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Casa Andina busca dotar de herramientas para tener mejores escritores

3 de octubre, 2023

La acogida del II Conversatorio sobre alfabetización académica: Plagio, más allá de la mirada sancionatoria que organizó Casa Andina, centro de escritura de la Universidad Andina Simón Bolívar, evidenció el interés que despierta este tema: fueron cerca de 850 asistentes de distintas procedencias.

La apertura de estos espacios obedece a una preocupación de quienes conforman el equipo de Casa Andina, quienes han detectado que la mayoría de plagios se da de forma inintencionada, principalmente por falta de competencias y habilidades en el trabajo de fuentes.

Esta preocupación ha llevado a Casa Andina a buscar distintas estrategias para dotar a la comunidad universitaria de herramientas para sus procesos de escritura, a través de una sólida oferta de tutorías y talleres, así como la realización de conversatorios anuales.

Entre 2017 y 2022, se han realizado 5 402 tutorías. En el mismo período, se han dictado 421 talleres; es decir, un promedio de 6,5 mensuales, beneficiando a 11 288 personas.

A propósito del II Conversatorio sobre alfabetización académica, conversamos con Valeria Guerrero, asistente técnica de Casa Andina, quien además fue moderadora de este espacio.

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En el conversatorio se hablaba de los vacíos que puede haber a lo largo de la formación de una persona, que ocasionan el desconocimiento sobre el plagio.

Sí, ese es un problema porque es la forma en que se enseña. Por ejemplo, cómo ves tú el conocimiento en un libro de texto, cualquiera que este sea: sea Historia, Naturales. ¿Cómo es el conocimiento? Cuando uno está más o menos metido en la academia, se va dando cuenta de que muchas veces los acuerdos que tenemos sobre el conocimiento son muy pocos, y hay muchísimo debate. Es una conversación, un diálogo que está todo el tiempo transformándose.

Pero en un libro de texto escolar, ¿cómo se te presenta? De forma muy reducida, además te presenta como si todo fuera un absoluto acuerdo. Nunca se te muestran las costuras detrás de todo eso. Porque es así, el conocimiento no es algo que está muerto, sino que está todo el tiempo transformándose. Ahí es cuando hablamos de esta metáfora: el diálogo académico. La academia como una conversación.

Pero en los libros de texto eso no se muestra. Se muestra como si todo fuera plano. En la mayoría, no hay ese trabajo con las fuentes, no se te pide que escribas textos argumentativos. Todo es la voz del profesor.

¿Y qué sucede en el entorno universitario? ¿También puede haber cierto desinterés en los estudiantes?

Lo que me pregunto es por qué. Por eso mismo, me interesaba hacer este conversatorio, porque sí existen responsabilidades individuales del estudiante. Pero no solo es eso. Muchas veces son estudiantes que no tienen las competencias y habilidades de trabajar con fuentes.

¿Por qué ocurre que no siempre se entiende para qué se debe acudir a una fuente?

Uno de los factores a los que apuntan los estudios es qué relación tenemos con las fuentes. Por ejemplo, en los casos de plagio inintencionado en donde la tendencia es a reproducir muy de cerca el lenguaje de las fuentes, muchas veces es porque vemos a las fuentes no como una postura, una opinión, un argumento frente al cual nosotros podemos posicionarnos. Sino que los estudiantes tendemos a verlas como verdad.

Entonces, el interés de Casa Andina no solo es decir cómo colocar una cita, sino de despertar este interés.

Exacto. Uno de los intereses en que estamos es tratar de buscar estrategias para promover el trabajo con las fuentes, entendiendo el contexto en el que estamos, un contexto profundamente inequitativo, donde ha habido muchísimas discriminaciones, por género, personas racializadas con distintos accesos inequitativos a la educación. Todo eso incide en cómo yo me puedo o no posicionar frente a la fuente. Entonces, es algo que es mucho más complejo de lo que parece.

Es decir, cuando cobra algo sentido, lo metodológico se hace más fácil.

La parte mecánica, entendida como el formato de la cita, es importante. Pero es la punta del iceberg. Pero más importante que eso es comprender por qué es importante trabajar con fuentes, cuál es el sentido; en qué caso se debe usar una fuente, en mi disciplina, en mi programa.

Como Casa Andina, ¿qué se ha estado trabajando en torno a esta preocupación?

Primero hicimos talleres, en torno al trabajo de fuentes. Ahí surgió el de paráfrasis y el de citas textuales. Eran enfocados a orientar a los estudiantes a cómo trabajar con las fuentes.

Esos talleres son importantes, pero también tenemos claras las limitaciones. Realmente, a lo que quisiéramos llegar es a que exista un programa de escritura.

Cómo funciona eso. Los profesores deberían hacerse cargo de enseñar la escritura en sus disciplinas, porque no es lo mismo escribir Periodismo, que escribir Derecho. Cada disciplina tiene su forma de pensar, de escribir muy distinta. Entonces, la forma de usar las fuentes también depende de cada disciplina.

Ahí hay diferentes modalidades de apoyo. Por ejemplo, un experto de escritura apoya al profesor fuera del aula y le da asesorías para que trabaje en sus artículos. O el profesor de escritura también entra y trabaja junto con el profesor disciplinar.

En Casa Andina nos encaminamos a las tareas de un programa de escritura en donde el trabajo no solo es con los estudiantes, sino también con los docentes, acompañándoles a que enseñen la escritura en sus disciplinas. Asimismo, realizamos estos conversatorios anuales. Y tenemos estos pequeños proyectos de investigación.

¿Hacia dónde está caminando Casa Andina?

Casa Andina está caminando hacia posicionarse y legitimarse como un centro de escritura.

¿Qué significa ser un centro de escritura?

Los centros de escritura son espacios que surgieron en Estados Unidos en la década de los 70, a raíz del movimiento cuando las universidades se abrieron a una población más diversa. Ahí llegaron estudiantes que no tenían las competencias necesarias para afrontar un programa universitario, y nacieron como centros remediales.  Pasaron a ser espacios donde se habla sobre la escritura y se trabaja la lectura de los textos y el objetivo de estos espacios es crear mejores escritores. Eso se trabaja a través de las tutorías pares. Son espacios que pretenden ser horizontales de diálogo, entendiendo que, conversando sobre un texto, en cualquier etapa, nos ayuda a escribir mejor.  Ahora son un movimiento internacional. Nosotros como Casa Andina somos parte de la Red Latinoamericana de Centros y Programas de Escritura.

Eso es un centro de escritura. Hacia eso estamos encaminados. Debido a las necesidades institucionales, también hacemos la revisión de trabajos de titulación, pero nuestro objetivo es ir más allá. Como un centro y esperemos que, a futuro, como un programa de escritura.

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