro del propio cuerpo del sujeto, y cómo dentro de este cubo, que tiene una diversidad de significados, esas personas no pueden encontrarse o cuando se encuentran ocurre que se sienten o se reconocen demasiado extraños consigo mismos, un poco o por completo extranjeros. No digamos frente a los otros.

Ahora analicemos también una larga producción ensayística que has tenido. Destacan libros o ediciones de libros como Pedro Jorge Vera. Los amigos y los años. Correspondencia, 1930-1980;  Antología básica del cuento ecuatoriano; En la ciudad se ha perdido un novelista: La narrativa de Vanguardia de Humberto Salvador, entre otros; sin dejar de lado el hecho de que eres parte del comité editorial de la Revista Kipus, que edita la Universidad Andina. ¿Qué intereses escondidos hay detrás de esa producción ensayística?

 

Me parece muy acertada esa idea de “los intereses escondidos”, porque es como proponerte una serie de preguntas que tienen que ver con esta posibilidad de desentrañar aquello que está en la sombra y que el ensayo es uno de los espacios y uno de los géneros que te permiten desarrollar reflexiones y observaciones críticas que son parte de nuevas interrogantes. Pero, a la vez, te permite arriesgar, de pronto apostar, por unas lecturas que te están acosando, perturbando respecto a ciertos temas de nuestra literatura o sobre autores como Pedro Jorge Vera y su correspondencia que me interesan mucho. No solamente la correspondencia de él sino de otros autores de los 30; o la obra de avanzada de un escritor que fue un excluido de la vanguardia ecuatoriana y latinoamericana como Humberto Salvador, quien entre las décadas del 20 y 30, con su obra que resulta desconcertante y actual, pone en evidencia lo complejo y paradójico que significó ese proceso en el que aparentemente siempre se ubica a Pablo Palacio como una especie de solitario. Lo cual no es verdad. Palacio nunca estuvo solo. Con él están los autores de la generación del 30. Todos son parte del movimiento de la vanguardia, y entre ellos está Humberto Salvador. Sin duda el ensayo es un género que admite todas estas posibilidades; se trata de un género que me fascina, que me agrada mucho por todo lo que permite y suscita en tanto desafío lector.

Hace pocos días con un colega periodista chileno que me comentaba que vendría al Ecuador y me decía que le recomiende un escritor ecuatoriano representativo. Para la generación de lectores que nacimos después de la década los 70 y 80, cuando el país empieza a urbanizarse y cuando el campo se abandona, hay autores como Jorge Icaza, José de la Cuadra cuya literatura nos parece un poco lejana. ¿Podemos hacer  el ejercicio de decir quién es un autor contemporáneo representativo del Ecuador?

Tenemos muy buenos autores y autoras contemporáneos, si hablamos o concebimos la idea de lo contemporáneo como aquellos que sin duda significa una presencia que no ha perdido vigencia y que está en diálogo en términos absolutamente, como diría Rimbaud, modernos; entonces es imposible obviar a una generación fundamental en la literatura de Ecuador como de América Latina como la generación del 30, que tiene autores totalmente contemporáneos nuestros como Palacio. Lo mismo acontece con Los que se van, libro editado en 1930 que tiene tres autores: Enrique Gil Gilbert, Joaquín Gallegos Lara y Demetrio Aguilera Malta; los tres estaban terminando el colegio cuando publicaron este libro que sin duda marcó una frontera en nuestra literatura y la del continente; texto que aún gravita y que sus autores devienen contemporáneos. El mismo José de la Cuadra, referente central en nuestra literatura, al igual que Jorge Icaza. La obra de Icaza incluso puede ser muy discutible en el escenario actual, pero no se puede pasar por alto una gran novela como Don Goyo de Demetrio Aguilera; la obra de Alfredo Pareja Diezcanseco, autor de una novela como El Muelle, uno de los textos más logrados del realismo social. El mismo Ángel F. Rojas con novelas como El éxodo de Yangana. Y sin duda Humberto Salvador. Ellos son contemporáneos nuestros, dependiendo, claro está de los intereses y perspectivas con los que el lector y el crítico aborden estos textos. Alado de estos autores se puede añadir a otros de generaciones posteriores, el caso de Pedro Jorge Vera o César Dávila Andrade, y no digamos los que publican en los sesenta como Juan Andrade Heymann, Jorge Rivadeneyra y Miguel Donoso Pareja. Posteriormente, en la generación de los setenta hay escritores como Raúl Pérez Torres, Iván Égüez, Eliécer Cárdenas, Carlos Carrión, Jorge Velasco Mackenzie, Abdón Ubidia, Carlos Béjar Portilla, hasta llegar a autores y autoras como Huilo Ruales, Gilda Holst, Galo Galarza y Gabriela Aleman. Incluso existen otros más jóvenes.

Hay algo que me causa mucho interés. Tú inclinación por ciertos personajes que son íconos de la cultura, en un caso ecuatoriana como es el caso de Rondado a JJ sobre Julio Jaramillo y en el otro caso un ícono del cine mundial como es el caso de Solo ella se llama Marilyn Monroe. Además no me puedo olvidar de es póster que tiene en tu oficina de los Beatles ¿Qué te atrae de esto? ¿Por qué ese interés de analizar estas figuras que estarían desde el punto de vista tradicional lejanas de la Literatura?

Eso obedece a lo que te comentaba antes: la idea de que en tu pasado (infancia, adolescencia) hay presencias que resultan claves, imborrables. Yo estaba camino a mi adolescencia cuando conocí a Marilyn y fue gracias al cine de mi pueblo (en Arenillas, que está en la frontera, en Provincia de El Oro). El cine de mi pueblo era una especie de horno donde había cientos de murciélagos que adornaban la pantalla gigante, además que con sus artes convertían la pantalla en un cuadro abstracto como los de Jackson Pollock. Además, no te asombres que estabas en el cine muy concentrado cuando de pronto tenías al lado una mariposa tan gigante que no sabías que te estaba visitando algo parecido a un murciélago. Entonces fue ahí cuando descubrí a Marilyn y sin duda fue una revelación. Así empezó a construirse ese mito, este misterio. No me lo construyeron, eso quisiera explicar: no es que accedí al mito porque otro me lo construyó a través de todo el aparataje que Hollywood manejó en contra de Marilyn, porque estos fueron unos infames, querían presentarla como una rubia bobalicona e intrascendente y ella supo darles duro. Marilyn en realidad era una gran artista y un ser humano impresionante; una mujer que apostó por muchas cosas, además de ser muy valiente.

Ese mito lo empecé a construir y a meter en mi memoria, igual que JJ desde otro plano y en otra dimensión, porque en mi pueblo estábamos rodeados de cuarteles pero, a la vez, de salones o de bares en donde se escuchaba a JJ día y noche. Ahí no había ley, no había horario para que se prohíba a JJ, a buena hora. El problema era una especie de sobrecarga de un moralismo terrible, burgués y pequeño burgués; se creía que JJ solo era un cantante de los burdeles, de los salones, y por tanto quienes lo oían eran los réprobos del paraíso o los condenados de la vida. Entonces la “gente bien”, y ahora que están de moda estos términos de los “chicos de buenas familias”, términos que demuestran (es lo que eso significa y esconden) una contradicción y doble moral como visión condenatoria contra JJ, con cuya voz me acostaba y me despertaba, mientras iba incluso rumbo a la escuela lo escuchaba en los salones, porque seguía sonando hasta las 7 u 8 de la mañana. Incluso los bohemios continuaban en las intensas jornadas o rituales en esos salones que eran como unos pequeños infiernos en donde ellos conocían ciertas formas de la dicha y la piedad. Eso empezó a ser parte de esta memoria y en un momento te das cuenta que han pasado los años, y esos símbolos, esas presencias han tomado otro significado en tu vida.

Estos tributos estaban orientados a eso y a saber qué tan importante podía ser en la vida de una persona, por ejemplo, Marilyn, como un símbolo de la contracultura, en este caso norteamericana, y como podía JJ ser un referente clave y fundamental de la cultura popular ecuatoriana. Además, es muy interesante cómo JJ con su arte deconstruye toda esa noción de lo popular y la alta cultura en el sentido de que en un momento dado borró esa frontera, porque ahora la cultura ecuatoriana es JJ y esa cultura sin él está incompleta; por tanto hoy no se habla de un JJ en función de que representa lo popular, sino que representa toda la complejidad de lo que somos en ese plano. Eso me parece muy desconcertante, encarnada en un personaje como Julio Jaramillo, cuya vida de por sí resulta realmente seductora; una vida que tiene unos rasgos muy impactante en términos de lo que esto implica. Además, en estas vidas, en la de esta mujer extraordinaria que es Marilyn y en la de un artista como JJ, está la idea de que ambos asumieron sus existencias como artistas con una pasión exclusiva, y que siempre fueron auténticos, legítimos. Eso, en este tiempo, es algo que no deja de ser más que revelador.

¿Tendremos en un futuro algún libro sobre los Beatles entonces?

Ahora que hablas sobre los Beatles. Algo parecido también me va a pasar con ellos, y no necesariamente en la infancia o la adolescencia, sino un poco más adelante. Sin duda, son un grupo cuya música y propuesta artística siempre terminará siendo lo que alguien dijo alguna vez: “la nueva música clásica”.

Para terminar, no todo ha sido escribir para ti. También te has preocupado por el incentivo del estudio de la literatura con novedosas propuestas como es el caso del Curso Abierto que año a año se dicta en la Universidad Andina. ¿Qué significado tiene esto para ti?

Eso viene de la mano del Taller de Literatura “Palacio(I)caza de palabras”, que coordino en el Área de Letras y Estudios Culturales, que ya vamos para los seis años y que ha sido muy revelador e interesante en la práctica. Por un lado, lo del Curso abierto es un espacio que está llamado a convocar a las personas que están interesadas, desde su condición lectora -porque ahí la mecánica es muy diferente a lo que son los estudios académicos regulares-; lo que cuenta aquí es la pasión que las personas le imprimen a esa condición de lectores. La propuesta nuestra tiene que ver con temas que, por un lado revisan la tradición literaria de Ecuador, la Región Andina y América Latina en diálogo con las literaturas europeas o la tradición norteamericana de varios momentos históricos y otras geografías; eso ha tenido un gran eco siempre. En el curso participan maestros, lectores y lectoras que se involucran desde esa posibilidad, legitimando básicamente y de manera central su condición de lectores y lectoras, porque el curso está diseñado para estimular y profundizar las expectativas; ahondar las inquietudes que estos lectores y lectoras tienen. Entonces es como generar ese tipo de encuentro.

El taller de literatura o de escritura creativa es más particular porque está orientado a personas que tienen como pasión central escribir, ya sea poesía o narrativa. Diría, como de manera muy destaca que entre los géneros que más se trabajaba está el cuento. El taller trata, desde las experiencias propuestas por el maestro Miguel Donoso Pareja (son las que manejamos) lograr que estas personas puedan tener cierto instrumental, cierta experiencia o enriquecer la que de alguna manera se plantea en el ámbito del taller. El taller está concebido como un espacio para concentrarse exclusivamente en la escritura, por tanto este no es un taller de teoría literaria ni cosa por el estilo. Quizás la teoría como la crítica literaria de alguna forma se articulan en la práctica del taller; en el momento en que se produce el análisis de los textos de cada uno de los participantes.