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Boletín Spondylus

Fernanda Sánchez construye contranarrativas desde el periodismo y la ciencia jurídica


Por: Marco Navas

Edición del video: Fernando Andrade

Fotografía: Hugo Pavón

Transcripción: Salomé Tejada

Edición del texto: Sofía Tinajero Romero

 

Desde enero, Fernanda Sánchez, periodista y jurista colombiana, realiza una estancia académica en la Universidad Andina Simón Bolívar, como investigadora asociada del Área de Derecho. Con el acompañamiento de Marco Navas, desarrolla su investigación “Los derechos de la naturaleza y su repercusión en la defensa de Katsa Su del pueblo Inkal Awá de Nariño”.

A propósito de su estancia, Marco Navas, docente del Área de Derecho, entrevista a Fernanda Sánchez, acerca de su trabajo, y su visión tanto periodística como académica de los derechos de la naturaleza.

Fernanda. Tú eres periodista y jurista, ¿cómo combinas estas dos profesiones y saberes?

Creo que es un plus, el hecho de que yo estudié Derecho, cuando ya tenía mi carrera como periodista, ya tenía una maestría en Relaciones Internacionales, y una cosa llevó a la otra. Empecé a cubrir, en un determinado momento, temas ambientales y por ahí me encaminé con la tesis, el trabajo de grado, que se convirtió en un libro, finalmente, publicado el año pasado.

Tomo herramientas del periodismo para nutrir mi ejercicio como abogada, e investigadora en estos temas. Y, al revés, complemento y enriquezco mis textos periodísticos con ese conocimiento jurídico que tengo. Creo que es un maridaje perfecto.

Yo creo que es bien importante el ir estableciendo narrativas, incluso narrativas de quiénes son los protagonistas, las personas que son víctimas en algún conflicto con alguna situación jurídica. Cuéntanos de esa trayectoria que has hecho a partir del periodismo y también de la ciencia jurídica. ¿Cómo se han ido hilvanando, pero en tus obras, especialmente, en tus recientes contribuciones a la academia latinoamericana?

Creo que mencionaste algo muy importante, que son las narrativas. Yo estoy convencida de que, como periodista con un enfoque comunitario, como abogada, como jurista debo dar esa pelea por las contranarrativas, frente a las hegemónicas que se nos imponen.

¿Cómo se nutren? Todo lo hago con una intencionalidad. En periodismo, me he centrado, desde hace muchísimos años en derechos humanos. Eso me ha llevado a conocer el territorio, a andar con la gente, escribir siete libros sobre mujeres en Colombia que hacen trabajo comunitario. De ahí me fui yendo, sobre todo, por las comunidades campesinas y los pueblos originarios, específicamente, los pueblos indígenas. Se ha convertido como en mi fuerte en el trabajo periodístico. Me he ganado varias becas internacionales para cubrir estos temas.

Ese estar en el territorio, me ha ayudado a ver esos problemas sociales, los conflictos socioambientales y, a partir de allí, nutrir mi trabajo periodístico. Por ejemplo, yo cubría la última consulta popular que fue la de Cajamarca. Ahí conocí varias lideresas. Y después le hice seguimiento a la región amazónica, como sujeto de derechos. Y escribí un artículo académico ya con base en la perspectiva de esos movimientos sociales.

Otra cosa que hago, y que creo que es algo hábil y algo útil que otros pueden hacer, es que he escrito para mi tesis doctoral, que ya estoy terminado. Yo he entrevistado personas en el territorio y esas entrevistas son insumos para mi trabajo académico, por ejemplo, en los capítulos. Entonces, creo que es irme posicionando, ganarme el respeto y la confianza de esas comunidades, porque hay que entrar pidiendo permiso, y que ya con el reconocimiento digan “oh, Fernanda ya ha trabajado estos temas comunitarios”, luego ya es más fácil que me abran la puerta, si les voy a abordar desde el punto de vista académico.

Déjenme decirles, amigas y amigos que es muy grato tener a Fernanda aquí como investigadora asociada. Cuéntanos el motivo específico de tu presencia aquí.

Bueno, como parte de nuestro doctorado, yo soy candidata a Doctora en Derecho, en la Universidad de Rosario, en Bogotá. Estoy en mi tercer año, y parte de nuestra formación incluye una estancia doctoral fuera del país.

Obviamente, esa estancia debe tener un propósito. Cada uno de nosotros debe tener un país que tenga que ver con nuestro tema de investigación. Para mí era muy fácil; solo tenía dos opciones, Ecuador o Bolivia, porque son los dos países que, en mi concepto, llevan la bandera en los derechos de la naturalista, que es mi tema. Luego lo reduje y dije “no, definitivamente Ecuador, porque aquí fue la primera Constitución nacional que consagró la naturaleza como sujeto de derechos”.

Entonces, decidí venirme a Ecuador, también por la cercanía con Colombia y la cultura. Había muchos factores a favor, excepto el tema de la dolarización, debo decirlo, eso sí me dio duro. Pero lo demás era como el lugar indicado. Yo ya conocía personas de acá, algunas cara a cara como a Alberto Acosta, porque ha estado en eventos en Colombia. Y a otros, porque los cito todo el tiempo sin conocerlos, como a Ramiro Ávila y Esperanza Martínez. Entonces, dije “no, es la oportunidad de conocer a estas personas, de hacer entrevistas y de recaudar material que no tuviera en mi tesis doctoral.

Y pues ya estoy terminado de esa etapa de recabar material, y ha sido súper enriquecedor.

Muy interesante. Ciertamente, Ecuador y Colombia han experimentado en los últimos años avances. Por ejemplo, Colombia, por vía jurisprudencial, y Ecuador desde la base de la Constitución.

Pero también tenemos muchos desafíos. ¿Tú podrías comentarnos qué desafíos comunes piensas que tenemos en este tema de proteger a la naturaleza y, a la vez, también, el medioambiente sano, proyectado este último más bien desde un punto de vista social? y ¿cómo ese elemento sociedad y también naturaleza se pueden unir o no? Por ejemplo, en ese concepto de la sentencia del Río Atrato sobre lo biocultural.

Ahora que vine y entrevisté a las personas aquí en Ecuador, me di cuenta que comparten las mismas preocupaciones que yo comparto. Que ven los mismos vacíos que yo he visto. Esos vacíos son, digamos un papel de las cortes.

En Ecuador, especialmente la Corte Constitucional; en Colombia, la Corte Constitucional, la Corte Suprema, pero muy interesante: tribunales administrativos y jueces municipales, que se han involucrado con la promoción de este nuevo paradigma.

Pero ¿cuál es el reto? En toda la jurisprudencia colombiana y ecuatoriana que yo veo, es la falta de solidez de los argumentos de los jueces también, para garantizar estos derechos. Para mí es uno de los componentes -más en Colombia que en Ecuador-. Porque en Ecuador tienen una ventaja, y es que los jueces tienen la Constitución que les está consagrando los derechos de la naturaleza. En Colombia, los jueces tienen que hacer casi que malabares de cómo lo justifico si no tenemos ni una ley, como en Bolivia; ni una Constitución, como la ecuatoriana, que nos diga que este es un sujeto de derechos. Entonces, la construcción en Colombia es mucho más retadora y desafiante.

En cuando al caso del Río Atrato, ahí también hay un problema. Y es que sí, fueron muy celebrados los derechos, cuando se habló de los derechos bioculturales, que no es algo que se inventó la Corte Constitucional colombiana, sino derechos sobre los que se habló desde los años setenta, ochenta, pero lo trajo al caso esta comunidad étnica.

Hay un problema, desde mi punto de vista, y que es esto es un poco excluyente. Porque si hay una comunidad que no se ajusta al perfil del pueblo étnico, entonces, no aplica. ¿Y qué pasa con el campesino, con ese sujeto que en Colombia se está dando ahora la pelea para que él se convierta en un sujeto de derechos como el Río Atrato, como la Amazonía? Eso es un reto muy grande, porque no se puede ligar estos derechos bioculturales solo a determinados grupos.

Otra falencia que he visto, especialmente en Colombia, es que como no están bien argumentados los casos, entonces todos los jueces de los tribunales administrativos y de los juzgados municipales copian y pegan literalmente el precedente del Río Atrato o el de la Amazonía, cuando no tiene que ver con la realidad de lo que se está estudiando.

¿Y qué pasa con esto? Que fue llevado a la revocatoria de muchísimos de esos fallos. O sea, hay muchos fallos que yo por ahí leo en revistas que se han publicado en Ecuador y creo que la gente no le ha hecho el seguimiento y no saben que ya se tumbaron. O sea, aparecen como que están ahí, pero no es cierto.

Entonces, creo que esa debilidad argumentativa y de nutrir esa categoría también con los saberes de las comunidades -porque me hablabas de la participación-, lleva a la revocatoria, pero lo más grave para mí es que se debilita la causa por la que se está luchando.

Que importante es comparar, compartir experiencias también. Y en ese sentido, ¿cómo es tu experiencia aquí en la Universidad Andina?

Voy a ser honesta. Los primeros días estuve súper homesick. Estaba extrañando todo, pero luego ya dije “voy a buscar algo que me anime, que me mueva a seguir”, y lo que me ha gustado es el escenario donde estamos.

El campus, te refieres.

Sí, el campus es muy bonito, caminar por cualquier pasillo y encontrarme a Bolívar, al Che Guevara, a Manuelita Sáenz, porque, además, yo soy una ferviente admiradora de Manuelita y de Simón Bolívar, y de la relación que ellos construyeron, y del papel de ella como mujer, por supuesto, y como lideresa, en ese momento y en el proceso de Independencia.

Y luego, pues creo que le he sacado el jugo y el provecho a los diferentes eventos que hay aquí. Tenemos eventos en zoom, que tienen que ver con la escritura académica, por ejemplo, que yo digo “pues sí, yo escribo libros”, pero uno siempre está aprendiendo. Entonces, los he aprovechado.

Los eventos en vivo, como la publicación de un libro, sobre experiencias con mujeres afro de Ecuador, me pareció interesantísimo, bellísimamente organizado. Y participar en las sustentaciones de tesis doctorales, tanto presenciales, como en línea, me ha servido mucho, porque yo me estoy preparando para mi propia sustentación.

Otra ventaja que tiene la Universidad Andina es la cercanía a las universidades y a la Asamblea Nacional, donde también recabé información para un trabajo futuro. Entonces, creo que eso ha sido una gran ventaja. De pronto, que extrañe, mi comida.

Y la Universidad Andina, como un referente a nivel subregional andino, precisamente, de cooperación. Y con El Rosario, debo decir, hemos tenido muchas actividades de cooperación; tenemos un convenio, felizmente, que nos soporta estas actividades académicas.

¿Podrías señalarnos los retos de los investigadores latinoamericanos, justamente, para ir construyendo lazos comunes en el futuro desde el Sur? ¿Y desde el Sur también con una propuesta para el Norte, y para un diálogo de saberes?

Primero, hacer un trabajo en territorio. Yo sí creo que es fundamental no ser exclusivamente un académico de escritorio, como no ser tampoco un periodista de escritorio. Tratar de llegar a los territorios, para construir esa narrativa desde el Sur, en los diferentes temas que investigamos -en mi caso, los derechos humanos, los derechos de la madre Tierra y los derechos de los animales-. También estar al tanto del trabajo de nosotros, citarnos a nosotros, desde Suramérica y Latinoamérica.

Claro, tenemos los clásicos y otros referentes europeos, pero a ver, yo creo que hay que destacar mucho lo que se hace en América Latina y en Suramérica. Yo, por lo menos, lo hago siempre, en mis trabajos académicos y en mis trabajos periodísticos; trato de buscar esa conexión. Y ya, si se puede, además, establecer un contacto personal y proponer actividades, eso ya sería como lo ideal. Creo que es lo que se puede hacer.

Por ejemplo, yo a raíz de la presentación de ese libro, aquí en la Andina, de una estudiante, bueno ya Doctora de la Andina, yo le dije “mira, quiero hacerte una entrevista para publicar tu trabajo y dar a conocer, más que el trabajo de ella, la situación de esas comunidades afroecuatorianas en este país”. Creo que es importante ayudar a visibilizar, no tener celos de lo que hacen nuestros colegas, sino al contrario, tomarlos como un referente y seguir hilando en el conocimiento, porque yo creo que es una tejido individual y colectivo.

Pues, enormemente agradecidos por estas palabras, por este intercambio de experiencias que hemos hecho ahora. Finalmente, harías una invitación a investigadores, investigadoras latinoamericanas a venir a la Universidad Andina y compartir experiencias.

Si sus temas tienen mucha relación con los derechos de la naturaleza, con el buen vivir, con otro paradigma, no solo para el Derecho, sino para las Ciencias Sociales, e incluso, civilizatorio, yo creo que este es un buen punto de partida o de llegada, para enriquecerse con las experiencias que hay acá. Yo creo que a veces es tal la oferta que hay acá, que yo tengo que decidir a cuáles eventos puedo ir, porque hay demasiados, y esos eventos son como plataformas para conocerte con otros colegas y establecer lazos y forjar relaciones a futuro, mucho más permanentes.

Pues, muchísimas gracias. Hemos estado con Fernanda Sánchez Jaramillo, jurista, periodista, docente universitaria y hoy investigadora asociada a la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.

Gracias a ti por la entrevista.

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